¡No pues, a mí no me vengan con cuentos!

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Por: Patricia Alandia
De un tiempo a esta parte, pese a que la defección de este Gobierno ha ido en aumento, sus defensores, llunk’us y dizques opinadores, pretenden darnos lecciones de revolución, lucha y sacrificio.
Salvo algunos pocos que se mantienen desde el 2006 en el Gobierno, aferrados, justificándose como si su conciencia realmente los interpelara, la mayoría es una horda de arribistas, que se subió al carro ganador recién a partir del 2011. Así que, ¿qué saben de sacrificios, de luchas y de revolución, si llegaron justo cuando se repartía la torta de las pegas, de los beneficios, de los viajes por el mundo, de los programas de TV, de los curules, de las consultorías, los negocios y de cuanta forma de lucrar les ofrecieron?
¿Quieren saber de sacrificio? Pues sacrificio fue el de los primeros años, cuando emergía el MAS y nadie confiaba en su futuro. Los “revolucionarios” izquierdistas no quisieron dar ni sus nombres para llenar las listas para las elecciones municipales de 1999. Pero los que creyeron honestamente en permitir, a los utilizados y excluidos de siempre, contar con un instrumento propio para acceder a las decisiones políticas, pusieron el nombre, las manos y el pecho.
¿Saben de lucha? Lucha fue enfrentar a las élites cruceñas, al Gobierno neoliberal para lograr lo obvio, el respeto de los derechos indígenas, la titulación de sus territorios, su libertad. Lucha fue marchar junto a los indígenas, compartir sus triunfos y sus derrotas. Mientras algunos recibían amenazas, seguro muchos de ustedes trabajaban en consultorías, visitaban la Feria, se alojaban en Los Tajibos.
¿Saben de sacrificio? ¿Dónde estaban el 2006? Muchos apostamos por un proceso de cambio, pese a las dudas que despertaba Morales; enfrentamos el repudio de familiares, amigos, de la población que nos miraba al principio con recelo y luego con odio. ¿Apoyar a un indígena? No, pues, no era bien visto en nuestro medio; ¿evitar la concentración de tierras, redistribuirlas en favor de indígenas? ¡Cómo! Pobrecitos los empresarios, se les estaba quitando su derecho a ser ricos a costa de los demás. 
No sufrieron las arremetidas de los latifundistas; a ustedes no los amenazaron, no los recibieron a balazos, no los tomaron de rehenes. No hicieron paros para echarlos de sus ciudades ni los esperaron con palos, piedras y latigazos, sin una Policía que los defienda por la cobardía de ministros que nunca quisieron enfrentarse a los poderosos. Ustedes no tuvieron que temer por su seguridad, por la de sus hijos. 
Ustedes llegaron cuando el poder les permitió abrirse camino a sus anchas. Cuando la gente genuflexa o cobarde les rendía pleitesía. Ustedes llegaron después de que el Gobierno decidió borrar lo escrito en sus primeros años, retroceder en el camino andado. Llegaron después de la traición, del abandono de los principios que le permitió al MAS llegar al poder. Llegaron cuando se destapó la corrupción, cuando decidieron reprimir a las bases que los empoderaron, cuando se dieron la mano con los explotadores, los expoliadores y privilegiados de siempre.
Ustedes llegaron cuando se decidió la carretera por el TIPNIS, la destrucción de las áreas protegidas, la venta de nuestro futuro al Imperio chino. Llegaron cuando se optó por pisotear los derechos de los más vulnerables y perseguir a los detractores. Llegaron cuando se decidió violar la CPE, una y otra vez, solo para mantenerse en el poder.
Así que no me vengan con que ustedes son revolucionarios, luchadores, soldados sacrificados del proceso de cambio. Ustedes son los impostores que llegaron con la misión de ayudar a mantenerse en el poder a como dé lugar. 
Porque si ustedes creyeran en lo que dicen, no estarían donde están; porque si fueran coherentes con lo que predican, estarían desencantados, indignados y cabreados, y marcharían con todos nosotros este 10 de octubre para intentar salvar la democracia.

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