Max Baldivieso – Gracias a la manufactura, el crecimiento del PIB es de 3,97%, esto confirma el camino que se debe mantener

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“Bolivia, situada en el corazón de Sudamérica, tiene una situación geográfica mediterránea, con hiodrovías de acceso al Atlántico y con un corredor al océano Pacífico sujeto al capricho de los dueños de los puertos”. Así se veía al país en los libros hasta el 2006. Esta sujeción mantuvo el rezago, con empresas públicas coartadas y una mediocre visión de Estado. A partir de ese año, una política brillante en lo económico deshizo la estigmatización y, aunque nunca se podrá competir con países con salida al mar, la apertura al mundo avanza.

El camino empezó su avance el 2006, con políticas económicas brillantes y con la soberanía de la moneda, el Boliviano. La energía y los alimentos fueron la base para empezar a construir una Bolivia competitiva en mercados internacionales.

 Está carrera se vio truncada por un mal cálculo político, el referéndum de reelección. La bandera del “21 F” de la oposición fue capitalizada con el derrocamiento del presidente Evo Morales. Ese fue el momento de quiebre y llegó la oportunidad para quienes criticaban el modelo económico y de exportaciones.

La primera medida del gobierno de Añez, a través de su ministro de Comercio Exterior, Willy Rojo, fue liberar las exportaciones. Se trata del primer paso de una crisis de precios para los sectores cárnicos del país.

Luego, los cinco ministros del área económica no pudieron sobrellevar la economía del país. El camino era devaluar la moneda para ser competitivos, no pudieron efectuar esa medida antipaís por la pandemia y solo se dedicaron a saquear. Su oportunidad de reponer el modelo neoliberal fue viciada por la avaricia. Luego huyeron con el botín, dejando una Bolivia en crisis.

En esa debacle vino el gobierno de Luis Arce, quien empezó con una medida clave, la vacunación de la población. Luego, la inversión pública y la reactivación del mercado interno tuvieron frutos el 2021 con una recuperación de 6,11% en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

El 2022 empezó para Bolivia con pronósticos como estos. El Banco Mundial (BM) proyectó un crecimiento de 3,9% para la economía boliviana en 2022, de acuerdo con su informe Perspectivas Económicas Globales.

El último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima que Bolivia registrará 3,5% de crecimiento del PIB en 2022. El Fondo Monetario Internacional (FMI) preveía el 3,7%.

Las políticas económicas coherentes estabilizaron al país el 2021 y, con una apuesta por el desarrollo de la industria manufacturera, el fortalecimiento del mercado interno y los buenos precios internacionales, se empezó una carrera de competitividad en el comercio exterior.

En exportaciones se llegó a 8.220 millones de dólares hasta julio de 2022, con incremento del 39% respecto al año anterior. Con un fuerte impulso de la industria de manufacturas, el saldo comercial positivo bordea los 1.300 millones de dólares.

Para cerrar estas cifras, el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, informó que el PIB de Bolivia creció en 3,97% en el primer trimestre de 2022, con aporte del mercado interno que impulsa esta expansión y contribuye a dinamizar la actividad productiva.

Hay sectores que aportaron de manera consistente a este crecimiento. Entre otros la manufactura de estaño, la soya y sus derivados, la industria azucarera y alcoholera, la joyería, el oro, el café, la carne bovina y la urea.

 Algunos ejemplos de crecimiento contundente son transporte y almacenaje, que alcanzaron al 11,1%; electricidad, gas y agua, con 8,8%; construcción, con 7,1%; agropecuaria, con 5,3%, y minería, con 5,2%.

Además, los establecimientos financieros alcanzaron al 4,9%; comercio al 3,7% e industria manufacturera con 2,1%. En resumen, de -0,6%, en 2021, el primer trimestre de 2022 se obtuvo un crecimiento de casi 4%.

Esto se atribuye a la política económica poco ortodoxa, con sustitución de importaciones y amplias subvenciones en agricultura, industria y combustibles.

La fórmula del Estado boliviano es fomentar la producción agropecuaria y aplicar un esquema de subvenciones en las áreas productivas.

Ahora, a los bolivianos solo les queda cerrar el año con un crecimiento mayor a lo esperado. De esa forma se enfrentará un 2023 con disminución de precios de materias primas, pero con alza en productos con valor agregado.

La industrialización es el camino a seguir, la tarea es dar valor agregado a las materias primas con trabajo conjunto de públicos y privados y con buen manejo del esquema de la cadena de suministros, tanto para el mercado interno como para las exportaciones.

Max Baldivieso es periodista

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