La Fundación Tierra criticó al gobierno del presidente Evo Morales por pretender “superar el extractivismo con más extractivismo” y erigir al Estado Plurinacional en protagonista central de este proceso “funcional al capitalismo destructor de la naturaleza y adicto al crecimiento ilimitado”.
Gonzalo Colque, director de la Fundación Tierra, señaló que el conflicto por el TIPNIS de 2011, que enfrentó a los indígenas y al gobierno, marcó el momento de retrocesos en las políticas ambientales y de adopción abierta de la economía extractivista.
Sin embargo, -dijo- Morales mantiene su retórica ambientalista para conservar su imagen de gobierno indígena y legitimarse como una opción política adscrita al movimiento “Otro mundo es posible”.
A su juicio, el modelo extractivista oficial tiene cuatro inconsistencias y limitaciones:
Primero, el gobierno cree que más extractivismo conducirá al país de una economía primaria de exportación hacia una economía con alto valor agregado y generadora de excedentes.
“Es una narrativa atractiva, pero (…) no es lo mismo transformarse teniendo control sobre las materias primas que suministrándolas al resto del mundo. El extractivismo es tal no por extraer o transformar la naturaleza sino por el vínculo funcional, digamos, con China y otros países capitalistas. Además, el extractivismo no es nuevo en nuestra historia. Por lo tanto, ¿qué marcaría la diferencia?”, señaló.
Segundo, los impulsores del extractivismo dan por descontado que la mercantilización creciente de la naturaleza gestará un proceso sostenido de acumulación y apropiación capitalista.
“En términos de rentabilidad de las inversiones, el gobierno publicita que Bolivia tiene la mejor tasa de rendimiento, pero no menciona o no cae en cuenta que se trata de un excedente capitalista generado por la apropiación mercantil de los recursos naturales por parte de capitales transnacionales buscadores de rentas extraordinarias; es decir, capitales incapaces de crear riqueza mediante la “reproducción ampliada” o la explotación capitalista de los trabajadores”, manifestó Colque.
Tercero, los proponentes del modelo esperan que el Estado interventor conduzca el mencionado proceso de transformación estructural y con amplia participación de las empresas públicas en los sectores estratégicos.
“Esto significa que las mayorías bolivianas están consideradas tan solo como potenciales trabajadores asalariados antes que agentes económicos y políticos. Pero esta idea es precaria en extremo sabiendo que tanto las empresas estatales como la burguesía nacional han sido y son profundamente dependientes de socios foráneos y capitales extranjeros”, agregó.
Cuarto, el extractivismo dirigido por el Estado no es parte ni está acompañado de esfuerzos sistemáticos en cuanto a reformas y cambios institucionales hacia dentro de nuestras fronteras.
“La pobreza, la desigualdad en razón de género y pertenencia étnica, la baja productividad laboral, la creciente dependencia de las importaciones o la incapacidad de controlar la expatriación de la riqueza son parte de los problemas de fondo que sistemáticamente se reproducen. Esto significa que persisten las fallas de gran magnitud en la estructura social y económica nacional”, puntualizó.
Lea aquí el artículo completo de la Fundación Tierra: Patrón de acumulación extractivista y sus limitaciones https://goo.gl/WlbgOf