La whipala y el MAS

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Por: Vasileiv Seoane Garcia

Se ha desatado una polémica innecesaria, artificial y distractiva por la whipala, como hace por lo menos 20 años, recuérdese que Felipe Quispe la hacía flamear en los bloqueos de 2000 y 2003. Santa Cruz en términos histórico culturales no tiene nada que ver con la whipala, así como no tiene nada que ver con los monolitos de tiwanacu, la cruz andina-chacana o la hoja de coca, que el MAS dice que es sagrada y no va al narcotráfico (a diferencia de los cocaleros de los Yungas que dicen que la coca del Chapare va al narcotráfico).

De entrada, hay que decir que ese símbolo no representa a Bolivia, sus regiones y a los pueblos indígenas de tierras bajas, antropológicamente en Santa Cruz y el oriente boliviano nunca se conoció dicho símbolo, cada departamento tiene su bandera representativa, así como los pueblos indígenas tienen sus propias banderas y símbolos, y se han pronunciado innumerables veces manifestando que esa imagen no los representa y se la quieren imponer.

Dentro del katarismo hay un debate interno sobre el origen y la paternidad de la whipala, Waskar Chuquiwanka se atribuyó públicamente haberla diseñado en la casa de Fernando Untoja en la década de los 80, y ambos conocidos kataristas acusaron al MAS de pretender apropiársela políticamente, lo mismo decía el Mallku que la reivindicaba como símbolo aymara. En el MAS arguyen que tiene un origen centenario o milenario, en todo caso los kataristas y los aymaras deben definir si se identifican o no con ese símbolo, tienen derecho a identificarse con los monolitos, la chacana, la pachamama o la whipala. A lo que no tienen derecho los aymaras, el MAS, el Estado, ni ningún otro grupo étnico, es a la pretensión de imponer ese símbolo a todas las etnias, culturas o identidades regionales de Bolivia, que no tienen antropológicamente nada que ver con tal símbolo. Es como si la bandera cruceña o la bandera del patujú se la queramos imponer al municipio de Achacachi o El Alto, sin ninguna referencia antropológica y cultural, a título de símbolo patrio.

En términos históricos, antropológicos, sociales y culturales, los símbolos, las banderas y los idiomas, forman parte de los caracteres de una Identidad o Nación Cultural, en este sentido la constitución también declara a los idiomas indígenas como oficiales del Estado, pero eso no quiere decir que se va enseñar en las escuelas el puquina, el quechua o el aymara en Santa Cruz. O que se enseñe bésiro o guaraní en el norte de Potosí. Todos sabemos que esta declaración constitucional fue una medida de fuerza impuesta en la constitución el 2008. Esto no quiere decir que se “indianizará el Estado, o Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando”, como profetiza el camarada “qananchiri” que se cree alguna especie de Marx boliviano.

En síntesis, le sugiero al gobernador de Santa Cruz, al presidente del Comité Cívico y a los cruceños que dejemos de caer puerilmente en las burdas provocaciones del MAS, en el fondo como se ha dicho lo que quieren es polarizar la Sociedad, pero el núcleo de esa polarización durante los últimos 20 años es la polarización étnica cultural, consiste en contraponer los indígenas a los mestizos, la whipala por ejemplo no es de los paceños mestizos es coyuntural y aparentemente de los aymaras, asumamos con naturalidad el derecho que tienen de asumirla o no como símbolo, así como ellos tendrán que asumir con naturalidad los nuestros. Bien vistas las cosas, los símbolos de tal o cual etnia o Nación no tienen porque ser objeto de controversia política y menos mediática, no le demos gusto y diluyamos su ideología plurinacional que no tiene sentido práctico.

Vasileiv Seoane Garcia es investigador Social   

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