¿Por qué el MAS recibió una paliza?

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Por: Andrés Gómez Vela*

Porque no pudo usar los clivajes étnico y de clase; porque sus candidatos eran deficientes respecto a sus contrincantes; porque la contradicción izquierda-derecha quedó erosionada; porque su campaña fue pésima; porque la estrategia del miedo provocó que sus líderes (el Presidente Luis Arce y el jefe de ese partido, Evo Morales) pronunciaran palabras que causaron un efecto contrario.

Por ejemplo, el día que el presidente Arce dijo: “Hemos mandado vacunas para el pueblo, para los médicos, no para las familias de los ricos, no para la oligarquía tarijeña”; ese día, los votos que iban a ser nulos o blancos o posibles, y que iban a sumar al candidato de su partido, pasaron a ser votos útiles en favor de Oscar Montes, candidato de la oposición a la Gobernación de Tarija.

Si el 18% que había apoyado a Adrián Oliva en la primera vuelta tenía dudas, al escuchar a Arce ratificó su decisión de votar contra el masismo a pesar de su no preferencia por Montes. ¿A quién le gusta pues un partido o político discriminador en temas tan sensibles como el derecho a la vida que exige cohesión social?

La principal herramienta de la política es la palabra. Ésta tiene un poder de seducir, persuadir o disuadir. Viaja de una cabeza a otra, no de una boca a otra. Desde el momento que sale de unos labios, el mensaje ya no pertenece al orador, sino al público que lo decodifica a través de sus valores políticos. Aunque va de una cabeza a otra, muy rara vez la palabra es evaluada e interpretada de manera lógica y objetiva.

Generalmente, el individuo compara el mensaje que le llega con algún valor político interiorizado y lo interpreta en su marco de sucesos. Intuye, deduce, concluye, acepta o rechaza, cambia o ratifica su opinión, y actúa. Rechaza cuando la palabra que escuchó no cuadra ni con su pensamiento ni con su sentimiento. Si a este aspecto agregamos el contexto adverso y el mal humor social, el mensaje causa acciones.

“Hoy todos somos ricos y oligarcas, aunque usemos abarcas”, “buen día, oligarcas”, corrieron las respuestas a Arce en las redes sociales y los líderes de opinión, que no son solo los que aparecen en los medios, sino aquellos que informan a los vecinos y amigos, divisaron las palabras del Presidente en el futuro y alertaron consecuencias autoritarias.

Ni en Tarija ni en Pando funcionó la contradicción izquierda – derecha porque la mayoría de los electores ya tuvo la oportunidad de verificar que esa dicotomía no es más que una cuestión discursiva, pues, percibe que “los políticos” son iguales. Se persiguen, se encarcelan. Son vengativos, corruptos (una generalización peligrosa), mentirosos y tránsfugas.

El jefe del MAS dio la razón a esa mayoría al elegir, en Pando, como candidato de su partido, que se auto-identifica como izquierdista, a un político (Miguel Becerra) que fue parte del derechista Acción Democrática Nacionalista (ADN) del dictador Hugo Banzer.

Morales desobedeció el mandato de sus bases que habían elegido como candidato a Regis Richter, nacido a la vida política en el MAS. Por tanto, era imposible catalogarlo como candidato de la derecha, más aún cuando el candidato de Morales provenía de la derecha. Richter se postuló por otro partido liderado por un indígena del occidente (MTS) y ganó.

En La Paz y Chuquisaca, el masismo no pudo apelar al clivaje étnico, que le servía para aglutinar las voluntades contra los K’aras y mestizos, porque Santos Quispe es aymara y Damián Condori, quechua. Tampoco pudo recurrir al clivaje de clase social porque éstos y sus contrincantes masistas tienen la misma cuna.

Entonces, ¿cuál fue la diferencia? En el caso de Damián, los valores políticos y su cultura democrática más cercana a las clases medias que rechazan las prácticas antidemocráticas del masismo. En el caso de Santos, su rechazo al masismo que coincidió con el voto antimasista que dejó las opciones blanco y nulo por las amenazas de Morales.

El jefe del MAS quiso infundir miedo. Culpó a “la justicia” por no haber encarcelado a los alcaldes electos de La Paz (Arias) y de Cochabamba (Reyes Villa) y al gobernador electo de Santa Cruz (Camacho) para evitar que éstos ganen. Este mensaje generó desafío en lugar de miedo.

El español Alex Grijelmo escribió que “una palabra posee dos valores: el primero es personal del individuo, va ligado a su propia vida; y el segundo se inserta en aquél pero alcanza a toda la colectividad”. Entre la colectividad, Morales tiene una imagen y palabra devaluadas. Por ello, fue una pésima decisión del MAS nominarlo como jefe de campaña.

He ahí algunas de las razones por las cuáles el MAS sufrió una paliza electoral el domingo pasado.

*Andrés Gómez Vela es periodista.

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