La democracia es Raúl Peñaranda

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César Navarro
(Tomado de Página 7)
Al leer el artículo de Raúl Peñaranda Obiang, Mugabe, Evo,  llego a la conclusión que la democracia se sintetiza en una sola frase: la democracia es Raúl Peñaranda.
Me hace recordar a una frase similar que pronunció en la crisis de octubre del 2003 Goni Sánchez de Lozada que «él era la democracia”.
El ideal de democracia (de Peñaranda) está basado en un concepto institucional privado, porque expresa: «en el 2025, cuando el Gobierno de Evo Morales esté ingresando a su año 20, ¿qué democracia tendremos? Para entonces habrá escasos medios independientes, si acaso quede alguno, no habrá fundaciones y ONG críticas”. Este concepto es la clásica actitud elitaria, en al cual la verdad y la razón son atributos individuales que están por encima de todo un pueblo. 
Los autoproclamados pensantes encarnan y simbolizan el don absoluto de representar y no ser representados, es esa condición que menosprecia a lo popular. Sino son ellos, los demás somos unos bobos y tenemos nomás que ser dirigidos por los pensantes e iluminados, seleccionados por la divina providencia.
También expresa «la democracia tiene a la participación, y dentro de ella, al voto, como requisito central”. La vieja democracia, superada por la nueva CPE, establecía la democracia representativa, donde el pueblo sufragaba y delegaba su soberanía a los partidos políticos y parlamentarios para que elijan al Presidente y Vicepresidente, si no alcanzaban el 50% mas un voto.  Todo un pueblo concurría a ejercer su derecho a votar, pero no a elegir, esas eran las reglas de juego democrático del Estado de derecho liberal. Ahora el pueblo no delega soberanía, sino ejerce su derecho y elije con su voto al Presidente y Vicepresidente, esas son las reglas de juego del Estado de Derecho del Estado Plurinacional. 
Nuevamente aparece el concepto de menosprecio de lo popular. El pueblo tiene que votar pero no elegir, porque se equivoca, las élites tienen ese don por encima del pueblo.
Recordar a Peñaranda, que la Corte Nacional Electoral, desde que recuperamos la democracia y tuvimos como Presidente de la República al doctor Siles Zuaso hasta la presidencia de Sánchez de Lozada (2002-2004), nunca entregó credencial de Presidente y Vicepresidente de la República, porque nadie salió elegido por la voluntad mayoritaria del pueblo; es más, en 1989, el Parlamento eligió Presidente al tercero del MIR-NM Jaime Paz Zamora, que no superó el 20%, y Vicepresidente al segundo de ADN-PDC, Luis Ossio.
En esa vieja democracia liberal representativa el requisito para elegir Presidente y Vicepresidente no era el voto, sino números de parlamentarios que definían la composición política del gobierno.
Aquí se aplica la práctica de dos décadas en las que la democracia se pactaba,  las minorías electorales se convertían en mayorías parlamentarias y se arrogaban el derecho soberano en representación de millones de bolivianos y bolivianas. Esa vieja práctica sucumbió por decisión popular y no por voluntad de las élites. Esa es la vieja añoranza y el sueño eterno de los pensantes de hoy.
La democracia es una construcción histórica y política que tiene como sujeto, no a las élites, sino al pueblo organizado y movilizado.  Zabaleta en las Masas en Noviembre, durante el golpe militar de Natusch (1979), describe la constitución del bloque histórico como decisión y acción orgánica de la clase obrera y los campesinos de resistir, y declarar la huelga general contra el golpe militar en defensa de la democracia representativa. Aquí el movimiento popular surge no sólo como demandante, sino como titular de la democracia, porque la movilización tiene ese sentido nacional y patriótico.
El movimiento popular en octubre de 2003 expulsó del gobierno al ícono del neoliberalismo y clausuró la época de la democracia pactada entre partidos minoritarios electorales, abrió un nuevo momento constitutivo que supera definitivamente el concepto señorial, aristocrático y elitario de la democracia. 
Pero, en la añoranza del pasado asistimos a la idealización individual de la historia, donde la historia no lo construyen los pueblos, sino está en la mente de los iluminados de turno. Si la historia y la democracia no están de acuerdo a esa idealización individual todo está mal y los que lideran son hombres y mujeres que están equivocados y, por lo tanto, no marchan con el curso de la historia planificada en la mente de los iluminados. 
Nuestro sistema de gobierno está basado en la independencia y coordinación de los órganos del poder y la forma es la democracia representativa, participativa y comunitaria, éstas son las reglas constitucionales del Estado de derecho; por lo tanto, el titular en la organización de los órganos estatales es el pueblo en su concurrencia democrática.
El viejo sistema político de partidos de centro y derecha, por ausencia de legitimidad, recurría constantemente a los mediadores externos, el principal la Iglesia Católica. Las reformas a la CPE, en la década del 90, se hizo con el auspicio de la Iglesia Católica, los responsables de impulsar, organizar y financiar mesas de trabajo político entre partidos políticos para elaborar las propuestas de reforma eran fundaciones y ONG  y algunos propietarios de medios privados de comunicación, actores centrales detrás del poder.
Esa historia de núcleos externos al poder, pero con influencia decisiva para el poder ya no existe, fue superada por nuestra propia tradición democrática. Es con ésta añoranza que empieza su reflexión Peñaranda.
Evo y el MAS-IPSP ganaron seis elecciones consecutivas con más del 50%, el único Presidente electo por el pueblo se sometió a un referendo revocatorio y fue ratificado con el 67% y nuestra CPE fue aprobada por el 64%. Ese porcentaje es  mayoría absoluta y también legitimidad, desconocer el resultado democrático de millones es volver al viejo sueño  individual, elitario y minoritario. Por lo tanto, la democracia donde concurre el pueblo no sirve, por ello la democracia es Raúl Peñaranda.

César Navarro es ministro de Minería.

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