El grabado como experiencia vital: Juan Ignacio Revollo abre nueva exhibición en La Paz

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El artista plástico presenta entre 25 y 30 obras este 9 de agosto en la galeria de la UPB.  Su obra  se extiende hasta el cine, el teatro y la
ópera.

En los años de infancia de Juan Ignacio
Revollo Morales
su mirada se clavaba en el altiplano potosino, mientras
recorría los lugares desde donde provienen sus padres, en la retina del niño se
calcaban más que imágenes, sensaciones. Las formas, luces, pero más que nada
los colores, los rojos, los violetas y verdes reflejados en la tierra, estas
son ahora parte fundamental de su obra, que desde los sueños y las vivencias
susurran a su memoria.
“Todo Potosí, todos esos caminos
recorridos, el contacto con la naturaleza, el campo mismo sin luz. Ese contacto
es pilar de mi obra y en mi formación”
, adelanta Revollo que abre su sexta exhibición  “Al filo de las rocas” este 9 de agosto en la galería de la unidad de postgrado de la Universidad Privada de Bolivia (UPB) en La Paz a las 19.30.
La muestra tiene de 25 a 30 obras donde destaca el grabado en sus diferentes plataformas: xilografía, litografía y calcografía, además de oleos, pinturas con tintas y pasteles secos en papel desarrolladas en los últimos años.
Su oficio en el arte plástico
boliviano se enmarca en su trabajo dentro del rito del grabado, donde se
desarrolla hace más de 15 años con soltura, flexibilidad hacia la pintura,
guiñándole el ojo al cine y al teatro desde la dirección de arte y diseño
escenográfico.
Y aunque en su hoja de vida
figura el haber sido parte del equipo artístico de grandes como son Jorge
Sanjinés, el fotógrafo Peter Zeitlinger, Ulrich Bergfelder y Werner Herzog, es
el encuentro con el paisaje, el territorio -su paso por él- y la experiencia lo
que preocupan al artista: el encuentro, quizás, consigo mismo.

La técnica del grabado empuja al hacedor a una suerte de alquimia donde
intervienen varios factores que mimetizan la mano y el cuerpo del artesano con
sus materiales.
“El grabado es una disciplina que
requiere de precisión, meticulosidad y mucha paciencia. El contacto que se
lleva con los materiales y el rigor que precisan dichas técnicas hacen que el
grabado no sólo sea un medio expresivo, sino una manera de ver el mundo”,
explica Revollo.

Después de pasar por la carrera
de Artes Plásticas de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y debido a su
fascinación por la tinta, el punto, la línea, Revollo se inclinó por el
grabado.  Bajo la admiración hacia la
obra de Arturo Borda, Alfredo Domínguez, M.L Pacheco y Cecilio Guzmán de Rojas,
el paceño de 36 años, perseguía referencias oníricas de la montaña, el desierto,
los bosques y la puna, entre otros.

El título de la muestra “Al filo
de las rocas”, se presentó en el proceso del dibujo entre tinta y gráfico de
Revollo. Es pues el error, el accidente y la espontaneidad que muchas veces
sorprenden al artista.
“Fue por causa de una secuencia
de líneas que sugieren nubes en el cielo y los pliegues de la tierra. De
pronto, surgió el reconocimiento de un trayecto recorrido en sueños, diáfano y
recortado por los perfiles del horizonte (…) 
tal contraste remitió a un estado de alerta y a la vez de meditación,
así como: Caminar textualmente al filo de las rocas”, recuerda.
Es así que el recorrido físico se
encuentra con la experiencia vital lo que genera las sensaciones que Revollo
plasma en su grabado, en su pintura, en su escenografía, en sus paletas de
colores y en sus propuestas en blanco y negro: “La elegancia y fuerza del
blanco y negro es única”, indica.
“Es la vivencia, es el caminar a
través de eso, lo que sucede dentro de uno, lo que te provoca.  Luego en el taller es como ritualizarlo, al
sacarlo en el proceso sucede eso de volver, volver a leer eso que has asimilado
para luego ponerle alguna especie de razón”, resalta.
Además de los clásicos a los que
un artista siempre vuelve como William Turner o Kandinski, el maestro Max
Aruquipa es una inspiración para el grabador paceño.
“Él me presento al grabado, me
enseñó la cocina, es antropólogo y Cocani”, dice Revollo entre risas de
complicidad, “Es del lago”, prosigue”, su obra es de protesta y es social
totalmente. Es figurativa, pero es expresiva, bien libre y eso no sé, pero
admiro y me gusta y lo conozco y creo es algo bueno haber trabajado con él y
ver su espontaneidad, su manera de ser profesor y pensador y reflexionar desde
lo aimara y desde lo cholo”, recuerda.
La plástica, el grabado, la
pintura han impulsado a Revollo a dar un salto al cine, la ilustración y el
teatro.
Más allá del grabado
Gracias a una invitación de
Carlos Piñeiro, Revollo fue parte del equipo de arte de sus tres primeros
cortometrajes “Martes de challa” (2008), “Max Jutam” (2010) y “Plato paceño”
(2013) y también es el encargado de arte en la ópera prima del realizador
paceño, “Sirena”, que se filmó a orillas del lago.
Su primera participación en un
largometraje fue junto a Germán Monje en su película “Hospital
Obrero” (2009)
Revollo también participó en
otras producciones cinematográficas y de publicidad, fue parte del equipo de
“Insurgentes” (2011) y “Juana, guerrillera de la Patria grande” (2014) de Jorge
Sanjinés.
Las últimas producciones en las
que participó sugieren un interés para cinéfilos, fue parte de la producción
boliviana de la película “Sal y Fuego” (2016) de Werner Herzog. Más allá del
filme, Revollo trabajó con el fotógrafo Peter Zeitlinger y el diseñador de
arte, Ulrich Bergfelder, el equipo titular de gran parte de la obra del maestro
bávaro.

En el teatro  ha sido
parte de proyectos con Percy Jiménez en Shakespeare de Charcas (2011) y Los B
(2012), también la ópera “Nomis Ravilob” -con la orquesta de Instrumentos
Nativos (OEIN)- dirigida por Cergio Prudencio.

Lo último para detallar, pero no
menos importante, son los trabajos de Revollo que ilustran las páginas de las
novelas, “Cuando Sara Chura Despierte” (2003) e “Illimani Purpura” (2010) del
escritor Juan Pablo Piñeiro.
Revollo no se rinde con el
grabado, pese a que sabe que no existe mucho movimiento en Bolivia en esta
técnica.
“Una de las principales razones,
tal vez sea la falta de difusión del grabado en la educación general;
considerando que son técnicas de las cuales derivaron la imprenta, la
fotografía y el diseño gráfico”, finaliza.

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