El Banco Unión informó que se convirtió en corresponsal del Banco de Industria y Comercio de China (ICBC). El evento contó con la presencia de Marcelo Montenegro, Ministro de Economía, quien afirmó que lo hecho «da certeza a toda la población para realizar operaciones entre yuanes y bolivianos, (…) sin intermediación de otras monedas».
Desde el punto de vista microeconómico, para el Banco Unión, es un logro, puesto que eliminará la intermediación financiera, reducirá las comisiones bancarias y ofertará un mejor servicio a menor costo.
Sin embargo, para la macroeconomía boliviana, el uso del yuan va más allá de ofrecer una alternativa a la escasez de dólares. Provoca otros efectos que pueden ser más negativos que positivos.
Así, si consideramos que los operadores de comercio exterior podrán sustituir el dólar por el yuan, el efecto directo ampliamente beneficioso es para los importadores desde China.
Como ya no necesitas dólares y puedes convertir tus bolivianos en yuanes, ¡a importar desde China se ha dicho todo lo que no se pudo por la escasez de divisas!; y no solo eso, sino mucho más.
Podría producirse una importación de bienes finales o insumos que provenían de otros países que por la falta de dólares están escasos o no hay en el mercado, sustituyéndolos por los de origen chino, aún cuando no cumplan condiciones de calidad porque evidentemente la peor mercancía es la que no hay.
Por ejemplo, las maquinarias y insumos para el sector exportador agroindustrial cruceño de origen brasileño podrían ser sustituidas por las provenientes de china. En teoría económica es el denominado efecto desviación de comercio.
En lo que respecta al sector de manufacturas, cabe esperar que las compras desde china, recobren su tendencia creciente porque China es la factoría del mundo; sumiendo nuevamente a la industria nacional en crisis y desamparo.
Ni qué decir lo favorable que es para los abastecedores del comercio informal (contrabandistas). Si ya no necesitan dólares y pueden pagar en bolivianos, es probable que inunden los mercados de la Huyustus en La Paz, la Cancha en Cochabamba o la Ramada en Santa Cruz, porque ahí casi todo son manufacturas chinas.
Es decir, con la introducción del yuan las importaciones de origen chino -que ya ocupan el primer lugar con una participación de 20%- tienen un entorno totalmente favorable para su crecimiento.
En lo que respecta a las exportaciones, el uso del yuan tiene un efecto nulo o podría ser negativo. Las ventas de productos bolivianos a cambio de dólares no variará por efecto del yuan (tal vez sí por el levantamiento de las restricciones). Dudo mucho que al exportador le interese recibir yuanes en vez de dólares.
En éste punto la pregunta que se harán los chinos es: ¿si China acepta la moneda boliviana a los importadores, por qué no devolverlos en pagos a los propios exportadores bolivianos?. ¿Acaso no existe la bolivianización de la economía? Así los pagos por las exportaciones bolivianas podrían ya no venir en dólares, sino en bolivianos o yuanes. Ojalá que no.
Sobre los movimientos de capitales de los residentes chinos en Bolivia, sean formales o informales (minería ilegal), podrán repatriar sus capitales y ganancias de Bolivia a China en menos que canta un gallo. No ocurrirá lo inverso porque no hay empresarios bolivianos en China ni migrantes que envíen sus ganancias o remesas a Bolivia.
En el balance, para la macroeconomía boliviana, los efectos son más negativos que positivos. Es de esperar que el déficit comercial bilateral de 1.242,1 millones de dólares ocurrido el 2023 crezca el 2024. En lo interno sea una puñalada por la espalda a la industria nacional y tire por el caño cualquier intento de sustitución de importaciones de manufacturas.
Al final, habrán muchas empresas chinas en tenencia de bolivianos. Entonces surge la pregunta del millón: ¿que harán los chinos con la moneda boliviana?.
La respuesta la tendrá que dar el gobierno, pero no hay donde perderse, seguro será un arreglo de gobierno a gobierno a través de los denominados swaps. En facilito no es más que deuda que se sumará a la existente con China que según un organismo norteamericano asciende a $us 4.100 millones. El Banco Central de Bolivia indica que sólo suma $us 1.414 millones.
Lastimosamente, los autores del modelo económico Social, Comunitario y Productivo solo se miran el ombligo y no se enteraron que la estrategia de China es la dependencia económica (neocolonialismo económico) y lograr aliados (sumisos) para su lucha por el poder global .
Windsor Hernani Limarino es economista y diplomático de carrera