Por: Vasileiv Seoane García
El Movimiento al Socialismo (MAS) se presenta ideológicamente a sí mismo como algo nuevo, como algo nunca antes visto en la historia de Bolivia, un movimiento “parido en el campo por indios y originarios, no por obreros o clase medieros”, como una “confederación de movimientos sociales”, un “movimiento de movimientos”, que a pesar de provenir del campo “incluye a empresarios, mestizos y blancos de la ciudad, que es democrático”, etc.
Eso dice la propaganda oficial, pero veamos qué es en los hechos, cuál su matriz ideológica, cuáles sus fuentes o variables ideológico políticas. Desde nuestro punto de vista, el MAS es tributario, responde esencialmente a la ideología katarista-indianista y no al socialismo, marxismo, guevarismo o nacionalismo boliviano.
Sostenemos esta afirmación basados en la historia y la evidencia empírica, su narrativa ideológica, lo plurinacional, es una copia, una calca de las tesis kataristas e indianistas, que ha sido transcrita de las tesis políticas de los congresos de la CSUTCB por ejemplo la del año 1983 (ver Rivera Cusicanqui Silvia, Oprimidos pero no vencidos. 1984), de los partidos indianistas como el Partido Indio, el MITKA, el MRTKL, entre otros y de autores como Fausto Reinaga, Javier Hurtado y la propia Silvia Rivera, como sabemos esta corriente de pensamiento es un esfuerzo social e ideológico de los aimaras, es históricamente construido y moldeado por aimaras que lograron entrar y estudiar en la UMSA en las décadas de los 70 y 80 como Felipe Quispe Huanca por ejemplo y existe una amplia bibliografía sobre la temática. En este sentido histórico social el MAS no ha producido nada nuevo, la ideología plurinacional no es una creación masista y menos una innovación intelectual, lo que ha hecho es plagiar las ideas y las reivindicaciones aimaras, en el mejor de los casos lo que hace es inscribirse en esa tradición histórica, que es en parte la tradición histórica de Bolivia y sobre todo de La Paz, pero nada más. Si uno mira, – y se es generoso – los documentos, notas de prensa, pronunciamientos, manifiestos, programas, tesis políticas, artículos, libros, de los últimos 50 años sobre la temática, es fácil constatar y verificar este núcleo ideológico. Las reivindicaciones aimaras y su construcción ideológica vienen de atrás, y sólo baste recordar que de hecho, Felipe Quispe y la CSUTCB, la ciudad aimara de El Alto y varios militantes del katarismo como el actual vicepresidente David Choquehuanca hicieron posible la asunción del MAS al poder. En todo esto hay consenso académico, porque además salta a la vista, lo que no hay (como en casi todo) es un consenso ideológico político.
Toda la simbología estatal se basa en los símbolos aimaras, la whipala, la chaqana, la hoja de coca, el aguayo, el sombrero y la pollera de chola, el folklore o música, la cosmovisión, los tótem, tata inti, la pachamama, los mitos, las fábulas, las creencias aimaras, han sido elevados a rango estatal, se han convertido en la esencia del Estado, de hecho toda esta simbología e ideología se ha inscrito literalmente y a su modo en la Constitución Política del Estado.
En mucho menor medida, otra variable ideológica del MAS es la ideología socialista, con sus conocidos clivajes anticapitalista y antiimperialista, no creo que esta le reporte mucha militancia o base social, en el campo ni en la ciudad, sin embargo es su nexo con el mundo externo. Le sirve para construir una narrativa estatista, según la cual el Estado es mejor administrador que lo privado-neoliberal, porque éstos históricamente se roban los recursos naturales y públicos, como el oro y la plata de Potosí, el petróleo, el gas y en Pandemia los “respiradores”. Y también para alinearse y asociarse con los países, Ong’s, partidos, académicos y organizaciones que adscriben a esa ideología en el contexto internacional, como el Foro de San Pablo, el Grupo de Puebla, Rusia, China, Irán, etc, logrando apoyo político, ideológico y económico.
No creo, como hacen algunos (ya es una moda), que el MAS se inscriba en el Nacionalismo Revolucionario y tampoco en lo Nacional-Popular, categoría que René Zavaleta extrajo del pensamiento de Gramsci y que adaptó conspicuamente a la realidad boliviana, coincido con Zavaleta en que “lo nacional, no existe todavía en la cabeza de los connacionales” (ver Zavaleta Mercado René, Lo nacional-popular en Bolivia,1984) y que lo Nacional debe incluir a los indígenas y a todas las etnias y regiones, no sólo a los aimaras por ser el pueblo más politizado. En El Estupor de los Siglos, se detiene en el pueblo aimara, muestra como Pando mediante la cínicamente llamada “revolución federal”, usa a los aimaras, al ejército aimara de Zárate ‘el temible’ Willca, para quitarles la sede de gobierno a los doctorcitos de Sucre y cómo luego los traiciona, se retrotrae a la Guerra del Pacífico y sostiene que en parte se perdió esa guerra porque los aimaras no tenían un sentimiento antropológico de apropiación del Océano, los aimaras, escribe, “nunca fueron un pueblo de navegantes”, el Mar, la costa, no eran su hábitat y el Estado tampoco podía interpelarlos y llevarlos hacia allá porque no los había integrado, retrocede hasta la Colonia y más atrás para entender los modos de producción, la cosmovisión aimara, y por tanto su tenacidad histórica. Así, se refiere a Tamayo, Gabriel René Moreno, Bautista Saavedra, Silvia Rivera, Fausto Reinaga, al Katarismo, a la Guerra del Chaco, al Estado del 52, a la Marcha hacia el Oriente, al pacto militar-campesino, etc. En suma tenía una perspectiva histórica-integral, no se circunscribía ni privilegiaba una etnia, un territorio o una clase, todo lo contrario demostraba, – a pesar de ser marxista y atribuirle por momentos al movimiento minero cualidades que éste no poseía, inmediatamente con una autocrítica y rigurosidad envidiables, rectificaba y se corregía a sí mismo – que la historia de Bolivia consistía precisa y trágicamente en eso, en privilegiar y concentrarse en intereses de casta, de región o de etnia, por encima de los intereses nacional-generales, por lo que rehuía y se rehusaba de caer en esa tara o trauma sociológico, ideológico y cultural, era lo que más criticaba, al considerarlo la raíz de todos los problemas, de la falta de una “Conciencia Nacional”, decía que en ningún lugar social, ni el sur primero, ni el norte después, tampoco en el oriente, desde ninguna región o clase se logró cohesionar o “nacionalizar” a la complejidad demográfica boliviana, por visiones mezquinas, “autorreferidas y autogratificadas” de lo social y lo político, “en Bolivia nunca hubo un piedemonte”.
En síntesis, estas son las variables ideológicas del MAS, tiene un fuerte acento etnicista o “nacionalista” aimara, ha recurrido a ese viejo y antiquísimo expediente del nacionalismo, la historia universal muestra que allá donde se ha activado con éxito, ha sido trágicamente eficiente y letal en todos los sentidos del término, no sólo ideológico y político. Y, a pesar de todo, hay que decir que el MAS es superior ideológica y políticamente a la oposición, por eso gana elecciones desde hace 16 años, ésta, la oposición, no logra producir una Visión del Mundo que interprete e interpele eficazmente los anhelos de la Sociedad boliviana, es víctima de los mismos traumas, esto es, de sí misma.
(*) Vasileiv Seoane García es investigador Social