¿Quién violó y mató a Silica? Las piedras “hablaron” y su madre asegura: “es él”

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Cada vez que Liz Briseida ve a ese hombre, se sobresalta y lo señala con el índice de su diestra como queriendo marcarle puntos imborrables, luego junta sus dedos y los lleva a su delgado cuello donde hace señales de cortes horizontales violentos cual si fuera un filoso cuchillo.

Briseida tiene 8 años, nació sordomuda, pero comunica lo que siente a través de sus ojos negros y sus pequeñas manos, e intuye quién mató a su mamá, Silica Colque Juchahuayño, la tarde del 20 de octubre de 2016.

Zenobia Juchahuayño Yucra, madre de Silica, no sólo intuye, está segura quien asesinó a su hija aquel fatídico jueves que salió de su casa por la madrugada para caminar, desde la comunidad de K´araqjota hasta Pocoata, a una reunión de madres y padres de familia de niños con discapacidad.

En el pueblo, ubicado en el Norte de Potosí, también saben quién es el autor de este crimen que conmovió a la gente del lugar, pero temen hablar porque ni la Policía ni la Fiscalía investigaron pese a los indicios y a una irrefutable prueba que hay; menos ofrecieron garantías a testigos. 

Zenobía cree que nadie le escucha porque es mujer y pobre; cree que su hija vale poco para las autoridades del Estado Plurinacional porque también era mujer y pobre.

“Las mujeres pobres no tenemos a dónde ir a buscar justicia, no hay quien nos escuche”, declaró a RimayPampa en quechua entre llanto desconsolado.

El sospechoso no es un magnate, según gente del lugar que lo conoce, pero tiene lo que pesa en este momento: poder político; milita en el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) y es subalcalde en el Municipio de Pocoata.

Amenazas de muerte contra Silica

Silica tuvo a su primera hija, Liz Briseida, a sus 15 años. Después conoció a Irineo Pajari Ojeda, con quien sostuvo una tormentosa relación.

La madre recuerda que conoció a Irineo una tarde noche que llegó a su casa en K´araqjota, a 10 kilómetros de Pocoata. Se presentó como forastero de Sucre y pidió alojamiento; ella lo acogió en la habitación de su hijo, que migró hace años al Chapare. Al día siguiente, ese hombre y su hija fueron a una comunidad cercana a una reunión. 

Zenobia dice que no sabe en qué momento nació la relación entre ambos. Se enteró que su hija estaba embarazada cuando se fue al Chapare (a donde su tío) para huir de Pajari tras descubrir que éste tenía esposa.

Cuando ya estaba en el trópico cochabambino, una llamada telefónica cambió el rumbo de Silica. Ese mismo momento, comunicó a su tío que se iba a La Asunta, La Paz. Ya en la población yungueña se alojó en la casa de Doña Salomé, donde dio a luz. Pajari, padre del bebé, llegó días después, señala Zenobia.

Casi de inmediato, Salomé sospechó del hombre; le pareció “muy viejo” para Silica, de 23 años. Observó su trato ríspido. Entonces, curioseó en la mochila que había dejado y al ver su carné confirmó que era casado y que no era de Sucre, sino de San Miguel de Kari, Pocoata. Salomé encaró a Pajari y pidió no engañar a la cholita. Éste se enfadó. 

Zenobia narra que su hija le contó que fue en aquella ocasión cuando Pajari la amenazó de muerte por primera vez. Ante el riesgo, fue a la Defensoría de la Niñez del municipio y decidió entregar su hijo a su padre para romper todo vínculo.

Apenas retornó a Pocoata, Pajari acusó a Silica de haber abandonado desnudo al bebé en la plaza de La Asunta y le entabló una demanda. La Defensoría de la Niñez convocó a ambos a una audiencia, al que, según Zenobia, el acusador asistió con su esposa embarazada. 

Cuando iban a esa audiencia de conciliación, la madre escuchó una conversación telefónica de su hija con Pajari. Para contar este episodio, imitó la voz áspera de Irineo y la voz pausada de su hija: “Silica, ¿estás viniendo? Sí, estoy viniendo. Tenemos que arreglar mañana. Sí. ¿Con quién estás viniendo? ¿Sola estás viniendo? ¿Dónde ya estás? ¿Dónde estás alojada? Ya estoy llegando a Pocoata”.   

En ese momento –dice Zenobia- intervino en el teléfono de Irineo una mujer y comenzó a gritar, insultar y amenazar a su hija: “¡Arrecha, puta, perra, mi papá ha dicho que te va a matar, te va a matar en algún momento!”

La madre acusa a Pajari y éste dice que no sabe nada.

En la audiencia, Silica denunció a Pajari. “Mi hija ha contado a Martha Díaz (responsable de la Defensoría en ese momento) que ese Pajari la llevó dos veces con violencia a una casa, cuando gritó dijo que le encajó un chulo en su boca para que se calle”. Pajari respondió en la audiencia: ¡Mentira, carajo! “Feo le ha mirado a mi hija”, relató la madre y agregó: “no me he aguantado, lo he pegado ese rato”.   

La audiencia terminó en resumen con un acta de dos puntos: 1) el compromiso de Pajari para custodiar y criar al niño y 2) no hablar más entre ambos.

