América Yujra Chambi
En medio de todo el show electoral de cada día, dos hechos noticiosos hicieron que recordara el fragmento de un texto que leí hace algunos años. A fin de no recurrir a un débil e impreciso parafraseo, el feriado del primer día de mayo me sirvió para hacer memoria sobre el autor y el lugar donde guardé la copia de ése libro.
El texto en cuestión es el discurso que José Saramago —destacado escritor y Premio Nobel de Literatura— dio durante la inauguración del Foro Complutense de Madrid del año 2005. El fragmento recordado es el siguiente: “La universidad puede vivir y ha vivido en todos los sistemas políticos que han pasado por el mundo, se adapta a todos”1.
¿Será así? ¿Ésa afirmación no va en contra de lo que se espera de las también llamadas alma mater, es decir, ser la voz rebelde, distinta al poder político?
No quiero desvirtuar la afirmación de Saramago, máxime cuando lo expresó para validar la perennidad de las universidades; pero, aunque ésa adaptación parece ser cierta tanto material y temporalmente, creo pertinente hacer un matiz: no es que la universidad se adapte, sino que es adaptada para ser funcional o el reflejo del sistema político imperante en determinada coyuntura.
Parece que así ha ocurrido con la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Se ha adaptado y ha adoptado los rasgos más funestos del régimen que despedaza nuestro país desde 2006. Al menos eso demuestran los escándalos de corrupción que se conocen cada tanto.
Dos de ellos dieron de qué hablar esta pasada semana: la aprehensión del decano de la Facultad de Ciencias Sociales y la falsificación de datos para validar el (mal)gasto económico que significó un seminario organizado en la carrera de Ciencias Políticas.
Sobre el decano Edgar Pomar pesa la denuncia de cobros irregulares a más de una treintena de egresados que solicitaron, en 2023, acogerse al Programa de Titulación de Antiguos Estudiantes No Graduados (PETAENG). Desfalco que asciende a Bs. 394.500.
A sabiendas de que la normativa interna de la UMSA señala que todo pago debe hacerse en cajas del Tesoro Universitario o en la cuenta bancaria habilitada, Pomar hizo —mediante una disposición administrativa— que los postulantes paguen sólo la primera cuota (Bs. 3.500) de manera regular, mientras que las restantes (tres, con un total de Bs. 10.500) sean entregadas en efectivo a una funcionaria de su confianza.
Ése hecho delictivo —perfectamente encuadrable en los tipos penales de malversación, conducta antieconómica y peculado— saltó a la luz a finales del pasado año. Se hizo la denuncia oficial ante la Unidad de Transparencia de la UMSA a inicios del presente, y recién en abril ésta repartición remitió antecedentes al órgano competente, es decir, al Ministerio Público.
Aunque en el proceso sólo se reconoce a dos posibles culpables (exfuncionaria y decano), los involucrados tendrían que ser muchos más. Según reglamento para titulación, la modalidad PETAENG exige la elaboración de un trabajo escrito (monografía) que debe ser sometido a tutoría, evaluación y defensa. Por lo que fue publicado en algunos medios de prensa, existirían postulantes que obtuvieron su título sin haber hecho la defensa respectiva y sin que sus tutores se enterasen de ello. De haber sucedido así, ¿cómo las unidades de Gestiones y Titulación de la UMSA permitieron que egresados logren su licenciatura sin haber cumplido con todos los requisitos exigidos ni haber pagado la totalidad del monto que contempla la modalidad referida?
La Unidad de Transparencia no emitió mayores datos sobre el alcance de la investigación que habría realizado ni la que ahora está ejecutando el Ministerio Público. Las máximas autoridades (rectora, vicerrector) tampoco se manifestaron al respecto.
Las irregularidades y la inacción siguen. Hasta antes de su aprehensión, Edgar Pomar ejercía sus funciones como decano y docente sin problemas. Pese a la suficiente evidencia existente en el caso descrito y a otras denuncias en su contra (validó una convocatoria a docentes que fue declara ilegal, por ejemplo), rehusó acogerse a una licencia y someterse a la justicia ordinaria (a la que también eludió, dado que no acudió a declarar cuando fue citado).
Pero lo peor no es la terquedad con que se aferró a sus cargos, sino el cínico respaldo que recibe de otras autoridades, docentes y estudiantes, todos miembros de la “rosca” a la que pertenece desde hace años. Un ejemplo de éste “apoyo” se vio en la reciente sesión ordinaria del Honorable Consejo Facultativo (HCF) de Ciencias Sociales: dos delgados docentes y una directora de carrera tildaron de “equívoco” y “golpe de Estado” a la solicitud de licencia para Pomar; mientras que el resto de integrantes del HCF (un director de carrera, delegados estudiantiles y docentes) optaron por el silencio. Vil y pusilánime silencio cómplice.
La carrera de Ciencias Políticas dio otro indicio de ésa adaptación. Este medio publicó la denuncia interpuesta por tres docentes de dicha carrera sobre las irregularidades del XI Seminario de Aprobación del Nuevo Plan de Estudios de Ciencias Políticas y Gestión Pública —plan que ya fue observado en su momento por las dificultades que generó en las convalidaciones de materias—, realizado en noviembre de 2023. En un lujoso hotel ubicado en los Yungas de La Paz, el seminario terminó siendo una jarana de “confraternización”.
