Nazismo, fascismo y masismo

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Entre nazismo, fascismo y masismo no sólo hay rima consonante, sino un contenido semejante.
El Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (Nazi) fue el instrumento político con el que Adolfo Hitler ganó las elecciones de 1932 y tomó el gobierno en 1933, cuando fue nombrado Canciller. 
El Führer (líder o jefe en alemán) llegó a través de las urnas al poder, el que no quiso dejar después porque se creía predestinado y del que salió muerto tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial.
El Partido Nacional Fascista de Italia también llegó al poder constitucionalmente. El rey Víctor Emmanuel III entregó el mando a Benito Mussolini el 28 de octubre de 1922, después de “la marcha sobre Roma”, organizada por los fascistas para obligar a dimitir al primer ministro de entonces, Luigi Facta.
Mussolini tampoco quiso irse del poder. Ya en el mando, suprimió la libertad de información y ordenó controlar todo órgano difusor de ideas. Para lograr el control total, reformó la Ley Electoral, persiguió a sus adversarios y organizó en 1924 unas elecciones generales en las que obtuvo dos tercios.
Il Duce (guía) salió muerto del poder en 1945; fue ejecutado por la resistencia italiana.
El Movimiento al Socialismo llegó al gobierno también a través de las urnas.
12 años después, “El Jefazo” tampoco quiere irse del poder. Sus acólitos, muy parecidos a los del Führer y el Duce, lo declararon en 2010 “guía espiritual” de los bolivianos, como si éstos fueran unos incapaces de autogobernarse. Para eternizarlo en el poder, modificaron normas electorales, violaron la Constitución y se burlaron del voto del pueblo.
Siempre con el objetivo de no dejar el poder, el masismo, acciones menos, intenciones más, instiló el discurso del darwinismo social del nazismo, que para manipular a las masas alemanas, apeló a la falacia de la superioridad natural de la “raza aria”.
Morales exhaló su marchamo racial, cuando señaló que “los pueblos indígenas son la reserva moral de la humanidad”. Mutatis mutandis: los no indígenas son la lacra.
Por si flotaban dudas, Toribio Ticona, cardenal e hincha del masismo, declaró que “los indígenas somos la raza más fuerte y Evo es amigo de lucha”. Léase: los no indígenas son débiles y “el Jefazo” es el guía en la lucha contra las otras “razas”.
Si crees que exagero, el Vicepresidente Álvaro García confirma lo que les digo con su convocatoria a la violencia: “La pelea es de q’aras contra indios”. Es decir, “la raza fuerte” y “reserva moral” contra los débiles y podridos q’aras. Listo, quedó construido un estereotipo demoniaco popular para atacar (hasta matar) a todo aquel que defienda la democracia y no sea indígena.
Un dato más, el masismo pregona como el fascismo la supremacía del Estado corporativista. Parafraseo a Mussolini: La sociedad debe funcionar con la armonía y precisión del cuerpo humano. Todos los intereses y todos los individuos se subordinan al objetivo supremo del Estado Plurinacional.
El estado corporativista no soporta ninguna contradicción, ni independencia, ni acción propia de ningún órgano, sea Judicial, Electoral o Legislativo. Tal es la degradación de este último en el Estado Plurinacional que es incapaz de legislar o fiscalizar; la función de sus miembros es hoy levantar la mano o aplaudir. 
Hitler y Mussolini estaban convencidos de que una élite debía dirigir el país. En la Italia fascista se creía que la sociedad estaba formada por una minoría de individuos superdotados, aptos para dirigir a la masa mediocre destinada a seguirlos y servirlos.
El Führer decía que el pueblo debe ser conducido por una élite de las “mentes más dotadas”. El masismo tiene su grupo de “superdotados”: Evo, García, Quintana, Héctor Arce y todos los que van rotando en los cargos; el resto es desechable.
Hitler y Mussolini creían que entre esa élite hay un “ser sobrenatural” que debe guiar de por vida a las masas desvalidas. Para los masistas, ese «ser sobrenatural» es su «jefazo».
“La responsabilidad absoluta incondicionalmente combinada a la autoridad absoluta (…) de que un solo hombre puede detentar la autoridad y el derecho a mandar”, escribió Hitler. Evo Morales no escribió nada, pero piensa y actúa como ellos. 
Una semejanza más: el fascismo tenía su grupo violento de choque: Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional, cuyos componentes eran más conocidos como «Camisas negras» por el color de su uniforme. El nazismo también tenía uno: Las SS (sigla en alemán de Schutz Staffel, que quiere decir fuerza de protección), creadas en 1922 como parte del Partido Nazi encargada de la defensa de Hitler. El masismo acaba de develar que también tiene uno: «Los encapuchados».
¿Viste? Entre nazismo, fascismo y masismo hay más que una rima consonante… pero creo que Morales saldrá vivo del poder el 22 de enero de 2020; no resistirá la presión del 21F.

*Andrés Gómez Vela es periodista y abogado, @AndrsGomezV

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