El Ché, bueno, justo y libre

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Las buenas personas no siempre son aquellas que cumplen al pie de la letra las leyes y las normas sociales. Pues, existen personas que se portan muy bien, pero en realidad son una afrenta o un perjuicio para sus sociedades y para la humanidad. Las buenas personas, a veces, violan las leyes y las viejas normas morales para sacudir estructuras caducas e inhumanas con el fin de construir una sociedad cercana a la humanidad y erigir un nuevo hombre siempre posible. El Ché es el mejor ejemplo de buena persona.
Las personas libres no son siempre aquellas que hacen lo que le da la gana con su vida o autodeterminan su destino y estudian la teoría de la libertad. Las personas totalmente libres, como dice el maestro de ética periodística Javier Dario Restrepo, son aquellas que pierden el miedo a la muerte y se juegan la vida por cristalizar sueños e ideales. Son aquellas que administran su libertad para liberar a otros y no para oprimir a sus semejantes. El Ché fue un hombre que ejerció su libertad a plenitud.
Las personas justas no siempre son aquellas que estudiaron leyes o derecho. Pues, hay miles de seres humanos que dominan el concepto de justicia, pero no son justos, sino enemigos de ella. Las personas justas son aquellas que, a veces, saltan el dique de la ley, aquellas que violan las leyes de las minorías privilegiadas, para dar a cada quien lo suyo, como dijera Ulpiano, pero según sus necesidades y en condiciones de igualdad, como agregaría el marxismo. El Che fue una persona justa.
Lo mataron hace 40 años sin saber que le daban vida por el resto del tiempo.

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