En términos estrictamente legales, de la “animada” reunión llama la atención el monto erogado por la UMSA y los procedimientos que los organizadores, exautoridades y asistentes utilizaron para su aprobación.
El costo asciende a Bs. 115.720 por concepto de gastos de estadía, alimentación y otros servicios para 100 supuestos participantes. En realidad, al “seminario” sólo asistieron 69 personas; para completar ése total, los organizadores duplicaron nombres, inventaron otros, invirtieron números de cédulas de identidad, falsificaron firmas e incluyeron a siete docentes que no viajaron a dicha “actividad académica”. Tres de ellos denunciaron todas éstas irregularidades en las instancias debidas. Primero, ante el HCF de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, pero como sucedió en el de Sociales, nada se hizo contra los responsables. Después, ante la Unidad de Transparencia de la UMSA, ente que —nuevamente— demoró en actuar.
Las similitudes entre ambos hechos de corrupción siguen y suman: los organizadores de ése seminario continúan siendo parte de la carrera de Ciencias Políticas, pues cuentan con el respaldo de autoridades universitarias, de docentes y de estudiantes, incluso participan activamente en las elecciones facultativas que se realizan este año, ya sea organizando grupos de campaña (agresiva y hasta difamatoria, al estilo de los “guerreros digitales” del régimen) o como candidatos.
Por si todo ello fuera poco, tras conocerse la noticia, las máximas autoridades de la UMSA (María Eugenia García Moreno, rectora y Tito Valerio Estévez Martini, vicerrector) emitieron un comunicado en donde deslindan responsabilidades sobre el “seminario” porque fue organizado y aprobado por la anterior gestión rectoral, y acusan a los medios de comunicación que difundieron éste nuevo escándalo de ser irresponsables, de no actuar con ética periodística e ir en contra del derecho a la información.
Convenientemente, la rectora olvida que hace cuatro años era vicerrectora, y si aun si fuese cierto que no tuvo conocimiento de ésas irregularidades, hoy tiene la oportunidad de ser más responsable: atendiendo todas las denuncias que recibió de la anterior gestión, las que ahora salen a la palestra, y exhortando a las unidades administrativas de la UMSA a actuar sobre todas ellas con la celeridad necesaria tanto dentro de la universidad como en la jurisdicción ordinaria. Parece que prefiere lo contrario. Entonces, ¿quién realmente actúa sin ética ni responsabilidad?
Despilfarro de dinero público, apoyo en bloque o entre “roscas”, conformación de grupos de poder e influencia, sumisión de algunos (estudiantes) frente a otros (autoridades), apropiación indebida o desvío de recursos económicos, ataques a la prensa, intentos de ocultar información, victimismo, silencios delatores… ¿No resultan familiares? Por supuesto. Es todo lo que el régimen masista nos fue mostrando desde hace 19 años.
Dos de sus máximos logros son la expansión de la corrupción (en todos los niveles y ámbitos del Estado) y el deterioro institucional de los entes públicos o con incidencia social determinados en la Constitución. La afectación del régimen sobre la democracia partió con la minimización de su concepto (democracia sólo es elegir y ser elegido), obviándose que la democracia también implica respeto y cumplimiento del ordenamiento jurídico, el control sobre sus instituciones, la regulación de actos y procedimientos, y la construcción de una conciencia democrática tanto individual como colectiva.
Tras esa reducción conceptual, la progresiva conversión de la democracia a un sistema autoritario terminó generando desinstitucionalización y corrupción, ambas reproducidas en todos los órganos de poder, incluida la universidad pública.
Algunas autoridades facultativas o administrativas, algunos docentes y estudiantes han adoptado las tácticas del régimen para conseguir puestos de poder y beneficios académicos o económicos. Muchos de ellos han logrado su propósito y, a la par, han adaptado la universidad a la imagen del régimen gobernante. ¿El resultado? La UMSA se convirtió en un minirégimen, donde sólo determinados grupos o “roscas” docentes-estudiantiles gobiernan y deciden a nombre de toda la comunidad universitaria, donde se persigue o perjudica a quienes denuncian sus fechorías, donde la institucionalidad se ha difuminado, donde la corrupción y la impunidad imperan.
En su discurso, Saramago remarcó que la universidad no es la panacea para los problemas sociales, pero sí puede coadyuvar a encontrarla o construirla. Por eso, su principal misión debe ser formar profesionales y buenos ciudadanos. La UMSA podrá cumplir con ésa función siempre y cuando toda la comunidad universitaria realice una reflexión sobre el rol que mostrará de ahora en más: seguir siendo una copia en diminuto del régimen masista o convertirse en un lugar de discusión científica y sociopolítica, de reconstrucción democrática. Si debe adaptarse a algo, que sea a los requerimientos de la sociedad, no al régimen que lo destruye. Sólo así la universidad vivirá y perdurará realmente.
América Yujra es abogada.
- Saramago José, (2010). Democracia y Universidad. Editorial Complutense.