Por: Diego Katari
La severa crisis política que actualmente vive el país, al cual se ha sumado la crisis sanitaria, tiene un origen y es el fraude electoral perpetrado por Evo Morales en octubre 2019, sino antes tras desconocer la voluntad popular del referendo de febrero del 2016.
En octubre del 2019, Morales asfixio (destrozó) la ya malograda democracia que teníamos hasta entonces y todo en busca de mantener su poder para someter a instituciones, personas y ciudadanos. Destrozó y asfixio la democracia, pero hoy tiene el cinismo de pedir elecciones y democracia.
A estas alturas del tiempo (agosto 2020) Bolivia no solamente debería tener nuevo gobierno nacional, sino nuevos gobiernos departamentales, municipales y regionales, pero no fue así, seguimos pataleando en realizar las elecciones presidenciales o generales, todo por la ambición de una persona y sus séquitos.
Morales hoy habla de golpe de estado y de dictadura, pero; ¿acaso no se da cuenta que, si así fuera, él nos regaló esta vida? Añez y sus correligionarios, seguramente en su vida soñaron ser gobierno, pero la ambición y torpeza de Morales nos llevó hasta esa calamitosa situación.
Morales no solo estuvo en el poder por 14 años, sino otros 10 estuvo como diputado, es decir, el siempre gozó y vivió del poder, tanto que los aproximadamente 25 años ya le alcanza para jubilarse como servidor público, mientras los pobres y clases populares, al que tiene sometido, no tiene tal derecho.
Mientras las elites dirigenciales (sindicales-políticas) aun gozan y defienden sus privilegios, las bases siguen en la pobreza; sometidos, condicionados, chantajeados y amenazados para defender lo indefendible.
Aun no hay un líder que le devuelva libertad a la ciudadanía hoy sometida. Las élites dirigenciales que cuidan sus intereses utilizan a la gente del pueblo-pueblo.
Morales no solo asfixió la democracia, sino también asfixió la libertad de personas, medios de comunicación, instituciones judiciales, electorales, del orden, organizaciones, la economía, y ahora la vida de cientos de ciudadanos convalecientes en los hospitales. Se mantiene vigente y se alimenta del conflicto, el sufrimiento y la sangre de la gente pobre, porque él, pobre, no es.
Dice amar a Bolivia; un acto de amor es también dejar en libertad eso que amas, pero no, él no nos deja en Paz, no deja que los que nos quedamos en Bolivia solucionemos nuestros problemas y tal parece que nunca dejará que nos demos un abrazo de Paz para continuar con nuestras vidas.
Él encabeza un movimiento asfixiador de la sociedad; no le interesa la vida, no le interesa la democracia, no le interesa el país y posiblemente no le interesan las elecciones, pretende hacer recocer su “triunfo” de octubre del 2019 y volver con lo que él llama; “contragolpe”.
Es triste realmente, Evo y sus correligionarios se alimentan del conflicto social, el sufrimiento de las personas y la sangre inocente.
Por sus ambiciones de grupo nos dejaron conflictuados y todavía tiene el cinismo de hablar de democracia y condicionar elecciones.
La pandemia era inevitable, pero la crisis política fue provocada.