Un joven periodista escribe a Amalia, pero pide reserva de fuente por temor a ser echado de su trabajo

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AMALIA:

¿Sabes por qué escribo este texto? Pues siento que tu salida de los medios es catastrófica para toda una generación de periodista que esperan tener guías, voces a quién admirar y aprender del noble trabajo del periodismo.

Cuando escuche tu decisión y el por qué, pues, se me vino a la mente una fotografía del año 1936, cuando un trabajador alemán llamado August Landmesser se negó a alzar su brazo para dar el famoso saludo a Adolf Hitler. Este hombre valiente se convirtió en un gran icono y era llamado como el “hombre de los brazos cruzados”. August fue a la cárcel, su vida fue destruida por la Gestapo, August nunca se arrepintió por no alzar su brazo ya que se sentía humillado y repudiaba esa acción. En 1944 desapareció.

Tal vez esta analogía llene de rabia a muchos, eso puede pasar, vivimos en un país donde la intolerancia es el pan de cada día, existen opresores, y si investigas, si indagas, si trabajas de verdad en periodismo, te destruyen y cuando estás ‘’Chau’’ se sienten ganadores, te asfixian. Lo más desagradable y poco humano, no piensan si tienes una vida, una familia detrás de ti.

Quiero disculparme si no publico esto en mis redes sociales; es que, y seguro me entiendes, no llego a fin de mes, o estaré fichado por otros medios.

Soy periodista y continúo pidiéndote disculpas por no salir a defenderte, pero, todos tenemos responsabilidades, entre todos estamos nosotros, los periodistas; por ejemplo, tengo que pagar la cuota del colegio de mi hija; pagar a mis empleados; y claro, sobrevivir.

Lamento escribir de esta manera, pero en nuestro país, el periodista que calla gana más que el que realmente camina, critica y verifica; en realidad, el que trabaja por la verdad y en serio gana menos, y el que se sienta a aplaudir al ministro gana el triple.

Soy periodista independiente y sabes ¿por qué no acepto ingresar al medio de comunicación que me ofreció un buen cargo? Pues porque se siente la autocensura, está vigilado, solo espera tener buenas relaciones con el Gobierno de turno. Quieren sobrevivir, entonces, no quiero incomodar.

Quiero trabajar libre, sin presiones, sin opresores. Quiero que el periodismo vuelva a ser fundamental para la democracia, que tanta sangre costó. Quiero que el derecho a la información y la libertad de expresión sean respetadas.

Quiero que vuelva la ética, la evidencia, la verdad y nada más que la verdad. Aunque este muy lejos, tengo esperanza. Tenemos en el poder a personas que solo les interesa el dominio y que nadie les contradiga. Son súper poderosos, instalaron el miedo.

Te preguntarás ¿dónde están los jóvenes? Pues te respondo: Están tranquilos, llegan a fin de mes, se dan gustitos, a fin de año llega el doble aguinaldo. A veces pienso: Tal vez sea el momento de que un grupo de muchachos y muchachas que aman esta profesión puedan expresarse haciendo un periodismo real y con la verdad, pero ten por seguro que ellos no durarán ni una semana. Serán comprados, o simplemente no tendrán platita en su bolsillo ¿se entiende? Necesitan comer, estudiar, pagar luz y agua, es difícil, Amalia.

Sigo pidiéndote disculpas por no publicar esta carta. Me siento mal, siento que me fallo y estoy fallando a mis seguidores, a mi país, a la profesión; pero si lo hago, sé que tengo consecuencias, y no es que me interese el dinero, pero si lo necesito, como todos ¿no?

Por último, y no te quito más tu tiempo, quiero hacer periodismo, no relaciones públicas, ponte en mi lugar, Amalia, nadie de mi generación saldrá a reventarse en contra del Gobierno.

Solo tú y unos cuantos pueden, parece gracioso, pero los cuento con los dedos de una mano.

Actualmente los jóvenes están comprados: circo y pan, esa famosa herramienta de control social de los romanos.

Yo no quiero eso, quiero que lo sepas.  

Siento autocensura, y no me gusta. Si voy en contra del azul, estoy fuera; sin voy al amarillo también; si voy a las empresas privadas, ni bola me dan; si voy a una ONG, peor, prefieren trabajar por debajo.

Pido disculpas, Amalia, nosotros, los jóvenes periodistas tendríamos que inundar las redes sociales con tu rostro, expresando indignación y sobre todo expresando que respeten a nuestra humilde profesión. Estamos atados de manos, lo siento.

Soy periodista.

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