Max Baldivieso – Economía con soberanía para enfrentar el 2023

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Un discurso técnico y real mostró el trabajo positivo de dos años muy duros para el país y el mundo. Pese a las dificultades, los logros de la economía nacional merecen atención y apoyo de la población, igual que en el extranjero, donde se admira la eficacia de un modelo inclusivo. Las cifras e indicadores demuestran los mayores avances.

Por los dos años de gestión, el discurso del presidente Luis Arce giró en torno a una sola premisa, la soberanía, que va desde la alimentaria y económica, hasta la energética, agrícola, pecuaria, indígena, urbana y democrática, acompañada de salud, educación y empleo para beneficio de la población.

Según varios análisis, fue un discurso técnico real, de dos años muy duros de trabajo para recuperar los niveles de antes de la crisis política de 2019 y de la pandemia que fue manejada de manera desastrosa por el gobierno de facto.

La administración de Luis Arce empezó con medidas clave, estás fueron la dotación de vacunas y pruebas covid para todos los bolivianos sin costo y la reactivación del mercado interno con bonos e inversión pública.

Esta receta fue aplicada para reconstruir la economía y el bienestar de la población. El éxito de esta política dejó un 2021 con crecimiento del 6,1 % y de 4,13% hasta junio del 2022.

Se trata de un logro en el mundo polarizado por la guerra en el Este de Europa, la volatilidad de los precios de las materias primas, el alza constante de insumos para la industria, las inflaciones, el desempleo y las crisis en las cadenas de suministro.

Además, el país tiene la inflación más baja a nivel global, con 1,55%. Esto asegura un poder adquisitivo firme y que favorece a los sectores más vulnerables.

Por otra parte, el Estado impulsa la industria y reconstruye la economía con seguridad para las nuevas generaciones, bajo el lineamiento del plan de industrialización 2021-2025.

En este marco, en su discurso el Presidente planteó seguir a contra corriente con políticas económicas pensadas para la población y en la reafirmación de la industria, con la subvención a los hidrocarburos. Esto permite crecer a los emprendimientos privados y genera inversión, empleo, productos para consumo interno y excedentes con valor agregado para la exportación.

Las cifras actuales

El proceso económico en Bolivia tiene muchas victorias y virtudes. El comercio exterior llegó a 10.600 millones de dólares, con superávit de 960 millones de dólares. Esto significa el incremento de 32% respecto al 2021.

El crecimiento de la manufactura alcanza al 50% de las exportaciones, con 5.310 millones de dólares. A esta cifra le siguen los minerales, con 2.319 millones de dólares; los hidrocarburos, con 2.306 millones de dólares, y la agricultura y silvicultura con 647 millones de dólares.

La evolución de la manufactura da señales positivas de que la industrialización es el camino que se debe seguir. Es necesario dar valor agregado a la materia prima nacional para obtener mejores precios en el exterior y precio justo en un mercado interno bien abastecido.

Otro de los hitos de la economía boliviana es el crecimiento de los depósitos en el sistema financiero. Hasta septiembre de 2022 estos ascendieron a 31.837 millones de dólares, lo que representa el incremento del 5,3%, equivalente a 1.610 millones de dólares por encima de lo registrado hasta septiembre de 2021.

Los depósitos denotan la confianza en la moneda boliviana y en la estabilidad económica que vive el país.

Al cierre de septiembre de 2022, la brecha entre depósitos y cartera es positiva con 1.128 millones de dólares, asimismo, se cuenta con niveles adecuados de liquidez, la cual alcanza a 9.026 millones de dólares.

Este indicador confirma la posibilidad de inyectar mayores recursos para financiar las actividades económicas de entidades de intermediación financiera.

En otros datos, la inversión pública creció en 61%, hasta un monto de 2.587 millones de dólares. Se trata de la colocación más alta de recursos estatales en la región, con 6,5%, comparado a economías de varias naciones.

Por ejemplo, Brasil llega a 2% de inversión pública; Uruguay y Paraguay a 2,9%; Argentina a 3,1%; Perú a 4,1%; Ecuador a 5,6% y Colombia a 5,8%.

Además, el modelo económico nacional mantiene políticas sociales como el incremento salarial y los bonos para la población en situación vulnerable. En 2021 la pobreza moderada fue de 36,3% y la pobreza extrema de 11,1%. Son los registros más bajos en Bolivia desde 2005.

Por otro lado, la desigualdad social –medida por el Índice Gini– llegó a 0,42%. Esto muestra avances en la lucha que el Estado prioriza para reducir las diferencias económicas. Por eso fueron creadas unas 214 mil nuevas fuentes laborales, mediante planes como el Programa de Apoyo al Empleo II.

Las medidas aplicadas

Como parte del fortalecimiento a las empresas, los bancos múltiples deben mantener un nivel mínimo del 60% de su cartera en créditos productivos y Vivienda de Interés Social, así el crédito al sector productivo debe ser de, al menos, 25%.

Al cierre de septiembre de 2022, la cartera destinada al sector productivo alcanzó a 14.377 millones de dólares, superior en 1.337 millones de dólares respecto a similar periodo de la gestión 2021. Es decir, 10,3% por encima, lo cual refleja mayor dinamismo que el resto de la cartera, resultado de la recuperación económica del país.

Los proyectos de infraestructura como Empleo BOL 34 mejoran la vida de los ciudadanos más pobres a través de una intervención en pequeña escala. Con ello fueron creados 18.000 empleos directos y 55.000 empleos indirectos para la construcción de 1.200.000 m2 de enlosetados que benefician a 339 municipios.

El Fideicomiso para la Industria Nacional y para la Sustitución de las Importaciones, creado con un monto inicial de 911 millones de bolivianos, fue ampliado a 2.393 millones de bolivianos. Con ello se establece el crédito SíBolivia para la sustitución de importaciones.

De este modo, hasta el 31 de octubre del 2022 se desembolsó 1.223 millones de bolivianos, que  favorecen a 9.082 unidades productivas, de las cuales el 98% son mypes (micro y pequeñas empresas).

El proceso económico implantado en el país está pensado en beneficiar a la población boliviana, es un modelo empático y con políticas de justicia social para la repartición de los ingresos. Es la tarea que empezó el Estado y la proyecta para el bienestar y la soberanía.

Esta realidad llama a dejar a un lado la mezquindad de los entes desestabilizadores, que solo buscan destruir lo construido para que los fondos buitres terminen de desgarrar la economía y el futuro de las nuevas generaciones.

Es hora de decirles “No” a los pequeños grupos y apoyar a la economía libre y soberana para todos.

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