Por: Ana Rosa López Villegas
“¿Qué daño les he hecho?”, les pregunta Evo Morales a esas autoridades irreverentes del gobierno que han osado hablar mal de él. “¿Cómo es posible?”, refunfuña el ahora cocalero de escritorio y en mi cabeza explotan -como pipocas- docenas, centenas y millares de posibles respuestas. La delicada epidermis del exmandatario resultó ser mucho más delgada de lo que imaginamos y al parecer su barniz socialista no garantiza un liderazgo de todo terreno. Al contrario, tras el papel de falsa víctima y el berrinche del que no hemos sido testigos, pero que seguramente existió detrás del telón, llega el remedio en forma de purgante. ¿Habría otra solución posible dentro del Movimiento al Socialismo (MAS)? Hacer desaparecer a sus oponentes -a cualquier precio- es la única forma de hacer política que conoce el partido de gobierno. ¿Por qué iba a ser diferente al interior de sus filas y sin importar cuanta lealtad hayan mostrado sus militantes en el pasado? Si aquellos tienen boca, esta no debe usarse en contra del jefazo. Si aquellos tienen voz, pues esta no debe ocuparse de criticar; debe servir para solicitarle al gobierno la “creación de milicias armadas que salgan en tiempos de guerra civil, revoluciones o en golpes de Estado” (¿Será que también combatirán los ataques zombis?). No, no es broma ni un invento de la derecha imperialista, es la triste realidad de la dimensión paralela y obnubilada en la que viven los militantes del MAS. Por lo menos la de aquellos que esperan pasar la prueba del purgatorio.
La Coordinadora Nacional en Defensa de la Democracia (Masista) le ha pedido al gobierno reformar la Constitución Política del Estado (CPE) para crear dichas milicias. El ejecutivo de tal coordinadora, Simón Amaru, que hace como que cree que quien gobierna Bolivia es Arce Catacora, dijo también “que el pueblo decida sobre el futuro de las Fuerzas Armadas proimperialistas y asesinas». Amaru conoce el libreto y lo ha practicado tanto que su solicitud le sale hasta con naturalidad.
Pero volvamos a la purga. No se trata de una simple limpieza de azotea por amor a la higiene o debido a la pandemia. El objetivo de Morales está claro como el agua: hay que borrar del mapa a los antievistas del MAS, esos militantes que ya no reconocen en su figura un liderazgo sólido y representativo, que no se sienten incluidos, sino por el contrario relegados por diversos motivos. Quizá haya entre los militantes criticones uno que otro que ha divisado la democracia partidaria como una posibilidad para reencaminar al partido, ¡qué horror! Otra razón: el liderazgo emergente. La soberanía política que han demostrado Eva Copa y Damián Condori o Ana Lucía Reis y Regis Richter, sus victorias electorales sin auspicio masista le duelen a Morales profundamente y la herida es feroz.
Pronto sabremos quiénes fueron los elegidos y quiénes no. Hablaremos de los purgados y de los que lograron sujetarse con uñas y dientes de los intestinos de Morales para no salir expulsados. El líder vitalicio del MAS ha anunciado también que se reformarán los estatutos del partido. No, no se trata de que estén pasaditos de moda, lo que busca es impedir que sus militantes se conviertan en sus contrincantes. “Siendo alcalde del MAS, siendo concejal del MAS o asambleísta del MAS se presenta como candidato de otro partido, por estatuto no vamos a permitir eso”, anunció sin pudor el exmandatario. Para hacer lo que quiera con los estatutos de su partido, Morales no necesita irrespetar un referéndum y ningunear la voluntad de todo un país como hizo en 2016, porque una vez hecha la purga, las ovejas que queden en su redil repetirán al unísono un sonoro ¡sí! a todas sus demandas y caprichos de rey chiquito. El objetivo final es el de garantizar su candidatura a la presidencia el 2025. Ningún cabo debe quedar suelto, ninguna costura sin puntada y por supuesto, ningún disidente con ideas entre sus filas.
¿Qué tal cinco minutos de autocrítica, Señor Morales? Pero como usted es un verdadero principiante en tales lides, empecemos con 60 segundos. Un largo minuto para que sostenga un espejo frente a su rostro y sea capaz de mirar en su ojo la viga convertida en bosque que le ciega por completo. ¿Sabe que causa daño? El querer eternizarse en el poder, el satanizar la libertad de pensamiento y de militancia que tienen las personas, especialmente las de su partido. El alimentar odios entre hermanos y seguir atizando el fuego de la polarización con tal de saciar su apetito enfermizo de poder. El diseño de normas a la medida de su ego y de su empeño autoritario de gobernar un país que usted cree que se maneja como un cato de coca le causa daño a la democracia, a la justicia y a la institucionalidad política. Pero todo esto es cuento viejo, lo que verdaderamente llama la atención es la poderosa convicción de silencio del presidente y del vicepresidente. ¿Es indiferencia, dejadez o ineptitud? ¿No tienen nada que decir sobre la purga o serán ellos los primeros en ser purgados? A lo mejor lo que les falta es tiempo, porque en la ocupada agenda que tienen, la designación de ministros se maneja en su gabinete como una lista de deseos que cumplirles a los diferentes sectores afines a su gobierno. Una repartija basada en contubernios de toda índole y sin ningún criterio o intenciones serias de hacer gestión.
Ana Rosa López es comunicadora social
Twitter: @mivozmipalabra
Instagram: @misletrasmislibros