¿Evo se apaga y Mesa resplandece?

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No me jodan camaleones. Ambas cosas son mero deseo. El deseo que tenemos en Sopocachi de que Evo Morales haga maletas de una puta vez y de que Mesa, el más guapo de los nuestros, vuelva donde nunca debió salir: al palacio, carajo!
Reconozcámoslo. Aquí en Sopo, Evo y la muchachada, ya nos llegaron al mentón. Eso sí. Nos cansó este hombre, no tanto por la de fondo sino por la mala educación. Increíble el caballerito. Como tener un esperadísimo invitado que llegó espléndido y puntual, trajo el vino, el jamón y los postres, pero que toda la velada se la ha pasado tirándose peditos sonoros: como si nada. Y que pucha, encima, no hay cuándo se vaya. De suicidio. In-so-por-ta-ble.

Ah no pues. Oye: nos cansó. Tampoco somos pelotudos pues ¿no?

Es cierto: muchos diremos -a la luz cálida de un coquetísimo café pequebú (y neo/pop)-, que no son las formas, sino el fondo y el vino y el jamón y los postres que trajo, lo que ya nos tiene hasta la coronilla. Pero es mentira. Mentira total y piadosa. Qué coño sabemos nosotros del fondo y del vino. Nunca hemos sabido nada de cosas gruesas en la política. Son las formas. Lo de sus formas es lo que más nos jode.
Porque no negarán que el hombre se caga olímpicamente en los códigos y en las formas. Y eso estará bien para el selfi y para el microsegundo orgásmico de la revolución, pero no para toda la eternidad por favor. No va a estar uno haciéndole para siempre la risita del perro cojudo al mal/encachado de turno. ¿Formas? ¿Qué formas, che? Pues los códigos, digo. Los códigos universales y mundiales del saber estar en la vida (caramba). Del saber estar en el Palacio y sobre todo, del saber estar en la responsabilidad (universal y trascendente, uy!) de la vida pública cuando uno es autoridad. ¿Qué pasa? ¿Nadie aquí se ha leído aquí a Ortega y la teoría de la élite ejemplar? Qué barbaridad. Lectura de maternelle. Pero el tipo, no sólo pisotea con soberbia los códigos de la vida pública que nos enseñó mamá: también hay cosas que arreglar en la vida privada. Hay que exigirle a un buen presidente, como a un buen yerno, respeto y excelencia en el cumplimiento esmerado del código de la vida privada. ¿Por qué no? Ya que estamos.
Ah. Pero el líder -ya digo- se caga todo. También en nosotros. Se caga en la ecología, en el medioambiente, en los ríos cristalinos y en el poisson rouge, en la flora verde que te quiero verde, en los indios buenos e intocados del amazonas perdido, en las mentes ilustradas del barrio, en los geis y sus armarios y en la igualdad de la mujer (¡No te lo puedo creer!… en eso se parece al ridículo de papá. Te lo juro querida). Y el líder derrocha. Sin medida ni clemencia. Y derrocha con poca estética y cero/estilo, en plan estrella rusa de rock. O peor: al líder en la intimidad -y ya por último frente a los invitados-, le amarran los cordones. Los “watss” que se dice en la Sánchez Lima y alrededores. Oye ¿y lo de su ex? Es-can-da-lo-so. Qué tal. La Señora carece totalmente de tacto (total y definitivamente, querido).
Y así, en ese plan. Humillación tras humillación. Humillación al código rojo y pequebú que inspira al mundo y a la progresía, desde aquella húmeda y bella primavera de 1968 cuando aprendimos a follar. Imperdonable. ¿No? Pero ese tipo qué sabe de estas cosas. O sea.

A ver. En definitiva y entre nos: aquí ya no hay quién le aguante. Nos-can-só. Dile que agarre sus cosas y se vaya por favor. A ser posible, con discreción. Pero ya, ahora mismo. I dont wanna see him again.

En otras palabras, creer que unos soliviantados tribilines de Sopocachi y sus hartazgos aniñados, van a tumbar al Caudillo y van a poner a Mesa en Palacio, es una estupidez de marca mayor. Una huevada. Eso y la cara de cristo, no verán nunca compañeros.

Rojizos de Sopocachi uníos: ¿queréis tumbar al caudillo? Seguid queriendo.

Evo es parte de una viejísima y dura tradición de poder autoritario que busca instalar la dominación moderna en Bolivia. Es parte, cada vez más importante, de eso que se llama la construcción de la estatalidad y la modernidad en este corral. Es parte de la tradición Nacional Popular. Y eso es política en Serio. La única tradición de Lo Político con mayúsculas en Bolivia. La única. Y los ilustrados de turno (ahora rojizos y progres de Sopo), siempre estuvieron para dos cosas ante esa tradición: para pedir pegas o para criticar sin dañar al régimen. Arguedas ya se hizo volcar los mofletes de un manazo a mano abierta, por andar en esas niñerías. ¡Pero no es lo mismo Busch que Evo! Cierto. Ni Arguedas que ustedes. O sea. En fin.
Quien quiera enfrentar al caudillo de verdad, deberá hacerlo desde la lógica de Lo Político. (Uta! ¿Qué es eso? Gugleen C. Shmitt). O sea, deberá hacerlo con proyecto estratégico, con huevos, con plata, con estructura y con mensaje firme, creíble y alternativo. Camaradas, esto es con presos y ya ven, sin votos. ¿Está claro? Terminen el café y después, a lavarse las manitos.

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