Los mayas tenían un dios de las palabras porque creían que éstas eran tan poderosas que creaban realidades. Nombraban las cosas y les daban existencia. Era como el Verbo de los católicos que dio origen a la materia traducida en el mundo. Hoy todavía se discute si las palabras dieron origen a las cosas o las cosas a las palabras. Es más que el dilema del huevo o la gallina, pues ambas no serían nada sin las palabras. Evo Morales confía en ese poder de las palabras y ordena a las Fuerzas Armadas cambiar su viejo slogan: ¡subordinación y constancia! por ¡Patria o Muerte, venceremos!
El Presidente cree que la inteligencia militar sufrirá un embrujo a través del lenguaje. Pero no sólo eso, sin proponérselo ha dejado al descubierto que las Fuerzas Armadas no son tan patriotas o no lo fueron, y no estaban ni están dispuestas a morir por la Patria, que en términos del gran “Tambor” Vargas somos todos los que vivimos en un territorio y amamos su independencia. Necesitan gritar el nuevo slogan para amar a la Patria, en los términos descritos por Nataniel Aguirre en Juan de la Rosa. Dicho de otro modo, la presente coyuntura requiere militares dispuestos a dar su vida para que tenga que vivir la patria como lo dieron Luis Espinal, Marcelo Quiroga Santa Cruz, Federico Escóbar Zapata, Tomás Katari, César Lora y muchos otros.
Pero no basta un slogan para cambiar la estructura mental de los militares bolivianos, que todavía creen que la principal hipótesis de guerra es con Paraguay o Chile cuando el gran peligro es Estados Unidos. No me lo contaron, me instruyeron de ese modo (claro que no les creí toda la fanfarria) en el cuartel, donde conocí instructores que cantaban con profunda devoción la marcha: “boinas verdes” y se sentían orgullosos de ser herederos de los rángers estadounidenses y admiradores del Ejército Alemán Nazi.
Si tanto importan las palabras, el próximo paso de la descolonización castrense será cambiar los nombres de dos cuarteles que ostentan nombres del imperio: Ranger de Challapa (24 de Infantería) y Ranger de Montero (12 de Infantería). El primero tendrá que Llamarse Tomás Katari y el segundo Apiaguaki Tumpa. En aquellas unidades se formaron, con asesoramiento USA, los militares bolivianos que combatieron al Che Guevara, cuyo grito (Patria o muerte) es hoy adoptado por el ejército que lo venció.
Y como las Fuerzas Armadas son el pueblo uniformado -también decían eso García Meza y Banzer- deberán dejar de impartir a los soldados la estrategia de asalto a las localidades sobre escenarios construidos a imagen y semejanza de los campamentos mineros o barrios populares donde viven los proletarios comunistas, todavía enemigos de la Patria en el imaginario de algunos jefes militares. Será mejor que armen escenarios de desarrollo de localidades e impartan estrategias de combate contra la riqueza ilegal.
A partir de ahora chau Escuela de las Américas –centro de formación estadounidense de los más sanguinarios dictadores-; el próximo centro de capacitación y formación militar debe ser Vietnam, la tierra de Ho Chi Minh. ¿Para qué? Para aprender todas las estrategias que utilizaron los valientes vietnamitas para derrotar al ejército estadounidense a tal punto de causarles un trauma histórico y hacerles soñar con Rambo.
Posteriormente, el siguiente paso será exorcisar a los militares para que dejen de ver a “los civiles” (o “civilachos”, como suelen decir con desprecio para referirse a ese pueblo uniformado) como enemigos de la Patria y empiecen a tomarlos en cuenta como su principal fuerza y energía espiritual.
Obvio, es inconcebible ver a los militares sin marchas, desfiles y bandas. Entonces, pronto deben dejar de interpretar marchas prusianas, nazis, estadounidenses; llegó la hora de desfilar con canciones patrióticas bolivianas y latinoamericanas. No alcanzarán “La Patría”, “El Cóndor Pasa” o la marcha de los Colorados. La escuela militar de música deberá crear o recopilar otras.
El uniforme es fundamental. A quemar se ha dicho el uniforme nazi de la Segunda Guerra Mundial. Llegó el momento de vestir ropa con características bolivianas. No basta la Whipala sobre el mismo uniforme.
Y para el final viene lo más difícil. Cambiar la estructura mental militar para que no tenga razón George Orwell cuando escribió: “no latía en su cabeza ni un solo pensamiento que no fuera un slogan”.
El país no quiere unas Fuerzas Armadas que sean puro slogan y que disfracen su pensamiento en el nuevo lenguaje. Tampoco le agrada mucho un Capitán General que ordene adoptar un slogan socialista, pero no tenga el valor de ordenar que devuelvan los restos del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz y de los dirigentes Juan Carlos Flores y Renato Ticona. Las palabras reflejan el pensamiento, pero un pensamiento es mejor reflejado por los hechos.
¡Patria o muerte!
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