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Sonia Montaño: Se debe evitar que las mujeres sean las más golpeadas por la crisis y la violencia

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PIEB

«Si la crisis golpea a las mujeres en sus medios para sobrevivir, esto puede derivar en una mayor exposición de ellas a la violencia», dice la socióloga Sonia Montaño, a propósito de los retos que tiene el gobierno boliviano en sus políticas públicas de protección hacia las mujeres.

Aunque la violencia física y el feminicidio es la situación de mayor visibilidad en los medios de comunicación, la precarización económica de las mujeres, muchas de ellas jefas de familia, es un problema cotidiano que impacta en sus vidas en dimensiones que, dada la reciente pandemia por la Covid-19, por lo menos en Bolivia se desconoce concretamente.

Con miras a los próximos cinco años partiendo del contexto de crisis, en esta entrevista con el PD-PIEB, Sonia Montaño, socióloga y exjefa de la División de Asuntos de Género de la CEPAL, pone énfasis en este problema de la lucha por la sobrevivencia y la reproducción diaria de las mujeres que tiene múltiples impactos en ese sector poblacional y, por tanto, en la sociedad boliviana.

¿Cuáles son los principales problemas que afectan a las mujeres y que va a tener que enfrentar la administración gubernamental?

Hay una situación de crisis general en el país, tanto económica, política y ambiental, y claramente en esas tres dimensiones las mujeres de todos los sectores, incluidas las más privilegiadas, entre comillas, la pasan peor. No se puede identificar ningún sector de mujeres en el país que tenga una condición mejor que los hombres, inclusive si vemos el caso de las Bartolinas (Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígena Originarias de Bolivia – Bartolina Sisa), como parte del sector político gobernante, ellas podrían ser calificadas como elites discriminadas, o sea mujeres de los grupos dominantes que sin embargo sufren discriminación o condiciones desventajosas. En ese contexto, dado que la prioridad va a ser encarar la crisis económica, la primera prioridad va a ser evitar que el costo de la crisis lo paguen, como siempre, las mujeres. Cuidado que mañana los bonos, con los que particularmente no estoy de acuerdo, que forman parte de las políticas sociales, se vayan a recortar en contra de las mujeres. Ese es un riesgo inminente, ha pasado en la crisis del 2008 y puede volver a pasar.

El segundo punto tiene que ver con el empleo. Seguramente que vamos a ver, en un primer momento, que por razones más bien políticas el gobierno no recorte la fuerza laboral en la administración pública, pero es insostenible para cualquier país como el nuestro mantener una planilla inflada en el sector público y eso vale no solo para el Estado central sino para las gobernaciones y las alcaldías. Van a sufrir recortes, van a tener que recortar personal, donde con certeza las mujeres no están en los cargos más altos y están en los cargos prescindibles, es posible que ahí también se considere una política que afecte su generación de ingresos.

Tercero, es el sector informal, abundantemente representado por mujeres, mujeres pobres, con una carga laboral enorme, con ingresos básicos y precarios. Seguramente si hay un cambio en política monetaria, vamos a tener que esperar que este gobierno como cualquier otro sacrifique a las mujeres, que son las menos organizadas, las más afectadas y sobre las que, yo sospecho, (son) mujeres que las Bartolinas no van a defender. Ahí hay una falta de representatividad en quienes ostentan, entre comillas, la representación femenina.

Este problema (económico) tiene efectos en otros niveles porque uno de los factores protectores de la violencia contra las mujeres, aunque es un problema múltiple, es la autonomía económica. Se sabe que las mujeres tienen opción de separarse de una pareja violenta cuando ellas pueden generar ingresos propios. Podemos seguir enumerando una serie de otras urgencias porque el rezago con el que viene Bolivia es alarmante, tenemos las peores cifras de mortalidad materna, a pesar del Bono Juana Azurduy, el SUS, etc., las mujeres se siguen muriendo por la causa más prevenible posible que es el embarazo…, eso lo podemos demostrar desde hace más de 20 años.

Me preguntaba qué retos tendría el gobierno para responder a esos problemas, pero por lo visto hay que esperar que sus decisiones y políticas tengan un impacto en los sectores de mujeres precarizadas…

Yo creo que sí, a menos que hagan un giro de 180 grados y que entiendan que invertir en las mujeres ayuda al progreso general del país, pero ese es un cambio de enfoque político muy poderoso que no tiene casi ningún partido, o sea todos los partidos políticos y especialmente el gobernante creen que las mujeres somos un problema, pero un problema secundario. Ellos no son capaces de entender que, si inviertes en empleo para las mujeres, reduces la mortalidad materna, reduces los riesgos de salud de la familia, mejora la educación de los hijos…, pero los resultados no se muestran en un mes, como puede ser recibir un bono. En ese sentido no tengo mucha ilusión de que sean capaces de entender esta dimensión de la inversión porque además si el gobierno quisiera generar empleo haría que, así como obliga a las empresas privadas a pagar el aguinaldo, se cumpla con los servicios de cuidado infantil, no solo para las mujeres, sino para hombres y mujeres trabajadores, ambos deberían tener una posibilidad de dejar a sus niños en protección, cuidados adecuadamente, e ir a trabajar sin la pena de tener a tu wawa cargada en la espalda o bañarla en el mercado donde vendes… El gobierno no entiende que, para que la gente pueda trabajar tranquila, generar ingresos y cumplir estándares mínimos de calidad, tendría que invertir en servicios de cuidado infantil, en servicios para el adulto mayor que es otra carga para las mujeres, y que entra todo en la esfera económica social.

