Bertha Cruz migró de Potosí a La Asunta hace más de una década. Se casó con un yungueño y tiene tres hijos. El lunes 23 de julio, la policía erradicó su cato de coca. “¿Imawuantaj qausasayqu qunan? Chayta gobierno qawuchun” (¿con qué vamos a vivir ahora? Que vea eso el gobierno)”, cuestionó en quechua.
La demanda de Bertha es la historia repetida de las mujeres cocaleras del Chapare, que decían las mismas palabras hace algo más de 12 años: la coca nos da de comer. La diferencia entre aquel tiempo y éste es el presidente cocalero Evo Morales, que en la década del 90 se mostraba como víctima de los gobiernos y hoy es visto, en los Yungas, como el gobernante agresor.
“Uj poqjoyta cocatajina churanman, chaywuan causayqumanraj (pondría una planta tan rendidora como la coca, con eso podemos vivir)”, explicó Bertha a RimayPampa después que la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) erradicó su cocal, en la comunidad Villa Nuevo Potosí, Central 16 de Julio, municipio La Asunta, La Paz.
En ese mismo lugar, vive desde que nació, hace 32 años, Juan Carlos Susaño. “Tenía mi coca desde mi nacimiento, fue sembrada por mi papá, la erradicaron todo”, dijo también en quechua.
Susaño responsabilizó a los dirigentes masistas de su comunidad por lo sucedido. “Nos han traicionado, nos han dicho que iban a dialogar, que eran amigo de Felipe Cáceres, que iban a hacer respetar, pero cuando han venido los erradicadores, no han aparecido”, afirmó.
“Además, los dirigentes del MAS nos han dicho que nuestra coca iba a entrar a la zona amarilla (excedentaria) y que se lo iba a tratar en esos términos en la Ley General de la Coca y su reglamento, pero no fue así”, lamentó.
Susaño contó que antes de la erradicación fueron a quejarse al Viceministerio de la Coca, donde les dijeron que iba haber oportunidad para arreglar. “Pero no hubo oportunidad”, añadió.
Bertha y Juan Carlos recordaron que el cato de coca por familia en la comunidad Villa Nuevo Potosí se quedó como parte de un acuerdo en 2012. Desde ese momento, nadie plantó más del 40 por 40 metros de cocal.
“Ahora han dejado coca cero”, insistió Susaño y abrió otra ventana de diálogo: los gastos para los niños en la escuela. Teme que ésta se cierre porque los padres y madres migrarán a otro lado con sus familias en busca de trabajo y comida.
Bertha, cargada de su wawa de unos cinco meses, denunció, además, que los policías erradicadores no dejaron ni un árbol de mandarina, naranja, stevia, plátano que habían entre las plantas de coca; “no respetaron, sacaron todo”.
“Ni ima qanchu miqjunapaj. walusa tarpuquyqu, quchi wunqjarapun; cafeyman broca yaycupun. Imawuantaj qausasajqu, chayta gobierno qawuchun, uj poqjoyta cocatajina churanman, chaywuan causayqumanraj (No hay nada para comer, la walusa se lo come el chancho de monte y el café, la broca. ¿Con qué vamos a vivir? Que vea eso el gobierno, que ponga una planta como la coca)”, dijo.
Juan Carlos y Bertha piden a los periodistas ir hasta sus comunidades en La Asunta para verificar cómo y de qué viven.
“A la fuerza la gente tiene que irse, la gente está llorando, las mujeres están llorando. Los ingresos por el taque y medio (75 libras) que vendíamos cada dos meses nos hacíamos durar hasta la siguiente cosecha. Algunos meses sólo cosechábamos 20 libras. Ahora no hay para vender”, dijo Bertha.
“El gobierno que se fije, dice vivir bien y nosotros no estamos viviendo bien”, señaló Susaño y volvió a sugerir que los periodistas visiten el lugar para informar.
Escuche a continuación la declaración de Bertha Cruz.