Oposición

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La oposición adquiere la descomunal fuerza de Hulk cada vez que consume el narcótico llamado Unión Juvenil Cruceñista. Se envalentona y se asemeja a los 300 griegos espartanos que resistieron al Rey de Persia, Xerxes. Recuperó bastantes energías desde aquel diciembre de 2005, cuando quedó tendida en la lona sin conciencia ante el árbitro de la historia por el impacto que sufrió con el 54% del MAS.
Tonificado por errores del gobierno suma éxitos políticos importantes con un solo objetivo: evitar la reelección de Evo Morales. Para ese fin último sus estrategias políticas varían desde las campañas mediáticas, que crean el denominado gobierno de la opinión pública con opinadores o analistas seleccionados; pasando por los referéndums departamentales, convocados de forma ilegal por cívicos y prefectos; hasta los vetos territoriales, armados por grupos racistas, para causar la sensación de que al Mandatario indígena lo detestan en todas partes.
Con ese propósito, la oposición ha logrado hasta ahora evitar la conclusión del trabajo de la Asamblea Constituyente y, de ese modo, bloquear con misiles mediáticos teledirigidos la aprobación de la nueva Constitución, pues, sin ella no hay reelección.
Los estrategas de la oposición saben que el oficialismo sin Evo Morales se devalúa como el dólar ante el boliviano. Alimenta esta tendencia a la baja la egolatría del Jefe del Estado, quien evita la presencia de cualquier brillante sucesor, personalizando el proceso en lugar de concebirse como una parte más de este proyecto sin retorno.
Sin embargo, la ausencia de Evo Morales de la próxima contienda electoral, que bien puede ser lograda por la oposición, lo máximo que hará es desportillar el proceso, pero no lo frenará porque la historia no está en condiciones de retroceder para dejar otra vez el país en manos de políticos como Jorge Quiroga o Manfred Reyes Villa.
La extrema derecha, que por cierto quiere que Morales acabe su mandato constitucional precisamente para que no retorne al menos en los próximos cinco años, busca por ahora mantener espacios de poder y privilegios a través de la ruptura de la institucionalidad legal. En este entendido reproduce el error de confundir el proceso con la persona y cree que al liquidar políticamente a Morales significará liquidar la nueva historia.
Su obsesión y odio hace que pierde el horizonte y no se dé cuenta que para frenar el proceso no basta bloquear la reelección y sacar al Presidente de la contienda electoral, sino fabricar un líder capaz de entender la historia boliviana reciente y leer el pensamiento de los nuevos actores políticos.
El MÁS sin Evo Morales puede perder votos, pero la Derecha sin líder puede recibir el voto castigo de la historia.
El referéndum revocatorio del próximo 10 de agosto no fabricará un comandante nacional de la oposición, lo que hará es encoger a algunos caudillos regionales. Tampoco pondrá en riesgo el proceso de indigenización del poder político, pero sí obligará al oficialismo a buscar nuevos aliados políticos y actores si quiere larga vida para los cambios
El oficialismo tiene un líder que ya no basta para llevar adelante el proceso; la oposición tiene medios, dinero, estrategas, pero carece de un comandante, por tanto carece de las mínimas posibilidades de retomar el poder por los próximos 10 años.

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