Potosí

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Andrés Gómez Vela
Cuentan los abuelos que un día el dictador Mariano Melgarejo ordenó quemar Pocoata porque sus valerosos habitantes habían decidido no recibirlo. Como en ese entonces (1866) las casas tenían techo de paja, salvo la Imponente Iglesia de San Juan el Bautista que data de la Colonia, el fuego saltó con la agilidad de un atleta olímpico de techo en techo ayudado por el viento. Ardió Pocoata, pero también ardió la furia popular contra el dictador, ante quien prefirieron quedar sin casas a sucumbir sin fuerzas.
Casi 100 años antes, en este mismo pueblo, ubicado en la provincia Chayanta del departamento de Potosí, se rebeló el indígena Tomás Katari contra la corona española que tenía sometidos a quechuas, aymaras y charcas, que vivían en la zona. Tomás aprovechó la fiesta de San Bartolomé, que se celebra hasta ahora en la población, para tomar presos a las autoridades ibéricas. Luego fue derrotado y sentenciado a muerte por rebelde. Las abuelas cuentan que los españoles amarraron las manos y los pies de Katari y lo empujaron a un barranco por el camino a Colquechaca.
A sesenta kilómetros al norte de Pocoata, está la población minera de Siglo XX, que parió a uno de los hombres más ricos del Mundo (no es para enorgullecerse, solo va como dato estadístico), Simón Patiño, pero también parió a los dirigentes sindicales más consecuentes y políticos de gran talla, César Lora, Irineo Pimentel, Federico Escóbar Zapata, que vivieron para luchar por la recuperación de la democracia. Quienes conocieron a Federico narran que un día, cuando estaba detenido en la cárcel, los esbirros de la dictadura quisieron comprar su conciencia revolucionaria con miles de dólares y así levantar la huelga minera; el dirigente minero asió los billetes y les tiró en la cara, espetándoles: “la huelga sigue, la lucha sigue”. 
De esas tierras surgieron María Barzola, las “Madres de la Democracia”, las cinco mujeres mineras, Aurora Villarroel de Lora, Domitila Barrios de Chungara, Angélica Romero de Flores, Luzmila Rojas Rioja y Nelly Colque de Paniagua, que se declararon en huelga de hambre pidiendo amnistía política a otro dictador, Hugo Banzer, sin prever que esa medida iba a significar el principio del fin del General, a quien no solo le habían bajado el dedo desde el primer día de su mandato los bolivianos, sino también el gobierno de Estados Unidos, presidido por entonces por Jimmy Carter.
En esta misma región forjaron su conciencia política, sacerdotes como Gregorio Iriarte y Mauricio Lefebvre, que irradiaron su inmenso amor a la humanidad desde el primer día que llegaron al país a través de miles de acciones y ejemplos. 
Estas pequeñas historias sucedidas en poblaciones nortepotosinas van en honor al 202 aniversario de la gesta libertaria de Potosí, cuya gloría y fama es conocida mundialmente. 
Pero también va como solicitud de un migrante potosino a los potosinos que viven en el departamento para mirar el futuro sobre el eje del Litio, el Turismo, la Minería y la Agricultura con el fin de construir un departamento con desarrollo sostenible planificado y economía diversificada, conscientes de que los recursos materiales se agotaran un día, pero no las ideas de sus recursos humanos.
Con este objetivo se debiera sistematizar un plan decenal (Potosí 2022) desde las provincias hacia la capital, primero para integrar el departamento; segundo, superar el centralismo departamental; y tercero engranar la economía de los recursos finitos con las riquezas infinitas (circuitos turísticos); y cuarto, proyectar un gran centro de tecnología cibernética y comunicación con participación extranjera y los mejores cerebros del país (parece un sueño, así comienzan las grandes historias; costará millones, pero tendrá larga vida).
Entonces, seguiremos escribiendo parte de la historia de Bolivia, pero en otra era.

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