Los malos ejemplos son como la plaga, se comen rápidamente la moral de la sociedad porque son fáciles y rápidamente imitados o aprendidos. Hace unas semanas el opinador de PAT, Carlos Valverde, y el director del periódico El Mundo de Santa Cruz, Ronald Méndez, violaron normas éticas y legales para jugar y burlarse de la vida íntima del ex ministro de Aguas, Abel Mamani. Días después, copia la mala acción nada más ni nada menos que el Presidente de la República, Evo Morales, contra una periodista.
Es triste que el Jefe del Estado, la persona que tiene como imperativo moral cumplir y hacer cumplir las normas jurídicas se burle de su majestad la ley y confunda la moral de una persona con la moral de una institución como Unitel, que por la actitud de algunos de sus operadores ha convertido la mentira y la antiética en el fundamento de su práctica periodística.
Don Evo Morales, “todavía no comprendo” como usted suele decir, que no distinga entre la institución y las personas. Debe entender que el periodismo no es producto siquiera de instituciones sino de personas, de seres humanos con filias y fobias asentadas sobre la fuente de antecedentes éticos y políticos.
Si el Jefe del Estado se burla de la Ley, pues se burlarán de él con facilidad las personas que violan los preceptos legales. Entre su “majestad” y la majestad de la ley hay una gran diferencia, la última es producto de la voluntad social, es resultado de la aceptación de la voluntad popular, al menos en teoría; en cambio usted es producto sólo de la mayoría de esa voluntad, al menos por ahora.
Es cierto, la actitud del Primer Mandatario es un delito por reacción y no por acción, porque la causa de la comisión de la falta tiene como origen una actitud irrespetuosa de la periodista ante la investidura del Jefe del Estado. Lamentable que la periodista no sea autónoma en sus valores y reproduzca acciones de sus jefes de Unitel, quienes son soberbios y agresivos ante sus adversarios o enemigos, pero mansos como una paloma ante sus patrones cívicos o empresarios madereros.
Sin embargo, el error de la periodista, porque es un error, no puede ni debe causar los delitos cometidos por el Presidente de la República. Más aún, cuando la ley ha sido creada por la humanidad precisamente para evitar el abuso de poder de los hombres e igualar a todos ante la ley, así no sea sinónimo de justicia en algunos casos.
Don Evo Morales, por si no le dicen sus asesores por miedo a quedar “congelados”, usted cometió los siguientes delitos:
* Derecho a la Dignidad, Constitución Política del Estado, artículo 6: La dignidad y la libertad de la persona son inviolables. Respetarlas y protegerlas es deber primordial del Estado.
* Derecho al Honor, artículo 17, Código Civil: “Toda persona tiene derecho a que sea respetado su buen nombre. La protección al honor se efectúa por este código y demás leyes pertinentes”.
* Derecho a la Intimidad, artículo 18, Código Civil: “Nadie puede perturbar ni divulgar la vida íntima de una persona. Se tendrá en cuenta la condición de ella. Se salva los casos previstos por la Ley”.
* Difamación, artículo 282, Código Penal: “El que de manera pública, tendenciosa y repetida revelare o divulgare un hecho, una calidad o una conducta capaces de afectar la reputación de una persona individual o colectiva, incurrirá en prestación de trabajo de un mes a un año o multa de veinte a doscientos cuarenta días”.
* Injuria, artículo 287, Código Penal: “El que por cualquier medio y de un modo directo ofendiere a otro en su dignidad o decoro, incurrirá en prestación de trabajo de un mes a un año y multa de treinta a cien días”.
En definitiva, a nosotros, los ciudadanos, no nos interesa la vida íntima, ni amorosa ni estado civil de la periodista afectada, nos importa su vida pública, si ahí falla, nosotros jugaremos el papel de jueces.
Es bueno que usted, Su Excelencia, recuerde que a la vida privada de una persona, que se desarrolla generalmente en un espacio físico, puede entrar la lluvia, el viento, el sol, pero no puede entrar ni el ejército más poderoso del mundo, ni el Rey de España -por mucho que mande a callar al poderoso Chávez- y menos Evo Morales.
Por estas razones, usted está obligado a pedir disculpas o dar una satisfacción pública a la periodista, tal y como manda la ley, de otro modo, puede ir a tribunales, lo peor de todo es que quedaría como un imitador de Valverde y Méndez, quienes sospechan de todo, menos de su ética y moral.