Joyce, Inmortal

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Verónica Ormachea Gutiérrez 
(Tomado de Página 7)

Resulta imposible no referirse al 16 de junio, fecha emblemática en la historia de la literatura. James Joyce, en su célebre novela Ulises, describe un día en la vida de su personaje Leopold Bloom, que pasea por las calles de Dublin. Incluso cada año, en dicha fecha, joyceanos, turistas e irlandeses hacen un paseo por la ciudad. Algunos vestidos con los atuendos de la época para rememorar la novela. El escritor irlandés escogió esa fecha porque en ella conoció a su esposa.

En  Ulises  se interpreta cierto simbolismo con  Odiseo  de Homero, aunque Joyce lo presenta en una versión opuesta, más bien, como una parodia adaptada al siglo XX. Mientras Penélope espera fielmente a su marido durante 20 años, la novela del escritor irlandés transcurre en 24 horas y Molly Bloom es infiel a su marido.

Ulises probablemente sea la novela más compleja de leer que se haya escrito. Existe un antes y un después de tan extraordinario libro. El escritor irlandés cambió la literatura universal. Rompió con todos los cánones de la literatura romántica del siglo XIX y los de la era isabelina, situándose como el precursor de la modernidad. Según críticos, es la mejor novela que se ha escrito en el siglo XX y hoy es considerada un clásico.
Cualquier escritor, al menos que se precie de serlo, la ha leído. Yo confieso haber leído el conocido soliloquio de Molly Bloom, uno de los personajes de ficción más famosos de la literatura. Situación parecida al Jorobado de Notre Dame.
El aporte más notable de este escritor a la literatura fue la creación de nuevas técnicas literarias, que inspiran a narradores hasta el día de hoy. La más conocida, es el flujo de conciencia que se traduce a través del monólogo interno. En él, Molly revisa su presente y su pasado de su atribulada vida, principalmente sus experiencias con distintos hombres.
Y sin inhibiciones ni tapujos, hace comentarios, preguntas, respuestas, traducidas por el autor con maestría inigualable, en un chorro de palabras desordenadas, incoherentes y sin secuencia lógica. Joyce conocía a la mujeres porque frecuentaba los prostíbulos y lo escribe tal cual. Incluso los narra en oraciones interminables que se plasman en páginas enteras con escasa puntuación. Dentro del caos, sin embargo, existe entendimiento.
Con dicha técnica se puede conocer más a fondo a los personajes. Este enrevesado y caótico monólogo interno es considerado como uno de los mayores logros de la literatura universal y en él Joyce muestra su profundo conocimiento de la condición humana, fundamental en la buena literatura.
Es más. En dicho soliloquio Molly rompe, sin tapujos, con todos los prejuicios religiosos y sociales de la época.
Esta gran novela podría ser considerada como precursora del feminismo e incluso habría influenciado al psicoanálisis de Freud.
Ulises  se prohibió en Irlanda y en varios países por ser considerada obscena. Incluso Virginia Woolf y  su marido, que eran propietarios de una editorial, se negaron a publicarla, así como lo hicieron con Madame Bovary   de Flauvert, dos joyas de la literatura mundial.

Verónica Ormachea Gutiérrez es periodista y escritora.

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