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Al menos 5 mil personas participaron el sábado en una marcha antiinmigración en la ciudad chilena de Iquique (norte), a más de 1.700 kilómetros de la capital, Santiago. Los manifestantes, que portaban banderas chilenas y carteles con mensajes xenófobos y nacionalistas, protestaron también en contra del gobierno, al que acusan de no hacerse cargo de la crisis migratoria que se vive en esa zona y que tiene a varias familias de inmigrantes, principalmente venezolanos, durmiendo en playas, plazas y calles de la ciudad.
En uno de los actos más inhumanos y violentos registrados en la protesta, un grupo radical de manifestantes prendió fuego a vestimenta, juguetes, tiendas de campaña y otras de las pocas pertenencias que tenían estos extranjeros. El ataque fue repudiado por diferentes organizaciones internacionales y sectores del país. Asimismo, la Justicia y la policía civil de investigaciones (PDI) abrieron un sumario.
¿Cómo se explican los ataques a los inmigrantes?
En conversación con DW, Julio Daly, del Barómetro de Xenofobia, explica que lo ocurrido en Iquique se debe a «prejuicios y estigmas en la población que suelen estar mal fundamentados y que exageran la participación de estos grupos en cosas como el crimen».
Debido a que la migración es un fenómeno global, este tipo de eventos se puede observar en otras regiones latinoamericanas: «Hemos visto que hay momentos en los cuales se calientan los ánimos y esos prejuicios pueden convertirse en llamados a la acción contra la población migrante, que en este caso fue la quema de sus pertenencias», agregó Daly.
El problema del ingreso ilegal al país
Chile ha sido uno de los países que más extranjeros ha recibido en la región, en especial haitianos y venezolanos, siendo estos últimos la comunidad más grande, con poco más de 400.000 personas. Muchos de ellos llegaron cruzando el desierto por pasos no habilitados: «Han entrado 50.000 personas de manera irregular desde el 2018», aseguró a DW Luis Eduardo Thayer, doctor en Sociología, especialista en migración y académico de la Universidad Católica Silva Henríquez.
«Se ha generado una dinámica, desde hace varios meses, de personas que llegan a Iquique y que van saliendo en la medida de sus posibilidades por rutas clandestinas con ayuda de traficantes internos o en algunos casos atravesando una zona desértica, en la que ya han muerto al menos 12 personas», agregó.
Las críticas apuntan al gobierno
En 2018, el presidente chileno, Sebastián Piñera, aseguró en entrevista con DW que el país seguiría recibiendo venezolanos. Sin embargo, ese mismo año cambió su política migratoria y se aplicó una nueva ley que dificultó la tramitación de visas para quienes quisieran ir a vivir a Chile, según explicó Thayer.
Los expertos consultados por DW sugieren que esta manifestación podría haber sido influenciada por sectores extremistas del país, que buscan sacar provecho político previo a las elecciones presidenciales de noviembre. Asimismo, la situación que se vivió en Iquique, una región portuaria que también invita al turismo, era de esperarse. La crisis migratoria ha escalado a niveles tan altos, que los iquiqueños se han sentido abandonados por las autoridades.
Haroldo Dilla, director del Instituto de Estudios Internacionales (INTE) de la Universidad Arturo Prat de Iquique, culpó al Estado de la crisis migratoria: «Hay una irresponsabilidad mayúscula del Estado chileno con respecto al tema migratorio. Nunca hubo una seria voluntad política de crear una ley migratoria auspiciosa y que diera cuenta de este fenómeno. La entrada de inmigrantes por la zona noreste de Iquique, en Colchane y otros puntos no habilitados, es un asunto viejo. Este problema está hace tiempo y ahí no hay ningún tipo de control», señaló a DW.
¿Cómo se puede solucionar esta emergencia a corto plazo?
La opción de abrir totalmente las fronteras no es viable, subrayó Dilla. El experto, no obstante, propone «crear albergues, hacer viable el paso de la gente, y un control más civilizado y no militarizado, ya que eso es un disparate. Asimismo, prohibir y terminar para siempre con las campañas de odio que se producen desde los propios funcionarios del gobierno, con sus interpretaciones torcidas de la migración».
Por su parte, Luis Eduardo Thayer concluyó que «para responder a esta emergencia es fundamental regularizar a las personas. Hay opciones para alojar a las personas transitoriamente y permitirles desplazarse hacia el destino final, que es la capital, donde tienen familiares o amigos». (er)