Max Baldivieso – Modelo Económico boliviano: con argumentos para sortear la tempestad de la crisis financiera y monetaria global

681 views
3 mins read

La crisis financiera global ha marcado la agenda debido a su impacto en el desarrollo económico de los países a nivel mundial.

Esta coyuntura se agravó desde las crisis de las cadenas de suministro a finales de 2021 y principios de 2022, seguida por la guerra en el Este de Europa; todo esto ha provocado un aumento en los diferentes insumos y materias primas para la industria; elevación del precio de los carburantes de hasta un 90 %; e inflaciones y devaluaciones de monedas en muchos países, que han sido los actores principales de la crisis global del 2022.

En el 2023, la crisis se extendió a otros escenarios y ahora se ha incrustado en el sistema financiero global, donde los países que tienen una relativa hegemonía, como es el caso de EE.UU., se ha visto en serios problemas financieros y una inflación creciente. Esto obligó a subir sus tasas de interés, lo que genera el aumento de la demanda de dólares en todo el mundo y transfiere su crisis a otros países que dependen de esta divisa; sin embargo en Bolivia, gracias a la bolivianización, se está haciendo frente a esta problemática global.

Las políticas de elevación de intereses provocaron la desaceleración de la economía y esto condujo en Estados Unidos a la quiebra de tres bancos, que tenían bonos de las Reservas Federales estadounidenses. Con la coyuntura de aumento de los intereses, los bonos perdieron su valor inicial de compra y no pudieron ser monetizados en su totalidad. Como resultado, se comercializaron con una pérdida del 50 %, provocando una falta de liquidez en estos bancos y, por consiguiente, su quiebra.

Hay muchos ejemplos de estos problemas en otros países que tienen calificaciones de solvencia y estabilidad económica por las agencias certificadoras de crédito, pero que viven y respiran la crisis, como es el caso de Italia, España, Alemania, Bélgica, Estados Unidos, entre otros. Sus síntomas son la inestabilidad financiera, lo que significa que sus bancos se encuentran en serios problemas de liquidez; sus bonos emitidos se encuentran a la baja, hay desempleo, inflación, cierre de industrias, desahucios, etc. Estos no son el panorama de triple A que nos cuentan las certificadoras, al contrario, son países que les cuesta llevar sus economías endeudadas hasta un 100 % de su Producto Interno Bruto.

En contraposición a esta descripción de la crisis global, el modelo económico boliviano, que no sigue las recetas nefastas de los grupos financieros, está sobrellevando la tempestad económica mundial. Una muestra clara es su baja inflación de febrero, que ha sido del 2,6 %, 5 décimas inferior a la del mes anterior. La variación mensual del IPC (Índice de Precios al Consumo) ha sido del -0,4 %, lo que significa que la inflación acumulada en 2023 es del -0,1 %.

Además, se puede ver que las medidas económicas están logrando reducir el déficit fiscal de dos dígitos de 2020 (-12,7%) a -9,3% en 2021 y a -7,2 en 2022. El balance fiscal corriente se estabiliza, lo que garantiza la sostenibilidad del Estado en la relación ingresos corrientes versus gastos corrientes, que se perdió durante la administración de Jenine Áñez, pasando de -6,1% a -0,3%.

En el 2020, Bolivia contaba con 6.468 millones de dólares. Durante el gobierno transitorio, se gastaron 1.716 millones de dólares, justificando que fue debido a la pandemia. Si bien es cierto que la pandemia fue una coyuntura muy difícil, pero para Bolivia fue catastrófica debido al mal manejo económico, la corrupción pública y la falta de claridad en los gastos ejecutados por el gobierno transitorio.

Un ejemplo de esto es que, en el 2019, las exportaciones del país alcanzaron los 8.796 millones de dólares, mientras que en el 2020 se llegó solo a los 6.898 millones de dólares, es decir, un 10 % menos. Además, hubo una reducción significativa en las importaciones, lo que significa que entraron divisas al Estado producto de las exportaciones y el gasto del Estado en salud en el año 2020 fue un 10 % menor que en 2019, ya que se importaron menos hidrocarburos, insumos y materias primas para la industria. Además, el Estado no compró pruebas rápidas ni medicamentos para combatir el virus, lo que llevó a que estos gastos fueran cubiertos por el pueblo boliviano.

Sin embargo, estos datos no son tomados en cuenta en el análisis liberal. Comparando con el actual gobierno, las reservas recibidas en 2020 ascienden a 4.752 millones de dólares, ahora en el 2023 se cuenta con 3.550 millones de dólares. Solo se gastaron 1.202 millones de dólares en 2 años de gestión, pero el Estado cubrió de forma subvencionada las pruebas rápidas, las vacunas para los bolivianos y se subsidiaron los carburantes pese a la coyuntura de crisis global. Además, se invirtió en la industrialización, se apoyó al aparato productivo, se redujo el desempleo del 11% al 4.5%, se bajó el margen de pobreza en el país y se redujo el gasto público. Ahora, se implementan políticas que ayudarán a subir las Reservas Internacionales Netas (RIN), como la ley del oro, la canalización de los dólares del comercio exterior y la financiación de préstamos.

El modelo económico sufre una serie de ataques que buscan desvirtuar la estabilidad económica y crear incertidumbre en los bolivianos a través de especulaciones de algunos medios amarillistas y un constante asedio de las redes sociales. Estos medios tratan de imponer un discurso terrorista basado en mentiras, generando miedo en la población.

Max Baldivieso es periodista

Facebook Comments

Latest from Blog