Walter Mur (tomado de su cuenta en facebook)
Los Kjarkas despiertan pasiones; no hay dudas. Lo que hagan o dejen de hacer atrapa la atención pública. Pero es la cercanía al hecho lo que conmueve, porque episodios similares han existido varios en la historia boliviana. Ya por supervivencia, ambición y hasta quizás convicción, las oportunidades llegaron para muchos sin anunciarse, como la lluvia en pleno invierno.
Dos personalidades del espectáculo apostaron su futuro a la dictadura de García Meza en 1981: la cantante Rosario Poggi y su esposo, Toto Quezada, participaban en operaciones paramilitares mientras coordinaban la cadena nacional de televisión, cuyos estudios de emisión habían sido físicamente trasladados al Gran Cuartel de Miraflores. Poggi poseía pulposos atributos y gozaba de imitar en cámaras los movimientos sensuales de la gran Marilyn, cosa que su esposo y los militares de entonces le festejaban con devoción.
Unos años después, ya en democracia, la cantante tarijeña Enriqueta Ulloa decidía entrarle, y no a la cueca. Nunca tuvo reparos en admitir que fue su estrecha relación con el ex Presidente Jaime Paz Zamora la que la catapultó a candidatear a la Vicepresidencia, al Congreso y al Concejo Municipal paceño. Y Alberto Gasser, el comediante y creador de Champagne Show, demostró que no sólo sabía contar chistes; de la mano de Carlos Sánchez Berzaín llegó a ser Prefecto, diputado y Ministro de Gobierno. Finalmente, en la presente época, también Zulma Yugar fue seducida por el poder y juró como Ministra de Culturas en el Gabinete que Evo Morales posesionó el 23 de enero de 2010.
La lista es larga y los Kjarkas, resistidos o aclamados, son apenas el botón de muestra de la música que acompaña cada capítulo de la historia del poder…