Abre su cuaderno cada vez que va a jugar el Club Bolívar de La Paz. Desde 1997, anota en sus páginas la alineación de su equipo y del rival de turno, los goleadores, las tarjetas amarillas y rojas, e incluso el nombre del árbitro. Pero no anota sus alegrías ni sus tristezas. Esos sentimientos se los guarda en su memoria de largo plazo para revisarlos según las circunstancias. Por la pasión que denota al hablar del Bolívar, me da la impresión de que por las venas del tupiceño Mauricio Blanco Mendívil circula sangre celeste.
Tiene 39 poleras. La más antigua es de Gav Sport. Si cada día usase una durante un mes, le sobrarían 8 o 9 para el siguiente. Cuenta con un escudo de luces que lo enciende cuando su equipo entra en cancha y lo apaga al final del partido. Su corazón galopa por su Club desde que tiene uso de razón.
El amor por el Bolívar le llegó por los genes. Su papá Miguel Blanco Sandino, de Uyuni, ya era bolivarista. Su madre, Betty Mendívil Coca, de Tupiza, también. Su padre anotó desde la década del 60 las alineaciones. Aprendió de él a hacer el registro. Los genes bolivaristas no se quedaron en Mauricio, fluyó hacia sus hijos y a su esposa. Su familia tiene corazón celeste.
“Después de mis hijos, el Bolívar es lo mejor que tengo”, afirma. En victoria o en derrota es siempre celeste flameado. Casi se paró su corazón el 8 de mayo de 2014, cuando el Bolívar empató en Argentina 1 a 1 con Lanús en el partido de ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores de aquel año. Lloró de rabia cuando su club empató con Sport Boys 1 a 1 en Santa Cruz y tuvo que jugar para definir la copa con The Strongest. Fue su peor Navidad porque el 24 de diciembre de 2016 su equipo cayó ante el club aurinegro.
En 2021, se hizo socio del Club con 200 dólares. Piensa que los socios son los cimientos de un Club “El Bolívar es muy grande solo para depender del señor Marcelo Claure. Agradezco que haya hecho varias cosas por el Club, pero debemos considerar que él no es eterno”, dice.
Las veces que puede Mauricio viaja a La Paz, a Potosí, a Tarija o a Sucre para ver a su equipo. Sueña verlo campeón de la Copa Libertadores de América.
Mauricio Blanco Mendívil tiene 44 años, es profesor de secundaria de la materia de Estudios Sociales en la Unidad Educativa Santa Ana. Jugó en 1999 en el equipo sub 20 del Real Potosí. Entraba a la cancha con su manilla del club Bolívar. Al percatarse de ese detalle, su entrenador, Héctor Bertaina, le preguntó un día: ¿qué harías si jugaras contra el Bolívar? “Metería goles por el Real Potosí, aunque sea hincha del Bolívar”, respondió.
