En su homilía de abril 2016, en una reunión de obispos bolivianos, Ticona cuestionó, en referencia al contexto político de ese momento, a los políticos que criticaban a la Iglesia Católica.
«Nos critican, nos dan el ultimátum los que están en el poder. El poder no es para aplastar a los demás, ni la economía para arruinar a las personas, ni la política para hacer lo que les da la gana. La economía, lo social y lo político deben estar al servicio del hombre y no a la inversa», señaló.
También señaló aquella vez que no se acobarda pese a que ya estaba próximo a sus 80 años y sentía que ya estaba en los últimos días, meses, años de su vida.
«En mi vida he recibido muchas cosas. Alguien me dijo tendría que escribir un libro, pero Dios lo sabe. He sido un niño pobre, he trabajado de lustrabotas, he revendido periódicos. La vida me ha enseñado para defenderme», comentó.
En una remembranza de su existencia, Ticona indicó que fue alcalde municipal de la mina Chacarilla durante 14 años y contó que los domingos celebraba la misa para toda la comunidad.
«Utilizaba el método ver, juzgar y actuar. Todos me entendían de esa manera. Me alegro de haberlo hecho», dijo y narró que su madre también fue padre que sostuvo su hogar trabajando en las minas de Potosí.
«Después me he ordenado de diácono, sacerdote y Obispo. Ahora animo el CENAFI, Centro Nacional de Formación Integral, lo que en el año 1968 no se podía hablar del concepto integral. Pero en mi vida he seguido lo que me dice mi conciencia», subrayó.
Además, en abril de 2016, señaló que no esperaba ya nada de la vida, sino sólo que el Señor lo recoja.
«Hemos caído presos en Viloco como sacerdotes por defender la causa de los pobres; nos llevaron a La Paz. Todo lo hemos hecho por el Señor. De verdad este Dios se manifiesta visiblemente en mi vida, deseo que Él mismo les acompañe a todos, y en su madre nos consuele, en Cotoca, Urcupiña y Copacabana, que en definitiva es la misma madre», finalizó.