La muletilla de la conspiración

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Raúl Prada Alcoreza 
Una muletilla es una palabra, puede llegar a ser incluso una frase, que se repite mucho por hábito; en ocasiones llegando al extremo de no poder decir frase alguna sin ella. Etimológicamente, el nombre de la palabra muletilla deriva de muleta; es algo que sirve como soporte; en el caso lingüístico, como soporte de un discurso. Generalmente se da cuando no se tiene qué decir, hay como un olvido, una afasia circunstancial, un lapsus. También las muletillas sirven como señal de identificación recíproca entre los hablantes. La muletilla es soporte en un discurso; en tal caso, se define como una frase, palabra o voz que se repite mucho consecutivamente o por hábito. La muletilla no está dirigida específicamente al oyente, no tiene contenido informativo directo; el oyente percibe que el interlocutor no tiene claro lo que quiere decir, que necesita apoyarse en frases o palabras sin sentido para poder continuar hablando; la muletilla expresa un tic verbal en la conversación. 
Retomando estas anotaciones, vamos a proponer una muletilla política, la muletilla de la conspiración. Esta muletilla aparece cuando el gobierno está en crisis. Como no reconoce la crisis, tampoco la asume, menos reflexiona sobre ella y la analiza, para encararla, prefiere indilgar lo que ocurre, los síntomas de la crisis, a fuerzas exteriores o también fuerzas interiores, que se alían, en la conspiración contra el gobierno. Por eso marcha mal la economía, la política, la administración; por esta intervención oscuro u opaca, clandestina o semi-clandestina. No se debe ni al mal gobierno, ni a la mala administración, tampoco a los errores y desatinos, mucho menos, a la corrupción, pues ésta es apenas una proporción pequeña de lo que ocurría en anteriores gobierno. 
La muletilla de la conspiración se ha convertido en un hábito en el gobierno; la emiten los ministros encargados de gobierno, de la presidencia, hasta puede ser compartida por todo el gabinete; es más, pueden llegar a usarla los “representantes del pueblo”, afines al gobierno; incluso puede llegar a formar parte de los discursos y declaraciones del partido. Hasta el mismo presidente y el mismo vicepresidente pueden convertirse en los voceros que emiten como hábito esta muletilla de la conspiración. 
Es el recurso a mano ante contingencia de emergencia, como cuando el gobierno enfrenta movilizaciones sociales anti-sistémicas, indígenas, campesinas o urbanas. Detrás de las mismas, que cuestionan e interpelan al gobierno, no puede haber sino conspiración. Un “gobierno del pueblo”, de los “movimientos sociales”, dedicado a gobernar para el pueblo, sacrificado por los pobres, no podría estar en estas situaciones, acusado, señalado, denunciado e interpelado por el mismo pueblo; la explicación gubernamental no tiene dudas: es la conspiración; sobre todo, la más amenazante, la más peligrosa foránea, conspiración del “imperialismo”. 
Con esta imagen que deja la muletilla, el gobierno, por analogías figurativas y metafóricas, se parece a San Jorge peleando contra el dragón del mal, en este caso, contra el monstruo de mil cabezas. Empero, como toda muletilla, no es más que un soporte, una ayuda cuando no se sabe que decir, un recurso usado, que no transmite sentido, sino que ayuda a ganar tiempo. Si la conspiración es ese monstruo de mil cabezas, entonces estaríamos ante un control foráneo de tal magnitud que controla todas las variables y todos los factores intervinientes en las dinámicas sociales, políticas y económicas. Estaríamos ante una magnifica maquinaria que juega con nosotros, nuestras instituciones, como si fuesen fichas. Este argumento de la conspiración la convierte, a la conspiración, en omnipresente y todopoderosa. En consecuencia, las ciencias sociales tendrían que cambiar sus corpus teóricos, pues estarían equivocadas al observar y explicar los fenómenos sociales, los fenómenos políticos, los fenómenos económicos, por causas y efectos objetivos, por determinismos, por estructuras y regularidades, por procesos desatados. 
