Una imagen, mil sospechas: Las fotos del «narco» fanático de Evo que fue a apoyar a Maduro.

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Las fotos del narcotraficante Romer Gutiérrez Quezada con el Presidente Evo Morales en diferentes momentos, con ministros y otros integrantes de la «nomenklatura» del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) entró por los ojos de millones de bolivianos como un código abierto a tal punto de mutar el proverbio chino: una imagen vale más que mil palabras a una imagen vale más que mil sospechas.
La súbita detención de Gutiérrez en San Bernardo (San Pablo, Brasil) a nueve minutos de la medianoche del 7 de julio pasado dejó aterido al gobierno boliviano. Y si había pensado reaccionar con su conocido discurso desembarazador de culpas (el Imperio, la derecha, los neoliberales), prefiero morderse la lengua ante la evidencia de los casi 100 kilos de cocaína, valuada en $us700.000, que transportaba el militante masista. Y si había pensado ignorar el caso, no pudo por las fotos del narcotraficante con altos miembros del MAS.
La noticia tardó en llegar a Bolivia casi 11 días, pero las fotos de Romer Gutiérrez con Evo Morales circularon por las redes sociales a velocidad luz.
«No preocupa que haya sido asesor de una concejala (Melody Téllez, MAS) o que haya liderado la Organización Che Guevara MAS-IPSP, lo que preocupa son las fotos», reconoció un político medio del MAS y añadió con prisa: «pero muchas personas se acercan y se toman fotos con el Presidente».
Gutiérrez tiene al menos cuatro fotografias con el Jefe del Estado y presidente de los cocaleros del Trópico de Cochabamba, cuya coca va al narcotráfico en un 92 por ciento, según informes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
En la primera imagen que apareció, el narco fanático del Che abraza a Morales con su diestra. Sin ninguna explicación ni contexto y a partir de la sonrisa despreocupada del Jefe del Estado Plurinacional, esta foto puede ser decodificada como una foto de dos viejos amigos.
En la segunda, Gutiérrez está de espaldas con camisa blanca y no se nota con claridad si arregla, en un gesto de confianza, la chamarra de Morales o pone un pin en el lado de su corazón, donde luce la simbólica figura de Guevara.

En la tercera fotografía, el narco militante del proceso de cambio, que casi siempre viste gorras, estrecha la mano del Presidente y por su sonrisa se deduce que no saluda a un conocido, sino a un estimado compañero de lucha política y militancia ideológica.

En la cuarta fotografía, Gutiérrez va por detrás del Morales, ambos lucen un estampado del Che; parece un celoso guardaespaldas.

Además de las imágenes, los mensajes del narco guevarista en su muro de facebook reflejan que era un convencido «soldado del proceso de cambio» y fanático de Evo Morales.

El narcomasista viajó a Venezuela a apoyar al gobierno de Maduro

Si hasta aquí se creía que Gutiérrez era solo militante del proceso boliviano, este domingo 23 de julio cambió esa percepción después que circularon por las redes sociales otras fotografías, esta vez en Venezuela, en una marcha de apoyo al gobierno de Nicolás Maduro.
Según la descripción en su muro, el «narcomasista» estuvo en Venezuela entre marzo y abril de 2016; obviamente no dice quién financió su viaje, ni su estadía ni su alimentación en el país del Libertador Simón Bolívar.

En noviembre de 2015, un fiscal de Estados Unidos imputó por el delito de narcotráfico a los ciudadanos venezolanos Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, sobrinos de la esposa del presidente Nicolás Maduro.

Meses después, en febrero de 2016, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos catalogó al vicepresidente venezolano Tareck el Aissami como narcotraficante, por lo que anuló su visa, le confiscó propiedades en ese país y le prohíbió realizar transacciones financieras o comerciales con instituciones estadounidenses.

Fotos con otros miembros de la «nomenklatura» masista

A Romer Gutiérrez le gustaba tomarse fotografias y presumir en sus cuentas en redes sociales que había estado con los ministros de Gobierno, Carlos Romero; de Defensa, Reymi Ferreira; de Economía, Luis Arce; y de Relaciones Exteriores, Fernando Huanacuni.
El mensaje de estas fotos hacia sus amigos y a otros públicos de la red internet era connotativo: miren, estoy bien vinculado con el poder; miren soy poderoso. 

Probablemente con esa misma intención, tiene una fotografía con el comandante de la Policía boliviana, Abel de la Barra; esta imagen fue compartida por la concejala a quien asesoraba el narcotraficante detenido con 100 ladrillos de cocaína en Brasil.

Las narcofotos en la política boliviana

No es la primera vez que unas narcofotos atizan la política boliviana. El escándalo más sonado sucedió en diciembre de 1994, cuando vincularon a altos dirigentes del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) de Jaime Paz Zamora con connotados narcotraficantes, entre ellos Carmelo Meco Dominguez e Isaac «Oso» Chavarria. Por este hecho fue encarcelado el dirigente mirista Oscar Eid Franco.
Y cada vez que el exmirista y ahora jefe de Unidad Nacional (UN), Samuel Doría Medina, hacía alguna critica al gobierno de Morales, no faltaba algún dirigente que le recordaba y exponía su foto con «el Oso Chavarría» con el fin de derramar mil sospechas de narcotráfico.

Otra narcofoto que causó un terremoto político fue aquella que apareció el 28 de mayo de 1997, días antes de las elecciones nacionales de ese año. En la imagen aparece el presidente de entonces, Gonzalo Sánchez de Lozada, semiabrazado con un regordete Carmelo Cuellar Vaca, exalcalde de Puerto Quijarro y detenido por narcotráfico.
Sánchez de Lozada acusó a dirigente del MIR por la publicación de esta narcofoto. «Quiero aclarar que tengo muchas fotos, decenas de fotos con Jaime Paz y nadie me ha acusado de estar narcovinculado», declaró soberbio «Goni», en alusión a los narcovínculos que hundió al partido naranja.
Veinte años después de las últimas narcofotos en la política boliviana aparecen en la era del MAS otras, cuyas imágenes valen más que mil sospechas, las cuales, por ahora, solo causaron un allanamiento fiscal de la casa del «narcomasista» Gutiérrez y un tímido pedido de investigación desde las filas de la oposición.

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