Esopo, celebérrimo autor griego, relató la historia[*] de un joven que había gastado todo su patrimonio, quedándole sólo un manto. Vio una golondrina volar fuera de época y creyó que había llegado el verano. Convencido de que ya no necesitaría su manto, decide venderlo. Después, el joven es sorprendido por el frío del invierno, y al ver a la golondrina muerta en el suelo le dice: “Nos has perdido a ti y a mí”.
Ésa fábula dio origen al refrán que titula —en parte— éste artículo. Aristóteles (en Ética Nicomáquea), Miguel de Cervantes (en Don Quijote), la paremiología y la tradición oral lo han usado para señalar que una regla general no siempre proviene de hechos aislados. Así como un buen tiempo no depende de una golondrina, tampoco un solo acto es suficiente para lograr algo mayor.
Por varias razones, eso es lo que pienso sobre el “Primer Encuentro Multipartidario Interinstitucional por la democracia”, anunciado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y que tendría lugar el próximo 10 de julio. El nombre de ésa reunión es muy grande para el objetivo central que las autoridades electorales buscan: eliminar las elecciones primarias. ¿Acaso nuestra democracia mejorará con un proceso electivo menos?
De acuerdo a la normativa electoral vigente (Ley 018, artículos 7 y 24), el TSE está obligado a administrar y efectivizar todos los procesos electorales señalados por ley; dentro de éstos se encuentran las elecciones primarias, mismas que, a su vez, se constituyen en el estadio inicial inalterable para las elecciones generales (Ley 1096, artículo 29). Es decir, todo partido político o agrupación ciudadana con alcance nacional que quiera participar en las elecciones de 2025 deberá participar en las primarias; y el TSE no puede eliminar arbitrariamente una elección.
No pongo en duda la buena fe de los miembros del TSE en su decisión de convocar a una cumbre política e interinstitucional. Considerando el clima político/partidario al interior de los órganos de poder, es conveniente que el TSE tome recaudos necesarios ante posibles “sorpresas constitucionales” que puedan interferir en sus funciones y así asegurar el proceso electoral más importante: elecciones generales. Sin embargo, dado el contexto referido, los vocales pecan de ingenuos. Sólo una ley podría eliminar las Primarias, y ésta sólo puede emanar del Legislativo. ¿Realmente creen que la actual Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) está en capacidad de abandonar sus intereses para aprobar leyes con pleno consenso y en tiempo prudente?
Sobre las elecciones primarias muchos actores políticos propusieron su eliminación o modificación (elecciones abiertas donde no sólo participen militantes). A éstas voces detractoras se ha sumado el vocal Tahuichi Tahuichi. A tiempo de anunciar la referida cumbre partidaria, señaló que las primarias son un “gasto insulso” (35 millones de bolivianos) y no responden a la democracia interna de los partidos; además, su eliminación permitiría que las elecciones judiciales se realicen este año.
No cabe duda que las elecciones primarias de 2019 fueron un fracaso; principalmente por los vacíos existentes en la Ley 1096 (Ley de Organizaciones Políticas) y que el reglamento emitido por el anterior TSE no contempló. Ambos instrumentos normativos no señalan qué sucedería si los partidos políticos no inscriben más de un binomio, incluso el reglamento permitió la participación de uno solo (TSE-RSP-ADM No. 0469/2018, artículo 37: “(…) podrán inscribir uno o más binomios…”).
Por ello, es necesario modificar la Ley 1096, ya sea ampliando la cantidad de votantes, o conminando a los partidos a inscribir al menos dos binomios. Las elecciones primarias promueven la democracia interna en los partidos, y si éstas son abiertas, permiten un mayor involucramiento ciudadano en la construcción del sistema político. Si se busca más democracia, no parece correcto eliminar procesos electorales.
Ahora bien, considerando el tiempo restante en este 2024, la eliminación de las primarias posibilitaría la conformación de nuevas agrupaciones políticas o alianzas ciudadanas en miras a las generales, lo que significaría un reforzamiento significativo de nuestro sistema de partidos, haciéndolo verdaderamente plural, democrático y competitivo. El problema es que quizá ése tiempo es insuficiente para que éstas nuevas organizaciones políticas logren concretizar las demandas sociales en contenidos programáticos que generen adhesión ciudadana suficiente para constituirse en potenciales rivales al MAS.
Aún con todo, la eliminación o modificación de las primarias no generará un cambio sustancial en nuestra maltrecha democracia. Tampoco lo harán las elecciones generales si todo el régimen político se mantiene tal cual lo conocemos desde 2009. La crisis que sufre nuestro sistema político requiere de análisis y esfuerzos que van más allá de la supresión de un proceso electivo o la insistencia en uno que lleva ya dos fracasos en su haber (judiciales).
Todo sistema político consta de otros subsistemas: gobierno, partidos, instituciones de poder. Una crisis estructural o grave en ellos se presenta cuando: el gobierno no es capaz de resolver los problemas sociales, económicos, etc.; el sistema de partidos ni coadyuva al ejercicio democrático (en todas sus variantes), ni garantiza competitividad, ni permite una verdadera pluralidad política y representativa; los órganos de poder no son funcionales a los fines del Estado, carecen de legitimidad e independencia.
Identificadas las crisis, corresponde devolver equilibrio e independencia a los órganos de poder y vigencia al Estado de Derecho. ¿Cómo? Cambiando el régimen autoritario por uno democrático, a través de una transformación o rediseño de: 1) las instituciones públicas; 2) las estructuras territorial, política y económica; 3) los elementos constitucionales y/o legales.
Ése cambio de régimen que tanto necesita nuestro país necesita más que una Cumbre Multipartidaria e Interinstitucional que elimine o fuerce procesos electorales. Es necesario un compromiso firme y completo de partidos opositores y ciudadanía, incluso de las actuales autoridades, para lograr una consolidación democrática basada en: pluralismo político, institucionalidad plena, efectiva separación de poderes, confianza ciudadana, estabilidad económica, atribuciones claras entre órganos de poder y entes de gobierno, competencia electoral real, certidumbre jurídica, respeto irrestricto de libertades y ejercicio efectivo de derechos fundamentales.
La invitación del TSE es una buena señal, pero una reunión no hará verano, es decir, una mejor democracia. Más aún si para hablar de ella sólo se toma en cuenta a los representantes del Legislativo, del Ejecutivo y a los partidos con personería vigente (en total 11, muchos de los cuales ya no gozan de reconocimiento social ni tienen buena cantidad de militancia). ¿Por qué no convocar también a grupos ciudadanos o cívicos, y pensar en una cumbre para lograr un acuerdo nacional, en un intento de dar soluciones a los temas más apremiantes?
En mesa esperan la justicia y la economía; en el horizonte nos aguardan las elecciones generales. Todas requieren soluciones y certidumbre, por eso es urgente que hablemos de democracia; pero sin la participación de todos los actores y entes políticos, sin voluntad y consenso, cualquier reunión o cumbre perecerá como la golondrina que avistó el joven de la fábula de Esopo.
América Yujra Chambi
[*] Fábula 169. El joven libertino y la golondrina en: Esopo. (2015). Fábulas. Penguin Clásicos