Comenzando un nuevo año escolar, el Sistema de Naciones Unidas en Bolivia convoca a unir esfuerzos para que niñas, niños y adolescentes puedan retomar sus estudios sin interrupciones y a garantizar la salud de toda la comunidad educativa.
Desde el inicio de la pandemia por la COVID-19 la niñez y adolescencia en Bolivia se han visto afectadas por el cierre parcial o total de las escuelas, además de la clausura del año escolar en el 2020. Las medidas de restricción, sumadas a las limitaciones en los servicios de salud, la escasez de suministros y la ausencia de vacunas impidieron continuar las labores escolares. La emergencia sanitaria ha causado la mayor disrupción que ha sufrido nunca la educación.
El esfuerzo del Gobierno Nacional por asegurar la disponibilidad y el acceso a vacunas para la población abre la posibilidad a que la seguridad sanitaria en las escuelas sea adecuada; sin embargo, vemos con preocupación que existe una brecha en la inmunización de este grupo generacional, por lo que aún hay un camino por recorrer. Garantizar la salud de la comunidad educativa y espacios óptimos de aprendizaje implicará no solo que las familias completen el esquema de vacunación, sino asegurar los protocolos de bioseguridad.
El retorno a clases presenciales y semipresenciales permitirá que problemas recurrentes que se presentan en la niñez y adolescencia como la violencia familiar, abandono, desnutrición, abuso y otros, que se intensificaron durante la pandemia, sean nuevamente identificados a través de la comunidad educativa para dar el apoyo y la atención oportuna. En este entendido, destacamos la Resolución Ministerial 001/2022 del Ministerio de Educación, que incluye la aplicación de una política social en la gestión educativa para la realización de acciones de prevención, atención y sanción de toda forma de violencia hacia las y los estudiantes para garantizar un entorno seguro.
No se debe perder la oportunidad del retorno a clases, para atender de manera inmediata la salud mental de la niñez y adolescencia, que se ha visto afectada en estos dos años. Es prioritario para las autoridades de educación y salud poner este tema en la agenda pública y desarrollar estrategias que ayuden a superar esta crisis de salud mental sin precedentes en el mundo.
Durante la crisis sanitaria, Naciones Unidas en Bolivia a través de sus agencias, fondos y programas, acompañó al gobierno boliviano para posibilitar el retorno a clases de una manera segura y continua. Estos esfuerzos permitieron concretar la llegada de vacunas a través del mecanismo COVAX, el desarrollo de alianzas y mecanismos para atender la salud mental de las familias, la elaboración de protocolos de bioseguridad, la provisión de estaciones de lavado de manos en los centros educativos. Asimismo, se realizaron capacitaciones a maestros en habilidades tecnológicas para que puedan mejorar la calidad de las clases a distancia y se desarrollaron programas educativos en educación integral de la sexualidad para la prevención de violencia sexual y embarazos en adolescentes.
Ahora que el mundo enfrenta niveles insostenibles de desigualdad, necesitamos la educación —el gran igualador— más que nunca. La COVID-19 no puede poner en riesgo el desarrollo logrado, es una oportunidad para situar la educación en el centro de los esfuerzos de la recuperación.
Como Naciones Unidas hacemos un llamado para que el Estado, las autoridades, la cooperación internacional y el sector privado protejamos e incrementemos el aporte en educación y salud. Esto implica repensar prioridades, generar nuevas alianzas y cambiar estrategias, con el propósito de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible ante un nuevo y más desafiante escenario, sin dejar a nadie atrás.