Pausa en el TIPNIS

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En el amor y la política la confianza es la clave de las buenas relaciones. Es el cimiento de la credibilidad, que significa creer en una persona, una pareja o un político, a tal punto de confiarle nuestro futuro tras haber constatado la coincidencia de sus hechos con sus actos. A la primera traición o incoherencia surgen las dudas y se rompe el embrujo. Recuperar la confianza es un largo trámite, pero posible.

En el amor y la política la primera derrota es ética; luego, electoral. Primero se pierde ante los ojos de la otra persona en materia de valores, se desciende en la escala axiológica, de la verdad a la mentira, de la honestidad a la demagogia, de la defensa del bien común a la preservación del interés de grupo. Como consecuencia viene la derrota en las urnas: ya no eres digno de ser elegido o ya no te dan el honor de representarlos.

En las elecciones de 2005, el 54% de las personas confió en Evo Morales; en 2008, el 67% por ciento; en 2009, el 64%. Estaba en la cúspide de la confianza, entonces los electores le dieron el honor de dirigir sus vidas. Lo creyeron y lo eligieron para sepultar a aquellos que los habían engañado y mentido durante años. ¿Persistirá esa confianza en las elecciones de 2014? ¿Creerá otra vez la gente en él después que pregonó respeto a la Madre Tierra, a sus hermanos indígenas, a quienes pidió disculpas por la represión de la VIII Marcha y prometió la suspensión de la carretera por el TIPNIS, pero unos días después los llamó golpistas y armó una marcha de sus acólitos para borrar todo lo anterior?

Es probable que haya voto consigna de una parte de la población y de un sector fundamentalista, pero confianza de otros sectores ya no. Salvo que haya un sacudón real en la conducta del Presidente para que sus actos coincidan con sus palabras o que sus palabras busquen a sus acciones.

La crisis del TIPNIS, que data de hace casi un año, ha golpeado en la parte medular de su credibilidad (y lo sigue haciendo) a tal punto que a estas alturas de su existencia política muchos sectores sociales independientes ya no acatan sus medidas, hay una rebelión generalizada en su contra. Basta ver a los médicos, que sostienen un conflicto desde hace tres meses y pese a decisiones de fuerza, el gobierno no logra inclinar a la opinión pública en favor de su política. Le faltan el respeto de forma más seguida debido a que perdió la autoridad moral, base del respeto y confianza, que suscitan un natural acatamiento.

Sin embargo, el presidente puede comenzar a tramitar la recuperación de su credibilidad. Para ello tiene que superar la causa que causó la caída de la confianza ciudadana: la carretera por el TIPNIS. El TIPNIS lo hundió y sólo el TIPNIS lo puede sacar a flote. No tendrá el mismo efecto si opera en otras áreas alejadas de la causa.

Amparado en la razón debería declarar una pausa en la carretera, desalojar a OAS, romper los proyectos aprovechando que ahora no hay dinero ni empresa para construirla. De este modo volvería al sendero constitucional sobre una ley marco de Consulta Previa y partir del kilómetro cero como debió ser desde un principio.

Entonces habrá una consulta con opciones reales respecto al trazo más beneficioso para los bolivianos y no solo para los cocaleros. Un trazo definido sobre estudios realizados por expertos, científicos, ambientalistas y no a partir de preguntas ambiguas por no decir tramposas. Entonces, recobrará coherencia el discurso de la madre tierra, el vivir bien, el desarrollo y Evo.

Es de sabios sacrificar intereses personales o grupales por intereses nacionales. Es de inteligentes dar un paso atrás para dar 10 adelante. Así proceden las buenas personas, aquellas que saben que la primera derrota es ética, luego, electoral.

En la política y el amor sin confianza todo claudica.

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