Linera, ¿hombre pobre o pobre hombre?

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Paola Cortés Martínez 
El Vicepresidente se ha declarado pobre, ha dicho que como comunista entrega lo que tiene para los demás, para él nada. Para ilustrar mejor su retórica aseguró, “el vicepresidente está 11 años en gobierno, tiene una casa de la que debe dos terceras partes de esa casa, tiene una deuda ante el Banco, de 120 mil dólares más o menos”. Como le parecía que la ocasión daba para enaltecerse todavía más, agregó: “y como pienso morirme pronto, lo va pagar el siguiente esposo de mi esposa”. Ante la buena acogida de sus confesiones por los asistentes, a modo de corona y con tono casi lastimero remató: “el vicepresidente no cuenta con empresas, no es accionista de nada, tiene una deuda. Su patrimonio es, sus libros, su hija, su familia”. (Los errores de la sintaxis, son del vicepresidente Linera).
Nos tiene bastante habituados a esa estructura de oratoria, lo digo por el uso tenaz de la tercera persona para referirse a sí mismo. Los psicólogos enseñan que ése es un rasgo de las personalidades narcisistas y esquizoides, porque muestran una escisión del yo muy clara. El narcisista suele hablar en tercera persona o intelectualizar, evidenciando un sentimiento de despersonalización o alteración de la percepción de la experiencia de uno mismo. El mito de Narciso de la mitología griega cuya versión más conocida es la narrada por Ovidio (43 a.C.) en su libro III de las “Metamorfosis”, cuenta la leyenda que Narciso era el hermoso hijo de la ninfa Liríope, fruto de la violación del dios del río, Cefiso. Su madre consultó al adivino Tiresias sobre el futuro de su hijo. Él le vaticinó que viviría una larga vida si no llegaba nunca a conocerse a sí mismo. Desde joven, su extraordinaria belleza y orgullo le hace rechazar con desprecio a lo que le amaban, entonces a pedido de uno de los desdeñados, Némesis, la diosa de la venganza castiga a Narciso y le hace inclinarse a beber de una fuente; observando su imagen en el agua, se enamora de su propio reflejo. Esto le lleva a consumirse por su pasión y muere transformado en una flor que se llamaría narciso.
El mito viene a cuento si lo contrastamos con el discurso de García Linera. Enamorado de su propia actitud y de su grandilocuencia, el Vicepresidente ha sido relativamente novedoso al exponer con ímpetu su “situación de hombre pobre”, profundamente hipotecado, moribundo y resignado a un mal pasar de por vida, sin patrimonio; a no ser sus libros, su hija y su familia, siempre en tercera persona.
Recuerdo a una amiga española de formación marxista feminista, que solía decir: ni casa, ni auto, ni hijos, nada de valor. Residió un buen tiempo en La Paz; nunca tuvo casa ni hijos y su patrimonio fueron sus sueños, como describe de forma encantadora Alex Ayala en su libro de crónicas “La vida de las cosas”. Bajo el lente de Linera, la española sería muy pero muy pobre; aunque genuinamente, mucho más comunista marxista que él.
Parece que el vicepresidente Linera ha decidido banalizar la pobreza. ¿Un hombre con su poder puede considerarse pobre? Es perverso decirse pobre, cuando se gana más de 20.000 bolivianos al mes y sus necesidades básicas las costea el Estado. Es retorcido llamarse pobre si se tiene desde hace 11 años un puesto de privilegio casi ilimitado, con tres secretarias, cinco custodios, tres vagonetas land cruiser para su caravana, con un avión a su servicio, equipo de avanzada y seguridad las 24 horas del día para él y su “patrimonio”.
Es de locos llamarse pobre con un patrimonio que se ha multiplicado según la Contraloría, con una propiedad con coqueteos de mansión en el corazón de Achumani y performance de “rock star” cada que entrega alguna obra. ¿Cuántos pobres en Bolivia pueden declarar ante la Contraloría propiedades como la del Vicepresidente Linera?
Pobres son los ciudadanos cuyo sueldo no llega nunca a fin de mes. Pobres son los jilacatas que reciben un mandato y pasado un año devuelven el cargo a la comunidad. Los burócratas masistas como Linera, en cambio, se aferran a los cargos porque les gustó mandar, les sedujo la revolución de los viajes, de las casas en Achumani, de los shows, del Dakar, la revolución cinco estrellas y los doctorados honoris causa… la revolución de los privilegios.
Linera no es pobre, es un pobre hombre que quiere ocultar con discursos en tercera persona sus privilegios y como privilegiado poderoso imponer sus criterios.
* Paola Cortés Martínez es abogada.

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