Erbol

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Nació en plena dictadura post revolución nacional de 1952, en un contexto caracterizado por el retorno de la oligarquía cavernaria que no había sido derrotada totalmente y que se vestía de uniforme para utilizar a las Fuerzas Armadas como instrumento político para acceder al poder.
Loyola, Radio Pío XII, Radio Bolivia, Radio San Rafael y Escuelas Radiofónicas Fides unieron sueños y materializaron Educación Radiofónica de Bolivia (Erbol) el 18 de julio de 1967 con un fin esencial: dotar de pensamiento a la radio y erigir a los nuevos actores políticos y a las fuerzas sociales que hoy protagonizan la historia del país a través de la alfabetización. Leer para pensar, pensar para leer y leer para ejercer su libertad de expresión y a través de ésta todos sus demás derechos; leer para decidir y decidir para protagonizar sus vidas por sí mismos. Esta fue la base filosófica de la política de comunicación que guió la decisión de sacerdotes como Gregorio Iriarte y José Gramount de Moragas, directores, en aquel entonces, de radio Pío XII y Escuelas Radiofónicas Fides, respectivamente.
Desde la lógica de las causas y consecuencias; Erbol no es efecto, es causante del proceso de cambio que experimenta Bolivia (y por esa razón tiene la suficiente moral como para cuidarlo y criticarlo) por los siguientes hechos puntuales en sus 42 años de vida:
Alfabetizó en un escenario en el que era complicado despertar pensamiento porque mandaban las armas para aplastar las ideas.
Se jugó por los sectores excluidos, olvidados (campesinos, indígenas, pueblos originarios, obreros, mineros), cuando la gran mayoría de políticos o activistas dirigían sus miradas marxistas a la fuerza proletaria solamente; Erbol lo hacía de forma global y confiaba en la fuerza de conciencia de los indígenas.
Organizó redes a través del uso de tecnologías diversas con el fin de articular una realidad total del país y, de ese modo, desarrollar un país comunicado.
Concibió la comunicación más allá de su dimensión técnica y negocio económico, lo entendió en su nivel humano y como factor de desarrollo, bienestar y buena gestión de gobierno.
Formó líderes en los sectores que hoy protagonizan la historia del país, concejales, alcaldes, consejeros, viceministros, ministros, etc., para democratizar el acceso al poder y la administración de la cosa pública.
Comprendió la política como factor de inclusión social, como democratización del poder y de servicio, como un medio para resolver problemas públicos y no como un fin en sí mismo para resolver problemas personales o grupales.
La cristalización de esta filosofía es producto de instituciones como San Gabriel, Pío XII, Aclo, Irfa Santa Cruz, San Miguel, Ichilo, María Auxiliadora, Don Bosco, Audio Bosco, Domingo Savio, Chaka, Santa Clara, Alternativa, Kanchaparlaspa, Pachamama, Esperanza, Soberanía, Yungas, Bermejo, Alternativa, Juan XXIII, Parapetí, Horizontes y todas las radios amigas que trabajan con Erbol y en total suman 151 con la última inaugurada en Chiaramaya (Lago Titicaca), Radio Khantatiri.
Las instituciones son lo que sus directores y trabajadores son, ninguna camina sola, no funcionan a control remoto. En ese sentido es justo reconocer el trabajo de personas que le han dado toda su inteligencia y talento a Erbol:
Gregorio Iriarte, por haber soñado Erbol
Roberto Durette, por haberse adelantado permanentemente a la historia y pelear hasta lograr la radio de La Paz y la Red
Serafino Chieza, por haber confiado en el personal de la Secretaria Ejecutiva y avizorar a la Erbol del Siglo XXI
Rafael García, por haberse jugado por los principios de Erbol y los suyos, por supuesto, en los momentos que el país estaba a punto de ser gobernado de facto por racistas, apátridas y privilegiados sempiternos.
Javier Velasco, por haber equilibrado las ideas en cada espacio de deliberación, pero sin perder el sabor progresista.
Freddy Ordoñez, por su trabajo silencioso y por sus esfuerzos determinantes para marcar el crecimiento de las redes culturales de Erbol.
René Zeballos, por haber sacado a Erbol del Estado de coma en que se encontraba a principios del Siglo XXI.
Lucía Sauma, por haber unido a dos ciudades grandes (La Paz – El Alto) en un gran noticiero y acompañar el proceso que ahora vive Erbol.
Javier Ochoa, Isabel Vettori, Demetrio Casanovas, Aurelio Núñez, Juan Carlos Enríquez, Félix Tórrez, Joaquín Matías, Gróver Alejandro, Nancy Vacaflor, Pánfilo Zurita y cada uno de los 500 periodistas de la Red Erbol que cubren el país, por haber hecho de la ética una práctica diaria y no callar nunca lo que sabían.
Priscabeth Varela, Miriam Escobari, Carla Cortez, y todos los compañeros y compañeras que trabajan (y ya no trabajan) en la Secretaria Ejecutiva de Erbol con sede en La Paz, por haber expuesto todo su talento e inteligencia durante horas y horas para que Erbol sea lo que es en este momento, la red multilingüe que une a Bolivia, la más influyente del país, pero fundamentalmente, la más humana.
Cada una de estas personas nunca usó Erbol en beneficio propio, jamás impuso ideas, sino convenció; nunca buscó el protagonismo personal, sino el crecimiento de la institución; jamás puso en riesgo su independencia, la preservó por encima de todas las cosas; nunca sufrió el mareo del poder o experimentó el síndrome Haile Selassie (emperador de Etiopia), trabajó apasionadamente por Erbol, al menos los últimos seis años, tiempo durante el cual estoy en Educación Radiofónica de Bolivia.
Erbol cumple 42 años, erbol aglutina a diversas organizaciones, desde radios de la iglesia católica, hasta radios de indígenas, cocaleros, comunitarias, es una síntesis de la diversidad de Bolivia, por eso es de todos, pues, las buenas instituciones dejan de tener propietarios para ser de toda la colectividad. Sólo cuando se produce este fenómeno se nota la calidad de una institución. Por estas y otras muchas razones hay que cuidar Erbol y velar por su permanente crecimiento. Felicidades erbolianos y erbolianas.

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