San Ignacio, entre la humillación e intolerancia

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Edgar F. Izurieta Guayacuma
San Ignacio de Mojos sufre durante las últimas horas un paro indefinido con bloqueos en los principales ingresos a la urbe mojeña. Las intenciones son por demás evidentes, obstruir el paso de la IX Marcha Indígena y desanimarlos moralmente con el colgado de carteles ofensivos hacia los marchistas y las causas que motivan sus sacrificados pasos.
Ante la opinión pública las dirigencias urbanas que promueven las acciones contrarias a la IX Marcha Indígena demandan su derecho a gozar de una carretera que económicamente pueda abaratar los costos de los principales productos de la canasta familiar y permitir el acceso a los servicios de salud y educación. Lo que no dicen públicamente pero lo expresan de forma muy velada es el deseo que siempre tuvieron de avasallar los territorios indígenas que con tanta lucha y sacrificio consiguieron los pueblos indígenas mojeños hoy movilizados por novena vez, ya que en el fondo este desencuentro señala con nuevos escenarios, nuevos motivos y quizás hasta nuevas cabezas de organización viejas disputas no cerradas entre los viejos actores sociales de la población mojeña desde antes de iniciado el proceso de saneamiento de tierras en la región.
Pero no solo son los viejos actores (pueblos indígenas – sectores no indígenas) los que ahora se enfrentan coyunturalmente por el problema carretero, sino que incorporan a este repertorio de lucha viejas taras y prejuicios culturales, lo cual relativiza los leit-motiv de desarrollo y progreso con el que ocultan sus impulsos racistas y discriminatorios contra los mismos pueblos indígenas hoy movilizados en una lucha en defensa de sus espacios territoriales en el seno de un estado supuestamente “plurinacional”.
Un primer elemento que constata lo mencionado es el hecho de que los sectores que se oponen a la marcha ensalzan sus deseos de “no dejar pasar a los indios a la plaza”, premisa inicial con lo cual se da pie a una regresión de 500 años retornando a los tiempos donde el indígena no tenía el derecho de pisar la plaza principal de las poblaciones urbanas ya que ellas estaban reservadas únicamente para la gente blanca, para el no indio.
El segundo elemento generado como parte de la estrategia de los que se oponen a la marcha y llevado a la práctica como la “inocente” puesta de vallas para impedir el acceso de los marchistas a las principales calles de San Ignacio, connota una muy seria y grave muestra de discriminación y menosprecio por lo indígena, ya que las vallas van envueltas con alambres de púas, empleadas en la región para direccionar y limitar el paso del ganado mayor en las estancias diseminadas por la pampa mojeña. ¿Los marchistas merecen ser tratados como vacas, como una manada de animales en última instancia a los que hay que direccionar sus pasos?
El tercer elemento sobre el que las paredes guardan las pruebas de estas viejas tendencias discriminatorias y racistas señalan grados de intolerancia que se alejan de las causas de desarrollo y progreso que demanda la población ignaciana. Uno de los grafittis mas ofensivos se enfoca en la presidenta de marcha, doña Bertha Bejarano y textualmente dice lo siguiente: “Bertha Vejarano India Maleanta” ¿Hay desarrollo en expresiones como estas? ¿Es parte del desarrollo el señalar la identidad indígena como rasgo peyorativo?
Ciertamente existe el derecho a pensar diferente, los disensos son también parte de la democracia, no existen arcoíris monocromáticos, sin embargo hasta en el arcoíris hay cierta armonía que no permite que un color absorba y anule al otro. ¿Qué tipo de demandas se hallan en el fondo del llamado al desarrollo que propugnan los que hoy bloquean el paso de la marcha indígena?… ¿Es realmente un llamado al desarrollo o hay cosas que aun no nos han dicho y que prefieren callar por “estrategia”? Lo único que esperamos es que todas estas expresiones no allanen el paso hacia ciertos neocolonialismos, ya que se han dado pasos importantes para la construcción de un estado plurinacional que demanda actitudes interculturales de uno y otro bando.

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