Cambiaron los actores, pero no las mañas

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Hace 520 años, sucedió lo siguiente:
Viernes 12 de octubre de 1492
“(…) les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que tuvieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos donde nos estábamos, nadando. Y nos traían papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles.”
Jueves, 13 de diciembre de 1492
“Dijeron los cristianos que, después que ya estaban sin temor, iban todos a sus casas, y cada uno les traía de lo que tenía de comer (…) Dábanles pan y pescado y de lo que tenían (…) y les daban cuanto les pedían, sin querer nada por ello”.
Lunes, 17 de diciembre de 1492
“Tornó a enviar ciertos cristianos a la población, y a trueque de contezuelas de vidrio rescataron algunos pedazos de oro labrado en hoja delgada”.
Viernes, 21 de diciembre de 1492
“ (…) todos o los más de los indios dieron a correr al pueblo, que debía estar cerca, para traerle más comida y papagayos y otras cosas de lo que tenían, con tan franco corazón que era maravilla. El Almirante les dio cuentas de vidrio y sortijas de latón y cascabeles: no porque ellos demandasen algo, sino porque le parecía que era razón…”.
Sábado, 22 de diciembre de 1492
“(…) como fuesen tan francos los indios y los españoles tan codiciosos y desmedidos, que no les basta que por un cabo de agujeta y aún por pedazo de vidrio y de escudilla y por otras cosas de no nada, les daban los indios cuanto querían… era el oro, las que daban a los cristianos. (…) pero el Almirante mirando al franco corazón de los indios, que por seis contezuelas de vidrio darían y daban un pedazo de oro, por eso mandaba que ninguna cosa se recibiese de ellos que no se les diese algo en pago”.
Son extractos del Diario de Cristóbal Colón, quien cuenta cómo comenzó la invasión a América con «unos bonetes colorados, unas cuentas de vidrio, contezuelas de vidrio» sin ningún valor.
“(…) con el oro arrancado de las Antillas había pagado la Corona los servicios de los marinos que habían acompañado a Colón en su primer viaje. Finalmente, la población de las islas del Caribe dejó de pagar tributos, porque desapareció: los indígenas fueron completamente exterminados en los lavaderos de oro, en la terrible tarea de revolver las arenas auríferas con el cuerpo a medias sumergido en el agua… Muchos indígenas de la Dominicana se anticipaban al destino impuesto por los nuevos opresores blancos: mataban a sus hijos y se suicidaban en masa. El cronista oficial Fernández de Oviedo interpretaba así, a mediados del siglo XVI, el holocausto de los antillanos: “Muchos de ellos, por su pasatiempo, se mataron con ponzoña por no trabajar, y otros se ahorcaron por sus manos propias”, escribió siglos después Eduardo Galeano, en Las Venas Abiertas de América Latina.
500 años después los colonizadores nativos hicieron la misma jugada con los pueblos tsiman, mojeño y yuracaré para invadir el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS); les llevaron las mismas joyas de miriñaque y oropel que los españoles «tan codiciosos y desmedidos» entregaron a los nativos de América para quedarse con sus tierras. De ese modo, les quitaron ese pedazote de territorio que hoy se llama el Polígono 7 y comenzaron a sembrar coca.
520 años después, Evo Morales Ayma, indígena aymara y Presidente de Bolivia, copia el procedimiento de los invasores españoles y lleva regalos (con un poquito más de valor que los de 1492) a los pueblos indígenas del TIPNIS para que éstos acepten sí o sí que una carretera atraviese el corazón de su casa.
¿Cuánto indigna el procedimiento de los codiciosos y desmedidos españoles? ¿Y cuánto indigna el procedimiento de los codiciosos y desmedidos colonizadores nativos? En 520 años, sólo cambiaron los actores, las mañas no.

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