Desde aquel día, asegura Zenobia, “ese hombre persiguió a mi hija, pese al acta de garantías, hasta matarla”.

Pajari negó ser el asesino y señaló que sí tuvo una relación y un hijo con Silica. «Hemos arreglado en Pocoata en la Defensoría, hemos hecho un acta para no hablarnos. Ella ha desaparecido desde ese momento, 2014; después en 2016 he escuchado que la habían matado a medio camino», declaró a RimayPampa y agregó que no amenazó en ningún momento a la cholita. 

Una persona, que pidió guardar en reserva su nombre, señaló que “ese subalcalde dijo a un hombre de Chacapjuco que iba a matar a Silica y que sólo después de matarla iba a estar conforme”.

La cholita avisó a su mamá que Pajari le persiguió dos veces cuando volvía de de Pocoata a K´raqjota. En la primera ocasión, escapó. En la segunda, se enfrentó, empujó a su agresor por un cerro en Millu Millu y huyó. 

El jueves 20 de octubre de 2016, Silica no pudo escapar porque fue emboscada por dos hombres cuando regresaba de Pocoata a su casa. Personas que pastaban ovejas en el lugar vieron quiénes la violaron y mataron, pero por miedo callan hasta hoy.

Silica fue encontrada muerta en Qjeru Qjeru Meqja recién el 7 de noviembre de 2016, es decir 18 días después del asesinato. La larga ausencia, movilizó a sus familiares. Su madre llamó y llamó al teléfono de su hija hasta que un día respondió un niño y luego se cortó. Pero la Fiscalía nunca pidió un informe en detalle a Entel sobre el número de la víctima ni hizo otro tipo de deligencias.

Violada y ahorcada

El médico forense, que viajó desde Llallagua a Pocoata para el levantamiento del cadáver, estableció que Silica fue violada por dos hombres y luego ahorcada con los cordones de su pollera. Murió por asfixia.

Levantaron el cuerpo y lo enterraron, pero nadie se preocupó de investigar. Cuando la madre sentó la denuncia en la Policía y aseguró que el asesino de su hija es Irineo Pajari Ojeda, un uniformado le respondió: “Señora, vos nomás estas culpando. Quién ha visto, trae testigos”.

“Habrán visto los árboles, las piedras, esos son los testigos”,  replicó ella.

Días después, cuando fueron a construir una tumba en el lugar donde Silica fue asesinada, apareció escrito en dos piedras un nombre y una acusación: “Iriño Pajari Ojeda”; “Todos los supalcaldes acicinos, todos concejalis violadores” (sic).

Tres vecinos, que también pidieron reserva de fuente para hablar con RimayPampa, dijeron que ese nombre fue escrito por gente que vio el crimen y que sólo necesita garantías del Ministerio Público para contar lo sucedido.

Cuarenta y ocho horas después, desaparecieron las piedras que “hablaron”, pero lo escrito quedó en las fotografías.

Silica identificó en su cuaderno a Pajari 

No sólo las piedras “hablaron”, también Silica escribió un nombre, antes de ser asesinada.

Marlene Portanda, activista de derechos de las mujeres en Pocoata, señaló que vio un manuscrito de la cholita en el que identifica a la persona que la amenazaba.

“He visto un cuaderno de la difunta en el que estaba la foto del asesino, ahí ella había escrito: Irineo Pajari Ojeda, tú me molestas, me persigues, ya te he dicho que no me molestes más, me amenazas que me vas a matar, no me molestes más”, contó Marlene.

Ella coincide con otros vecinos cuando asegura que todos saben quién mato a Silica; es “un secreto a gritos, pero nadie se anima a declarar, tienen miedo (porque es masista)”.

Portanda sospecha que Pajari mueve sus influencias para evitar la investigación. Ya era subalcalde cuando sucedió el hecho y “tiene el apoyo del alcalde (de Pocoata)”, dijo y criticó a la Policía y la Fiscalía por su negligencia.

“Wawayta wuañuchin chay runa wuaj kajriwuan, chay Irineo Pajari, mana noqja chinyaqusajchu, wawayta sipiyqun, ñawisninta saltachin, umanta jusqjuran, cuchilluwuan ñuñumpi tujsiyqun”, acusó Zenobia otra vez a Pajari en quechua y entre sollozos.

“Policía mana ni imata ruanchu, ¿mayman riyman chay Irineo Pajarita japinankupaj, wisqjananqupaj?”, clamó y sus ojos acuosos se movieron entre la ira, impotencia y desesperanza.

El artículo 116 de la Constitución garantiza la presunción de inocencia. Pero este crimen, que sucedió hace un año y cinco meses, ni siquiera fue investigado pese a que hay testigos, indicios y una prueba irrefutable que tiene el médico forense: las muestras que encontró y tomó del cuerpo y ropa interior de la víctima.

Zenobia sacó su celular para mostrar a RimayPampa la foto de Pajari. Apenas Liz Briseida la vio, se sobresaltó y comenzó a señalar la imagen con su índice como queriendo dejar una marca indeleble en la imagen, luego llevó su mano en forma de daga  a su cuello e hizo un gesto de corte violento.

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