La muletilla de la conspiración no es una teoría, aunque forme parte de las irradiaciones de la teoría de la conspiración; tampoco es una tesis de la conspiración, que sería un desgajo o una nueva hipótesis de la teoría de la conspiración. Como dijimos, es un soporte político en momentos de crisis política, de crisis gubernamental. Hay que atender a la muletilla como síntoma de la afasia política, como lapsus del inconsciente gubernamental, inconsciente que perturba el discurso político, que le abre fisuras y muestra sus sinsentidos. De la misma manera o análoga que el psicoanálisis interpreta los lapsus en el leguaje, en el habla, se puede interpretar estos lapsus políticos, estos hábitos recurrentes a muletillas; en este caso, de la muletilla de la conspiración. 
A modo de aproximación a la interpretación de esta muletilla de la conspiración, lo primero que se constata es que es excesivamente reiterativa, hasta llegarla a desgastar, dejando de ser incluso soporte, muleta para sostener a la paralitica política de gobierno. Lo segundo que se constata es que casi son los mismos “conspiradores” de siempre, el “imperialismo” y la “derecha”, se incluyen a los dirigentes sociales cómplices, involucrados en las movilizaciones o a confundidos, que terminan coadyuvando a los planes desestabilizadores de la “derecha” y el “imperialismo”. A veces, los voceros se ven en figurillas cuando tienen que explicar el asedio de movilizaciones sociales antisistémicas donde reaparecen los movimientos sociales que abrieron el proceso de cambio; en ese caso, recurren a una semi-confesión. El vocero dice que lo que llama la atención es la mezcla amorfa de los involucrados en la “conspiración”. Esto de amorfa es la confesión de que no se puede explicar, desde la muletilla de la conspiración, la alianza entre el pueblo rebelde de Achacachi, las naciones y pueblos indígenas de la Amazonia, concretamente las comunidades en resistencia del TIPNIS, maestros, centrales departamentales, productores de coca de La Paz, gremiales, juntas vecinales de El Alto, cívicos y otros sectores que consideran que el Gobierno no atendió sus demandas sectoriales. 
Lo que queda claro es que la muletilla de la conspiración ya no sirve ni siquiera como muletilla. La muletilla se ha roto, ya no sirve como soporte, es inservible. ¿Qué significa esto respecto al gobierno que la usa recurrentemente y de una manera desesperada? ¿Significa que el “gobierno progresista”, que se quedó con inservibles muletillas, que fue desenmascarado por los movimientos sociales anti-sistémicos, que fue puesto en evidencia en su expansiva corrosión institucional y galopante corrupción, que fue puesto en evidencia por su continuidad en el modelo extractivista colonial del capitalismo dependiente, por lo tanto, en su complicidad con la hiper-burguesía de la energía fósil, que domina el mundo, al quedar desnudado, ha llegado a su momento de clausura? 
El pueblo de Achacachi y la representación orgánica y legítima del TIPNIS han firmado un pacto en defensa de la democracia, en defensa de las naciones y pueblos indígenas, en defensa de la vida. Ahora, con la llegada a La Paz y la concentración y apoyo de distintas organizaciones que han estado resistiendo a las políticas extractivistas, neocoloniales y despóticas del gobierno, se firmara un pacto de alcance nacional. Ante este acontecimiento, el pueblo boliviano, las ciudadanas y los ciudadanos, los sectores populares, lo nacional-popular urbano, tienen la responsabilidad de apoyar a los guerreros y guerreras de Achacachi y a los guerreros y guerreras amazónicas. Ha llegado el momento de las decisiones; o se mantiene el conformismo, a pesar del desencanto, se mantiene el pesimismo a pesar del desmoronamiento del régimen de la demagogia, o, en cambio, se pone el cuerpo, la pasión, el coraje, para defender la vida, la democracia, a Achacachi y al TIPNIS. Dando apertura a la alternativa alterativa de la potencia social. 
¡Todos somos achacacheños! ¡Todos somos TIPNIS! ¡La lucha continúa!

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