Tomasa, ahora que recuperaste tu libertad

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Por: Alejandro Canedo


¿Qué te decimos ahora Tomasa?
¿Podrá esta sociedad nuestra decirte que recuperarás los años perdidos, los años arruinados, los años en que los monstruos que engendra el poder te abusaron para satisfacer su hambre morbosa y repugnante?
¿Podremos decirte que hay una justicia que te compensará, cuando ni siquiera estamos seguros de que esté a la altura para afrontar el tamaño de la infamia que has vivido, más aun sabiendo que tus esclavistas son poderosos, de esos ante los cuales se inclinan mansos y jadeantes, jueces y fiscales?
¿Podremos acaso mostrarte ese lado bello del mundo, ese endeble rincón de la realidad alegre y colorido que contrasta terriblemente y que difícilmente supera las inmensurables atrocidades de cada día?
¿Qué te decimos Tomasa, si mientras escribo esto, hoy mismo, un niño fue rescatado después de vivir dos semanas en la casa de un perro y una niña de siete años acaba de morir de inanición?
¿A qué mundo has salido libre Tomasa? al mundo donde Eva, la niña alteña, murió hace poco de hambre sin que nadie la socorra, ni sus maestros, ni la defensoría de la niñez, ni los médicos…nadie. Al país donde otra niña hambrienta —hoy mismo— se debate entre la vida y la muerte, cargando sus escasos 15 años y 20 kilos, desfalleciendo dentro de un escuálido cuerpecito atormentado por las escaras que le ha dejado la parálisis cerebral, la que nadie pudo, la que nadie quiso tratarle.
Nos dueles tanto Tomasa, porque no tenemos cómo darte consuelo, porque nosotros mismos no lo encontramos y quizás nunca lo encontraremos.
Nos dueles, porque en tu historia revive el cúmulo de otras historias, las de cientos de niñas que cada año son violadas y asesinadas, las de los miles de niños abandonados, las de los miles de niños secuestrados, vendidos como esclavos o simplemente destripados para que con sus órganos sobreviva algún ricos, para que esos pocos que abusan de casi todos puedan desayunen una par de veces más en la playa y tomarse una última foto con la torre Eiffel de fondo, igual a la foto que ostentaba tu esclavista.
¿Qué podemos decirte ahora Tomasa? 
¿Qué podemos decirnos a nosotros mismos que no hacemos más que repudiar y lloriquear públicamente —como si valiera de algo— por los miles de niños Sirios que murieron ahogados escapando de la locura de la guerra; por los que asesinaron con armas químicas; por los miles de niños esclavizados en las fábricas que nos venden esos simulacros de felicidad, con marcas coquetas y luces brillantes; por los niños en las minas, por las niñas prostituidas, por las que son obligadas a parir los hijos que les engendraron sus violadores?
¿Cómo podremos compensarte, hacerte justicia, si apenas somos capaces de conmovernos un rato para luego esmeramos en olvidar?… mejor olvidar, olvidarte pronto.

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