Increíble y con miedo

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Cambiaron los actores, en buena hora, pero la forma de hacer política, casi nada. Entonces, ¿qué ha cambiado? Describamos algunos hechos y datos para palpar que la genética del poder está debajo de los ponchos, trajes, corbatas, sobre las ojotas, los mocasines y dentro de todos los colores de piel. Está en el ario como en el originario antiguo.
Evo Morales es un político increíble, a tal extremo que en menos de un año se desdice de sus afirmaciones. Hace poco tiempo quería clonar al alcalde Juan del Granado por su honestidad y trabajo, pidió al país aprender de él, imitar su transparencia. Y lo creímos. Ahora dice que es el peor alcalde. Entonces, ¿cómo creerle la próxima vez? ¿O pensará que el pueblo no ha pasado aún de la edad infantil y que su oratoria es prueba de sí misma? Dejó de ser creíble y pasó a ser el increíble Evo. Cuando lo escuché desmentirse así mismo, me acordé de Gonzalo Sánchez de Lozada, que desde Palacio llamó jefe del cartel del MIR a Jaime Paz Zamora y al cabo de un tiempo se alió de nuevo con él.
Hace medio año, Erbol le hizo una entrevista a Félix Patzi, quien en esa ocasión admitió que tenia doble salario del Estado (como docente universitario y empleado del Poder Ejecutivo), violando las normas que prohíben esa situación. El MAS conocía esa información y lo nominó como candidato a gobernador por La Paz. Luego de la rebelión de Patzi recién decidió investigarlo y castigarlo por el caso. La amistad encubre y la enemistad castiga. En ese momento vino a mi cabeza la frase del general Banzer que prefería un gramo de lealtad a un kilo de inteligencia.
Somos insaciables consumidores de emociones, por ello nos asusta y nos da asco la deslealtad. Muchos bolivianos tuvimos ese sentimiento el día que la bancada de senadores del MAS aprovechó la ausencia por enfermedad de la Presidenta del Senado, Ana María Romero de Campero, y le clavó una puñalada por la espalda al pedir, sin consulta previa, la destitución del oficial mayor que ella había nominado. A leguas se notaba que los seguidores de la “bestia política” (así bautizó Jerjes Justiniano a Evo Morales en sentido positivo) estaban rezando para que la Primera Defensora del Pueblo no vuelva más a su curul y de ese modo distribuirse las pegas sin un ojo ético que los vigile.
El político tiene éxito cuando descubre cómo manipular con sutileza e inteligencia los instintos y las emociones de la masa electoral. Demuestra su talento cuando descubre la llave de su corazón y de su subconsciente; pero causa pena, cuando en ese propósito miente de manera brutal y encima se hace descubrir como sucedió con Isaac Ávalos, quien dijo que no sabía nada de la exigencia masista de pedir la destitución del oficial mayor del Senado, pero su firma en la carta los desmentía con pruebas. Si hubiéramos estado en la época incaica, a Ávalos ya lo hubieran echado al fondo del Lago Titicaca con una piedra amarrada al cuello por haber violado en Ama Lulla (no mentir). Que dé gracias a Dios (aunque no crea en Él) que mintió en el imperio masista. O mejor digamos que ha leído a Voltaire, quien solía preguntarse: ¿qué es la política, sino el arte de mentir deliberadamente?
Echamos a los políticos tradicionales en tres elecciones consecutivas por haber tomado el Estado para resolver sus problemas personales y no los problemas públicos; por haber creído que nuestro Estado, nuestro dinero, era un botín político que debían distribuirse vía pegas o pidiendo a los recomendados y avalados depositar la mitad de su salario en beneficio del “padrino”. Si la valiente Ministra Anticorrupción, Nardy Suxo, realizara un operativo sorpresa entre los empleados públicos se encontraría con muchas novedades. Me da miedo que suceda lo mismo en la Alcaldía si gana la consigna La Paz merece MAS.
“Para ser miembro irreprochable de un rebaño de ovejas, hace falta primero ser oveja”, escribió el genio Albert Einstein. Parafraseándolo podemos decir que para ser miembro del rebaño del MAS, hace falta primero ser oveja y que su pastor les amenace con expulsarlos de la masa si piensan y votan por otro partido. La consigna del partido gobernante es recuperar el axioma político del MNR: “voto campesino” (lo decían en sentido peyorativo). La democracia demanda electores inteligentes como una condición para cualificarse. Pues, finalmente, no gobierna el partido, sino las personas que lo conforman y si éstos tienen la inteligencia esclavizada, mueren las esperanzas.
La creación del adversario es un típico juego de los políticos, que consiste en erigir a un culpable de todos los males y sus incapacidades. Hasta diciembre pasado jugó ese papel la derecha fascista y apátrida. Cada ataque contra el MAS fortalecía a éste y no al agresor. Derrotados los llamados políticos tradicionales, el Presidente creo otro adversario: el Movimiento Sin Miedo (MSM). Pero el efecto ya no es igual que con la derecha porque el contexto es diferente y el nuevo adversario tiene otra historia. Cada golpe masista alimenta a la víctima y no al atacante porque el adversario que creó es producto de la retórica y no de los hechos como pasaba en el anterior caso. Lo curioso es que el alimentado, no aprovecha la nutrición. Tal vez piensa igual que el Conde de Romanotes: “El silencio ante el ataque, con frecuencia es más eficaz que la réplica. Hay silencios que matan, porque el silencio es la forma más elocuente del desprecio”. Puede ser cierto. Pero en el caso del Alcalde paceño puede interpretarse desde otro ángulo de la campaña: Juan tiene Miedo y tiembla ante Goliat. ¿Puede preciarse de líder un político que tiembla al primer grito? Si Evo Morales fue un accidente de la historia, ¿por qué no puede serlo Juan? Ante semejante realidad, los votos dudan por los ex sin miedo que se batieron a duelo contra los masacradores rosados en Octubre de 2003, pero da la impresión de que los azules son la horma de su zapato.
¿Y la oposición vegetal? ¿Qué decir de ella? Están en un tiempo que no es suyo. Hacen lo que criticaban a la oposición, cuando eran oficialismo: bloquear todo. Y actúan en sentido contrario de lo que decían: “gobernar” para su “grupito”, defendiendo privilegios y fortunas mal habidas, sin pensar en “todos los bolivianos”, como suelen declarar de memoria para cuestionar al gobierno.
Ya no son aquellos, son otros, visten de otro modo, hablan otros idiomas, pero tienen los mismos genes de poder.
Eduardo Galeano, deberías haberle recordado a Evo Morales, en la última reunión que tuviste con él en Montevideo, que “el poder envilece”, como declaraste la última vez, y que el proceso de cambio puede ser a la larga un cambio de proceso para retroceder 50 años en caso de que no se construya un nuevo ser político.
Si no cambian las actitudes y la mente, es que nada ha cambiado. ¿Estamos a tiempo de enderezar la ruta?

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