Desfile contra el racismo

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“El color negro (o moreno) de la piel se debe a unas partículas llamadas melanina que nos protegen de la luz ultravioleta del sol, causante del cáncer de piel. La diferencia entre las razas humanas consiste en un poquito más o un poquito menos de melanina. Sólo eso”, escribe el científico Marwin Harris, en su libro Nuestra Especie. Sin embargo, hay todavía bolivianos que creen que la diferencia entre razas va más allá de las melaninas e intentan sopesar sus cerebros para oponerse a un desfile de indígenas en Santa Cruz de la Sierra. Son aquellos que todavía sostienen el anacrónico concepto de culto con el fin de reflejar que su cultura es mejor que otras.
Son llamativos microbios, objetos de estudio, ante la lógica de la ciencia porque no pueden contra el director de Celera Genomics, Craig Venter, cuando afirma que “todos somos en esencia gemelos idénticos” al referirse a la extrema similitud del ADN de todos los humanos.
Pretenden combatir la evidencia científica con “la verdad mediática”. Disfrazan su racismo con el argumento del miedo al uniforme y cierran filas contra una parada militar programada para el próximo 7 de agosto, cuando muchos de ellos gobernaron asidos del sable de un ex dictador como Hugo Bánzer Suárez, con quien, además, tenían idéntico ADN.
La ideología fascista no invita a su mesa a la ciencia, sólo circula por las venas envenenadas de ciertos medios. Bajo esas circunstancias, no quisieron enterarse que la diferencia entre razas es causada por los rayos solares, que aunque puedan enfermarnos, resultan muy necesarios para procesar la vitamina “D” e indispensable para absorber el calcio que da fortaleza a los huesos y que para resolver esta difícil situación –el peligro de cáncer por mucho sol y el peligro de descalcificación por falta de sol- la Naturaleza fue modificando las tonalidades de la piel, más o menos morenas, más o menos claras, de acuerdo a la intensidad de los rayos solares.
El racismo es la moneda más indigna que todavía circula en el mercado de las opiniones y engolosina a periodistas que no conocieron en las aulas universitarias a científicos como Harris, quien prueba que “cuanto más se alejaban las poblaciones humanas de los climas tropicales (África), la melanina resultaba menos necesaria porque había menos Sol. Entonces, la naturaleza favoreció el color blanco de la piel para absorber la poca luz que recibía y poder procesar vitamina D”, por tanto la diferencia entre las razas humanas es de más o menos Sol. No hay cámaras ni luces para la ciencia, sí para el racismo, que ignora que todos los seres humanos salieron en peregrinación desde las sábanas orientales del África al resto del mundo, incluido Europa.
Es increíble que un colorido desfile indígena – militar provoque reuniones de emergencia y bulla racista en algunos círculos de Santa Cruz. Será que los racistas de todos los pelajes, parientes de Hitler y nostálgicos del Ku Klux Klan, están sufriendo una aguda crisis de identidad, como dice José Ignacio López Vigil, y que por más vueltas que quieran darle, lo cierto es que un blanco no es otra cosa que un negro desteñido, y una blanca una negra despintada. Dadas estas circunstancias la parada de Santa Cruz debe convertirse en un desfile contra el racismo.

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