PIEB
Pando solo aparece en los reportes diarios de la pandemia con números no alarmantes de casos, aunque en su momento estuvo en un tercer lugar de letalidad. La socióloga Carol Carlo explica cómo la sociedad civil se movilizó para responder a todas las necesidades de la población ante la ausencia del gobierno.
La socióloga Carol Carlo, investigadora y docente de la Universidad Autónoma de Pando, fue convocada a un conversatorio para exponer sobre la situación de la capital boliviana amazónica durante la cuarentena. La actividad fue organizada por Prodigy Bio para exponer sobre el impacto de la COVID-19 en la región trinacional Madre de Dios – Acre – Pando. Tanto investigadores de Bolivia, Brasil y Perú expusieron el nivel de afectación de las distintas comunidades amazónicas en función de sus medios de vida y el impacto del cierre de los mercados a sus productos.
Demandaban, pero también daban respuestas
La socióloga explicó que la sociedad civil durante la pandemia en la capital Pando, Cobija, generó una movilización amplia de los distintos sectores para exigir por demandas de salud y alimentación, pero también para dar respuestas propias a esas demandas.
Mientras el contagio de la COVID-19 avanzaba en Cobija, que llegó a estar en tercer lugar en la tasa de letalidad del país (6.4%), la población exigía del gobierno centros de salud, equipamiento de salud, atención médica, dotación de medicamentos, alimentación e información. Sin embargo, al mismo tiempo los sectores organizados se movilizaban para responder a esas mismas solicitudes, paralelamente cumpliendo las medidas de restricción.
Carlo explica que los médicos dotaban de fármacos a las personas, los comerciantes daban provisiones a los médicos y trabajadores en salud, los diferentes sindicatos y gremios distribuían alimentos y la población en los barrios producía ollas comunes. En síntesis, “hubo diferentes sectores movilizados para suplir una debilidad de los niveles gubernamentales”.
En ese sentido se sintieron las propuestas y articulación entre sectores, además del uso de mecanismos de control social hacia los distintos niveles del Estado. Los jóvenes, afectados por la suspensión del servicio educativo y la falta de trabajo, se convirtieron en controladores de las acciones de las autoridades.
El momento de esa movilización social pasó, pero la socióloga citó el registro del CEDLA de un 61% de pobreza multidimensional en el país como contexto de la situación de alta vulnerabilidad de muchos sectores en Cobija. “El acceso al trabajo de muchas familias se ha visto afectado. En esta región hay varias personas que van a mercado informal, no poder salir de casa ha significado una afectación grande en la economía y en las posibilidades de acceder a lo básico que es la alimentación”, dijo Carlo, que ha investigado sobre la situación de los comerciantes andinos en esa ciudad dentro de una convocatoria del PIEB.
Entre los impactos de esta situación está la carencia de ingresos de las comunidades rurales al no poder salir a la ciudad y el desabastecimiento de los productos del bosque en el área urbana.
Por último, explica Carol Carlo, sucedió una migración de ida y vuelta hacia el área rural, mientras algunos iban a la ciudad a buscar servicios de salud, muchos estudiantes universitarios volvieron a las comunidades rurales para garantizar su alimentación y en función de resguardarse de la circulación del virus.