El verdugo, la víctima y la escena: ¿qué es lo que estaba pasando?

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Mujeres creando

¿Cómo nos podemos explicar que un hombre de origen campesino indígena que está disfrutando el arribo de un proceso que lo convierte de siervo en legislador agarre a una mujer de su mismo origen y estando ella en completo estado de ebriedad la arrastre en el piso, le baje el calzón y la viole en la sala donde se dictan las leyes para su región?

A la mujer probablemente el violador, “simplemente” le estaba cobrando el ítem. Él estaba sobrio, y eso se ve por su comportamiento y al terminar el acto se sube el pantalón se arregla la camisa y se comporta como quien ha cumplido una rutina. Son incontables los testimonios que hemos escuchado de mujeres que acceden a un cargo público cualquiera sea y que son presionadas y acosadas para pagar  ese puesto de trabajo en la cama.
Violar a su víctima en la asamblea legislativa adquiere un doble sentido, en cuanto con este acto inconscientemente toma posesión de un espacio que no ocupa producto de una lucha, sino de un acto meramente clientelar. El espacio no tiene contenido ideológico alguno para este alto jerarca de Chuquisaca. No estamos hablando de un funcionario administrativo sino de un alto representante político y eso es también un fenómeno extendido dentro el MAS.
Probablemente ha sido él y sus empleados o sus colegas asambleístas que han alcoholizado a la víctima para poder abusar de ella. También en este sentido son innumerables los testimonios que recibimos sobre la forma como las celebraciones de entrega de obras, de conmemoración de cumpleaños de altos funcionarios y otras donde la intención es alcoholizar a las mujeres hasta que pierdan toda noción y voluntad para abusar de ellas. No es el primer caso y si conocemos de este es porque hay una grabación de las cámaras de seguridad. Grabaciones que nos muestra un contexto donde mientras uno violaba, el otro asambleísta y presidente de una comisión acosaba sexualmente a otra trabajadora en el pasillo, esto también nos demuestra que no estamos hablando de un hecho singular.
La víctima no tiene ninguna oportunidad de denunciar porque ya ha sido socialmente humillada y seguramente en su círculo de afecto repudiada. Es una mujer a la cual el asambleísta ha despojado de voz, de dignidad y de vida. Si la ministra de justicia pide la denuncia de la víctima para poder iniciar el proceso, lo que está pidiendo es la impunidad para el violador. Pero no es la primera vez que una mujer víctima del abuso de poder no puede denunciar por miedo, por soledad y porque en un estado patriarcal como el nuestro es la victima que tiene que demostrar su inocencia. Hay que decir además que la víctima no solo es la mujer que ha sido de manera directa violada, sino que a través de la amplia difusión y reiteración televisiva de las imágenes la humillación y la vejación se extiende sobre todas las mujeres bolivianas. Es un golpe de misoginia y machismo contra el impulso de cientos de mujeres que todos los días buscan un trabajo fuera de sus casas para tener un ingreso propio y que son hostigadas por sus parejas con el argumento de que salen a buscar sexo.
“A todas las ministras les quito el calzón”
Hay un paralelismo trágico entre las coplas del presidente y los actos de abuso de poder y violación cometidos por sus representantes. Debe ser el conjunto del partido y el conjunto del gobierno el interpelado por este caso porque el asambleísta estaba llevando a los hechos aquello que hace un año el presidente cantaba en el palacio cuando nos decía que se lleva  a la cama a las bartolinas y les quita el calzón a las ministras.
Intentar justificarse en una trampa de la oposición o de la derecha es más vil todavía porque nos demuestra que el problema para ellos es que haya una filmación y no que se haya violado a una trabajadora. No les importa, ni sensibiliza tampoco el hecho de que la violada haya sido una mujer de la limpieza y de origen indígena.
La simple renuncia de los responsables no es suficiente porque se han cometido varios delitos, la simple investigación no es suficiente porque tenemos las pruebas plenas para iniciar un proceso penal. La simple frase de caiga quien caiga no es suficiente porque esa frase está por demás gastada para sellar impunidad y más abuso de poder.
Lo que pedimos
Pedimos el apremio por riesgo de fuga, la captura policial del asambleísta por Chuquisaca por el movimiento al socialismo Domingo Alcibia y la acusación formal por violación, abuso de poder y uso indebido de los bienes del estado.
Pedimos que queden prohibidos todos los festejos que involucren el consumo de alcohol en las oficinas públicas que no son del gobierno, sino de la sociedad. Tenemos conocimiento que estos festejos son aprovechados para el ejercicio de acoso y violación sexual y este no es el primer caso.
Pedimos la renuncia de la ministra de justicia quien debía haber encabezado ya no la investigación, sino la acusación. Ella en lugar de cumplir su papel intento frenar la investigación que quiere iniciar el fiscal guerrero de oficio.
Si esto no sucede le preguntamos al presidente: ¿cuantos violadores más quiere nombrar como jerarcas de su gobierno?, ¿cuánto abuso de poder más pretende que aguantemos a nombre del “proceso de cambio”?.
Si esto no sucede le preguntamos al presidente. ¿Por qué no hacemos entonces una reforma constitucional y borramos el artículo 15 donde retóricamente se declara que el Estado Plurinacional tiene la obligación de garantizar para las mujeres bolivianas una vida sin violencia?
Si esto no sucede les preguntamos a las ministras si acaso sintieron satisfacción masoquista al contemplar las imágenes de violación y por eso se callaron una vez más.
Le pedimos al presidente que si sintió un poquito de vergüenza, si sintió un poquito de asco actúe con urgencia.

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