El bullying político

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El ejercicio del poder a través del miedo y la simulación
Oscar A. Heredia Vargas 
El escrito que hoy pongo a consideración nace de la observación y de las últimas discusiones en el campo de las ideas con la Profesora La Dra. (c.) en Ciencia Política Yorelis J. Acosta.
“George Orwell “era un crítico acérrimo de los aparatos estatales y sus burocracias. Su posición se fundamenta en la profunda desconfianza que sentía por el poder político y económico y porque no tenía una opinión demasiado risueña de la condición humana: Durante toda su vida vio al mundo inclinándose más hacia el exceso y la violencia antes que hacia el equilibrio y la virtud. Describe un mundo donde las necesidades materiales de la gente son cubiertas, pero, esa “igualación económica” ha sido conseguida a costa de un proceso de colectivización social y de la prohibición total del pensamiento crítico. Hoy, al “parecer», la sociedad es manejada a través del “lenguaje” o, mejor dicho, mediante la supresión del mismo. Hay un “Newspeak” o nueva lengua que, por su llaneza, simplifica la realidad en la mente de las personas impidiéndoles que razonen” (G. Maldonado, El Comercio).
Como nos dice: O. W. Holmes “el pecado emplea muchos instrumentos, pero la mentira es un mango que se adapta a todos”. El Poder, recurre también a Loki –“deidad que personifica la mentira, dedicado a producir toda clase de perturbaciones y desafueros acaudillando a los enemigos del cielo”-. “Utiliza el complot entre el lenguaje y la acción para despojar el entendimiento”, “siendo la mentira el instrumento prodigioso para conspirar contra la quietud ajena, sembrando la inseguridad y la desconfianza, olvidando que la verdad es la condición fundamental de la virtud” (J. Ingenieros).
En ese contexto la realidad ubica al Poder en el tiempo, lugar, nivel e instancia, como generador de miedo. El miedo es “como una espuela o un aguijón, es una tea que prende fuego en el montón de los leños secos de las pasiones humanas”. El nuevo lenguaje usa el temor -pasión irascible- con el fin de afectar los sentimientos -“estados duraderos y suaves producidos por ideas, reflexiones o sensaciones”- sensibles, morales y sociales para afectar a las emociones. La emoción llamada miedo nos genera un estado afectivo violento y perturbador, o bien un apartamiento ante un mal inevitable”.
El Newspeak del Poder en el clima adecuado, utiliza la justicia para generar miedo, amenaza con utilizar la legalidad para evitar las protestas sociales, involucra al ciudadano honesto de manera amañada con actividades ilícitas ¡y lo fatídico! utiliza la libertad para controlar nuestras vidas. Con ese lenguaje-acción, hace que las pasiones negativas se despierten y el miedo se renueve y se arrastre en las casas, en las calles, en las instituciones y en el accionar de los ciudadanos.
En ese mismo sendero, el Poder, de manera vinculante, deslinda sus responsabilidades hacia el ciudadano. El Poder se lava las manos con el “agua ácida” de la demagogia y el sofisma, haciendo responsable de sus ineficiencias de gestión al ciudadano. Echa la culpa a los otros de manera directa o indirecta del mal diseño y ejecución de sus políticas públicas. Utiliza una burocracia indolente que no tiene habilidades interpersonales, que no tiene conocimientos técnicos y organizacionales a cabalidad y que no tiene la idea clara de su propio rol, haciendo que el ciudadano se agobie con la carga económica y las consecuencias legales, generados por el mal servidor público.
Al respecto G. Maldonado nos dice que la institución de la simulación “manipula los hechos y los presenta a conveniencia de quienes detentan el poder absoluto. – Se nota en el mundo un resurgimiento de un estilo despótico de ejercer la política, distorsionando los hechos o simplificándolos al máximo. – Desde siempre los políticos de todo signo han tratado de adecuar la evidencia a sus intereses. Pero, ésta es la primera vez que veo un esfuerzo deliberado y sistemático por torcer la verdad e imponer una mentira” e inducir a tener miedo y perder la osadía de la esperanza.
Como podemos desprender, en la lucha y en la reproducción del poder, nos encontramos con un medio que es la simulación política -miedo, mentira, fraude y astucia- que se va filtrando de acuerdo a las condiciones políticas, siendo un medio predominante en el político tradicional ubicado en cualquier punto cardinal, “quien nos dice que se sacrifica con denuedo por el bienestar del pueblo, la sociedad y la ciudadanía, nos dice que salvaguarda la integridad institucional frente a los extremistas, a los opositores, a los oficialistas, hace uso de peroratas sin sustancia mostrándose conocedor de los problemas nacionales para conseguir y mantener ventajas. Todo es simulación. La vida política tradicional está plagada de simulación que destroza la Política (M. Solares).
El nuevo lenguaje (palabra-acción) hace que no razonemos, hace que nos paralicemos y hace que nos anquilosemos ¡y lo peor! hace que la inseguridad y apegos nos encarcelen en nuestra propia cárcel mental, generando insatisfacción negativa y desilusión paralizante induciéndonos a la involución libertaria: Debilidad que no desencadena en la ira positiva sino, en la “prudencia” encarnada en la “cobardía involuntaria inducida” que se aclimata en el espíritu de la ciudadanía dejando mansamente paralizado su pensamiento para que muchos se aprovechen del poder -búsqueda del beneficio para pocos de manera individual o colectiva y eternización en el poder.
Y más doloroso, más insultante y más cínico es que el Poder se relama internamente de satisfacción, mostrándonos su expresión facial mentirosa de solidaridad, de pena y de consideración, diciéndonos, a través de la retórica sofista y demagógica, que lo último que se pierde es la esperanza. El Poder tradicional hace cumplir lo que dijo J. J. Rousseau “El hombre nace libre, y por todas partes va encadenado”.
En ese entendido develamos que la intención de una gran parte “de la clase política jurásica no fue precisamente la de servir al pueblo, por el contrario solo sirvieron y sirven a intereses de los grupos de poder” (A. Salazar). Entonces, el éxito de los políticos tradicionales depende de impulsar el culto a la mentira y al miedo y de su “capacidad de funcionar en un sistema autoritario y de entender las reglas del juego del partido”.
En la lucha por la vida, la simulación es peligrosa porque el hombre ya no se guía por los valores permanentes como es la justicia, la verdad, la tranquilidad, la sinceridad, la caridad, etcétera, sino por lo transitorio, lo ventajoso y lo útil (M. Solares). Nos dice J. Ingenieros que el simulador es hombre sin carácter, porque el carácter es la marca indeleble, lo que no cambia, como la impresión digital. El hombre sin carácter es lo postizo.
Ante ese espectáculo, nos queda libertad de despertar nuestra fuerza contenida. Defender nuestros derechos civiles y políticos y luchar contra la demagogia y el sofisma. “Hay que ser lo que somos y no lo que aparentamos”.
Nuestra integridad vencerá al miedo y a la simulación, acto que debemos a nuestros hijos.

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