La solución a la contaminación sería fácil si se aplicaran las normas existentes sobre el manejo de este material y el medio ambiente.
La contaminación por mercurio en la actualidad se constituye en un grave problema que afecta a la salud, al medio ambiente y a los procesos productivos en minería. Efectivamente, el uso de mercurio metálico en la obtención de oro en la minería artesanal, en Bolivia es uno de los más altos del mundo y, pese a los acuerdos internacionales, no solo no se ha reducido, sino que se ha incrementado drásticamente.
El daño a la salud de los mineros y sus familias por inhalación de los vapores que se generan para desprender por calor el mercurio unido al oro, se traduce a la larga en daño renal y neurológico severo e irreversible. Esta afectación no es motivo de alarma y reclamo entre los mineros porque no se presenta en el momento y la necesidad de contar con recursos para sobrevivir es más acuciante. El mercurio desechado contamina el suelo y los cuerpos de agua, las bacterias lo metilan y la flora y fauna acuícola lo absorben bio-magnificando su presencia en los peces que comen los habitantes rio abajo y los de las ciudades. Tal proceso es enormemente mayor en las represas, donde se estanca el agua y la proliferación bacteriana es exponencial.
La solución a este problema sería relativamente fácil si se aplicarán las normas existentes sobre el manejo de este material y el medio ambiente; sin embargo, para todos está claro que la aplicación de tales normas que restringen el uso del mercurio por acuerdos internacionales y disposiciones locales traería consigo un enorme problema social toda vez que una cantidad importante de personas, ante la falta de empleo, han optado por la extracción de oro en zonas aledañas a los ríos del trópico amazónico sub-andino, empleándose en cooperativas asociadas o no a empresas extranjeras que detentan las concesiones legales y las ilegales en áreas protegidas. La afectación del medio ambiente, dañando flora y fauna con extensas zonas de deforestación y desertificación, significan costos ambientales que no se incluyen en las cuentas de la minería.
A eso se suma el hecho de que los procesos son francamente ineficientes ya que no se recupera gran parte del oro, desperdiciando así los recursos mineralógicos del país. Todo lo anterior, a lo que se adiciona los exiguos aportes tributarios al Estado, que son solo una fracción de lo que corresponden a la ley, debieran ser motivo suficiente para detener este proceso de extracción irracional. Pero, como ya se dijo, los intereses de los grupos involucrados con su enorme peso político, por ser parte de las organizaciones que sostienen a los gobiernos (con los anteriores gobiernos también el escenario se repetía con la minería mediana y grande), son un impedimento en la aplicación de las normas ambientales, impositivas y de salud. A esto se suma la imperiosa necesidad de asegurar ingresos de recursos monetarios al país, aunque estos no pasen directamente al Estado, pero otorgan un amortiguamiento propio de la presencia de divisas circulantes en una economía informal y fuertemente terciarizada, Por tanto, en el escenario actual, ante imposibilidad de detener las operaciones mineras en esa región, el problema que genera la utilización de mercurio parece conducir a una encrucijada francamente irresoluble.
Si bien es estrictamente necesario impedir que la minería destruya las áreas protegidas por su alto valor en recursos genéticos y de biodiversidad, que a su vez tienen un elevado potencial en su capacidad para generar recursos financieros en el turismo (Costa Rica generó en 2021 más de 4.600 millones de euros por turismo relacionado con la biodiversidad, con la décima parte de la extensión de Bolivia y muchos menos destinos turístico), queda claro que en los sitios donde se pueda dar la minería legal, va a tener que reconocerse la necesidad de convivir con la minería del oro. Por tanto, ante la inexcusable necesidad de buscar soluciones y alternativas, es preciso, como es habitual en otros lugares, acudir a la aplicación del conocimiento científico-técnico para resolver este tipo de problemas y plantear políticas en el rubro.
En el caso que manejamos, se sabe que para resolver el proceso de contaminación es posible aplicar procesos tanto biotecnológicos como químicos alternativos. Efectivamente, existen
bacterias que capturan, internalizan y acumulan mercurio para luego poder ser recuperado en circuitos de reciclado. Este proceso puede ser estandarizado y los procedimientos adecuados a las condiciones de la minería artesanal, cultivando y amplificando dichos microorganismos en piscinas de reciclado en lugar de enviar al rio el mercurio desechado.
También es posible la utilización de otros mecanismos para extraer el oro, por ejemplo, la cianuración, que permite que este producto químico pueda ser utilizado ampliamente ya que al ser desechado se destruye con la luz solar y los restos son eliminados por las bacterias del suelo generando, carbono y nitrógeno, qué son útiles para la atmósfera y para las plantas.
Recientemente se ha validado a nivel internacional el uso de la glicina, un aminoácido relativamente fácil de obtener, en combinación con permanganato de potasio, para lixiviar el material obtenido de la tierra y recuperar el oro con eficiencia parecida a la que se obtiene con la cianuración. Estos compuestos se descomponen parcialmente para formar dióxido de manganeso insoluble, oxalato de calcio insoluble y nitrógeno, todos los cuales son compuestos químicos naturales de baja toxicidad.
Como se puede ver, existen soluciones a este tipo de problemas a partir de la aplicación de conocimiento, el cual debe ser asimilado críticamente y los procesos adecuados a la realidad local. Desafortunadamente, tal hecho, denominado innovación, no es parte de la cultura de nuestros países. Los gobiernos nunca han querido formalizar la innovación como estrategia estructural de desarrollo. Las soluciones a los grandes problemas y la toma decisiones políticas en nuestro país no se las realiza sobre la base del conocimiento, son casi siempre producto de la respuesta a los intereses de grupos de poder político.
En el caso de la contaminación con mercurio y la explotación del oro aluvial del norte amazónico de La Paz, se requiere soluciones que deben ser formuladas y discutidas con los ámbitos académicos en los cuales existe experiencia y visión interdisciplinaria para estos propósitos. En el caso presente, la aplicación del conocimiento para definir una política incluye el uso del conocimiento ambiental, geográfico, hidrobiológico, edafológico, demográfico, etcétera. Por tanto, la universidad, como entidad estratégica del Estado en la gestión del conocimiento, debiera ser convocada de inmediato para plantear la solución estructural que se requiere.
Roger Carvajal es investigador emérito de la UMSA