Seguro que en la justicia es urgente acabar con los jueces corruptos para que no liberen a los feminicidas, en fin, pero en esta etapa de crisis, (se necesita) una lectura de la crisis que evite que las mujeres fracasen y que sean el factor de recorte de las políticas públicas.

¿Qué nos queda a las mujeres, organizadas o no, para demandar más o mejores instituciones, políticas públicas, legislación…?

Creo que la primera lección de los últimos años es fortalecer. Bolivia es uno de los países con una gran tradición de lucha de las mujeres que, sin embargo, se ha ido debilitando y en los últimos años, por ejemplo, la única organización de mujeres reconocida por el gobierno han sido las Bartolinas. De esa historia heroica que tuvieron en los años 80 a la fecha solo queda el brillo de su fundación…, a partir del MAS se han convertido en una cuota más de la distribución económica y política. Por otro lado, entre las otras instituciones está una gama de ONG, fundaciones y grupos, con honrosas excepciones, que se han dejado cooptar por el gobierno anterior. A esas organizaciones se las ha compensado con un viajecito a Washington, un viaje a Ginebra, una reunión en la CEPAL, por miedo a intereses institucionales han colaborado activamente con vender una imagen del gobierno que no corresponde a la realidad. Un desafío para las mujeres es buscar una organización autónoma.

Así como ahora se está discutiendo la reforma de la justicia, creo que ahí tenemos que jugar un papel importante exigiendo no solo que haya jueces probos sino jueces y juezas que entiendan la violencia contra la mujer, fiscales que tengan sensibilidad de género y políticas y operadores que no solamente pasen esos cursitos famosos y que no sirven para nada, sino que a la primera forma o señal de prevaricato sean control social. Las mujeres tenemos que hacer un esfuerzo grande para exigir que se cumplan las leyes y que la democracia funcione de mejor manera posible tratando que los representantes en el legislativo tengan la sensibilidad de, ojalá, por lo menos unirse en los temas que nos atañen a nosotras.

En todos los países, menos en Bolivia y Venezuela, las mujeres de distintas corrientes políticas han hecho bancadas transversales, se han unido para luchar contra la violencia, han defendido derechos sexuales y reproductivos, eso es un desafío que no es imposible pero que dada la cultura del país todavía lo veo como algo que hay que construir.

La violencia contra las mujeres es lo que más se visibiliza en los medios de comunicación etc., ¿en este punto específico cómo se puede retomar el tema ante los problemas de aplicación de la ley, falta de presupuesto?

La autonomía económica es un factor de prevención importante de violencia. Pero la reforma de la justicia debería incluir aspectos elementales como es el presupuesto.

En el caso de la violencia, la recomendación principal es crear mecanismos para mejorar el acceso a la justicia por parte de las mujeres. Es decir, cosas básicas como que una mujer que ha sido maltratada tenga una adecuada recepción de su denuncia, pero además que no tenga que coimear y pagar hasta el transporte de los investigadores. Pregúntales a las mujeres que van a denunciar violencia intrafamiliar cómo encuentran desde la cara del policía que le dice “ay, usted qué habrá hecho” hasta tener que pagar por todo. El acceso a la justicia tiene que ser algo que comience desde la cara amable de la policía que te reciba la denuncia, desde la ayuda de la Fiscalía, la proporción de datos adecuada y finalmente el debido proceso. Fíjate que Bolivia no ha superado el 2% de sanciones en casos de feminicidio.

Bolivia tiene el número más alto de mujeres muertas por sus parejas y sin embargo no se sancionan los hechos y muchos acusados de feminicidio están en la cárcel hace muchos años sin recibir sentencia, eso no es justicia… Hay una nueva lectura que hacer que va desde la conciencia de la sociedad: han encontrado el cadáver de este policía que mató a Analí Huaycho, era él, pero donde está la investigación de cómo la mató, la mató o no la mató, quiénes son sus cómplices. Creo que lo menos importante en violencia contra las mujeres es adecuar y corregir las leyes, hay cosas que se pueden trabajar, pero no es urgente, lo que hay que cambiar son las instituciones y los seres humanos que las ocupan, eso sería lo más importante y crear autonomía del movimiento de mujeres frente al Estado y frente a los partidos políticos.

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