Mi interés por Busch comenzó a mediados de los 90, debido a un documento revelador que me regaló un colega periodista alemán, en el que se relataba su relación con el Tercer Reich. Eso no se sabía. A fines de esa década entrevisté a dos personajes que le fueron muy cercanos —Elías Belmonte y Gustavo Chacón— y se publicó un libro de Juan Carlos Durán, a la sazón presidente del Senado, que recopilaba todos los documentos acerca de su muerte. En 1999, para el 60 aniversario de la muerte de Busch, escribí una crónica que reconstruía la víspera y el día de su muerte en base a esos documentos, que titulé, precisamente, “Dos disparos al amanecer”, que le da el título al libro. Ese relato es la base del capítulo homónimo, y fue el primer ladrillo de muchos que tenía acumulados. Llegado el momento, había que construir este libro difícil.
El libro contiene una metáfora: Un año antes de que estallara la guerra, Busch fue enviado a buscar, en el Chaco, la misión jesuítica de San Ignacio de Zamucos. Encontró vestigios que podrían haber sido o quizás no. Luego, su presidencia fue una búsqueda desesperada y frustrante de sentido o contenido político. Éste no estaba, enteramente, en el llamado “socialismo militar”. Igual que Busch, estaban buscando ese mismo sentido los miembros de la logia RADEPA y los que poco después serían los fundadores del MNR. Todos buscaban lo mismo, pero ninguno sabía que era nacionalista. Sólo dieron con el concepto de “nacionalismo” en las últimas 11 semanas del gobierno de Busch, cuando su gobierno decretó la retención del 100% de las divisas por las exportaciones mineras, con el decreto del 7 de junio de 1939.
Su legado se puede dividir en dos, llamémoslos “objetos”. Por un lado la Constitución de 1938 y además las medidas sociales (muchísimas y muy importantes), que abrieron una nueva época legal, que todavía vivimos. Ese es el “objeto” tangible. Y por otro, simplemente una noción, una idea, que también abrirá una nueva época: La noción de que los recursos naturales pertenecen al Estado, y por ende a todos los bolivianos. No estuvo prístinamente claro en su momento. Por eso digo que fue sólo una moción, pues Busch murió sólo 11 semanas antes de “descubrirla” con su decreto del 7 de junio de 1939. No tuvo tiempo de profundizarlo y ni siquiera de implementarlo. Nunca se puso en práctica, pero encendió la imaginación de los bolivianos acerca de las posibilidades. Ese es su “objeto” intangible y que sería tomado como bandera por el futuro MNR.
El libro está lleno de revelaciones. Como que hasta ahora no existía una biografía de Germán Busch. El libro de Luis Azurduy de 1939 es superficial, el de Céspedes no es una biografía y contiene errores, generalizaciones y distorsiones por interés político. Hay otro, de Luis Antezana, de los 1990s, que contiene alguna nueva revelación, pero no construye sobre lo existente ni profundiza. Esta es una biografía con datos que estaban dispersos en todas partes. Revela la figura de su padre; sus ancestros alemanes; a los padres verdaderos del socialismo militar; las relaciones internacionales del gobierno de Busch; su verdadera orientación y búsqueda de sentido político.
Esta pregunta suscita grandes controversias. Los partidarios de una y otra versión están apasionadamente atrincherados y, en el último tiempo, la cuestión ha adquirido matices ideológicos: si eres antiimperislista, anticapitalista y todas esas cosas, tienes que creer que lo mataron. El complemento de esta mentalidad es que los bolivianos somos buenos e inocentes y alguien siempre quiere hacernos daño y aprovecharse de nuestra ingenuidad y nuestros recursos naturales. Y en ese sentido, por la naturaleza del cargo, todo presidente siempre tendrá enemigos y siempre habrá alguien con suficientes motivos para cometer un magnicidio. Máxime a un presidente como Busch, dado a intensos arranques temperamentales y a humillar a personajes prominentes, o el hecho de haber afectado grandes intereses económicos. Es decir, hubo varias personas con motivos para querer matarlo y esa es la principal fortaleza de la hipótesis del asesinato.