Ningún tema ha atraído tanto interés y compromiso mundial como los problemas del medio ambiente, por la realidad insoslayable de que éste nos pertenece a todos, nos afecta a todos y, por tanto, nos concierne a todos. El medio ambiente no es más que el conjunto de elementos abióticos (energía solar, suelo, agua y aire) y bióticos (organismos vivos, incluyendo al hombre) inter-relacionados entre sí, que integran la delgada capa de la Tierra llamada biosfera, sustento y hogar de los seres vivos.
La problemática ambiental surge cuando salen a relucir las insatisfacciones de enfoques temáticos, reductores de las realizaciones científico-técnicas y sociales, las cuales, al resolver un problema generaban otros. En ocasiones, fue peor el remedio que la enfermedad. El ejemplo más cercano es el botadero de K´ara K´ara en Cochabamba, que sigue recibiendo basura y contaminando las aguas subterráneas y superficiales. “…Si bien la ciencia y la tecnología nos proporcionan numerosos y positivos beneficios, también traen consigo impactos negativos, de los cuales algunos son imprevisibles, pero todos ellos reflejan los valores, perspectivas y visiones de quienes están en condiciones de tomar decisiones concernientes al conocimiento científico y tecnológico…” (Cutcliffe, 1990).
En las últimas décadas se ha producido un incremento del interés por la tecnología y han proliferado las reflexiones históricas, sociológicas y filosóficas sobre ella, tomando en cuenta sus fuertes interacciones con la ciencia y la sociedad.
La sociedad actual tiene una tendencia a estimular la participación de todos los integrantes del sistema productivo hacia el tránsito a tecnologías (Gobierno Abierto), impuestas para el crecimiento económico individual y de las naciones en conjunto con el desarrollo del potencial humano; adquiriendo gran importancia al conocimiento de tecnologías de avanzada, o sea, del “conjunto de teorías y de técnicas que permitan el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”, sin tener en cuenta que la problemática ambiental (polución y degradación del medio, crisis de recursos naturales, energéticos y de alimentos), surgió, en las últimas décadas del siglo XX, como una crisis de la civilización.
Generalmente, la conservación del medio ambiente y la protección de los recursos naturales se realizan sobre bases científicas, siempre y cuando exista la voluntad política. Los recursos económicos y las condiciones óptimas en infraestructura y recursos humanos, para salvaguardar la naturaleza en beneficio de las actuales y futuras generaciones; aunque los problemas ambientales y sociales también existen por el propio avance de la ciencia y la técnica en el mundo industrializado de hoy. Esto pudiese verse como una contradicción, pero no lo es tanto así, ya que con un poco de racionalidad económica se tendría otro poco de equilibrio ambiental y las tecnologías estarían en función de recuperar el planeta, y no destruirlo.
Un cambio oportuno de mentalidad ha propiciado a escala internacional, pero aún no global, la adopción de regulaciones, disposiciones, decretos y leyes, así como la aplicación de la ciencia, la técnica y la tecnología, a favor de un incremento de la calidad de la vida.
Estamos frente a mutaciones culturales y sociales que no nos dejan ver con claridad la magnitud de la importancia de un cambio de actitud y de ser capaces de crear un nuevo ser: “aquel que quiera dar lo que tiene al que no tiene”.
Jorge Costas Arze es abogado