Alejandro Almaraz Por sí sola, la masacre de jóvenes y adolescentes que viene cometiendo el Gobierno nicaragüense desde abril, y últimamente dosificada, es suficiente motivo de dolor para quien tenga elemental humanidad. Pero seguramente nos duele más a los izquierdistas de mi generación, los que todavía éramos niños durante los rebeldes años 60 —del siglo pasado—y que recién a finales de los 70 tuvimos conciencia del mundo, adquirida junto a la utopía de la revolución social, porque la Revolución Sandinista fue la más entrañable referencia de nuestras mayores esperanzas de un mundo mejor. Una revolución distinta y nuestra Nuestra revolución