Los entredichos de una dictadura

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Por: Max Baldivieso

“…el importante hecho de que toda opinión revolucionaria deriva parte de su fuerza de la secreta convicción de que nada puede ser cambiado”, Slavoj Zizek – Tiempos Interesantes

Con los 21 días de fanatismo empezó un año de la locura en el poder, donde la razón no era moneda corriente y el menosprecio a la vida solo trajo dolor. La represión del estado que aún pesa sobre nuestras cabezas y queda solo el hecho matizado por los gritos en medio de balas que dejan los cuerpos inertes que esperan justicia, donde los culpables se ocultan en entredichos como poseedores de la verdad, donde ser un amante de la represión ahora se considera revolucionario, ocultos detrás de amuletos y dogmas.

Las realidades cruzadas trajeron la indolencia del discurso apoyado en el plomo que se aloja en el cuerpo de las víctimas que dejó la anterior administración, que destrozó el sistema laboral, jugó con nuestra salud y apuntó con armas automáticas. Nos recordó el temor, aquel que lo habíamos olvidado y creímos que nunca más iba a regresar, ese miedo de sentir los disparos, ver de nuevo a cientos de arrestados subidos a vehículos militares, ese dolor se encuentra labrado en la piel.

La necesidad de escuchar lo que dejaron las dictaduras es tan necesario para no caer nuevamente en manos de nefastos personajes, al escuchar el relato de cuatro mujeres que en un escenario recrearon la persecución y la resistencia de vivir la represión. “Con las botas bien puestas”, logran retratar la miseria y la injusticia de tener el poder a cualquier precio, aunque este sea la vida y miseria del pueblo.

Esta obra teatral es necesario verla, escucharla, sentirla para comprender los procesos vividos como sociedad, desde el relato y la vivencia de estas mujeres que con rebeldía y resistencia lograron sobrellevar y hacer frente a las nefastas dictaduras vividas en Latinoamérica, como lo acaecido a finales del 2019, cuando las beatas se arrodillaban en los cuarteles de los militares implorando con rosario en mano hacer correr la sangre del pueblo.

Esta puesta en escena no es solo una historia más en el tintero del dramaturgo, sino que logra retratar en detonaciones de colores mustios con exactitud la búsqueda de la libertad lejos de las armas.

Creo que este homenaje a la lucha de cientos en las dictaduras de la región nos convoca a entender que vivimos la soberbia de obtener el poder a cualquier costo, valiéndose de engaños apoyados por la fuerza de las armas que arrebataban vidas. Esta obra nos convoca a seguir resistiendo estas nuevas dictaduras del siglo XXI, disfrazadas de religión, ocultas en lenguajes de igualdad, maquilladas con un bienestar para unos pocos o silenciosas como las cuarentenas y sus víctimas, como el bordado de las voces calladas de estas cuatro actrices sobre las tablas.

“El 15 de noviembre, al menos 11 civiles perdieron la vida y otros 120 resultaron heridos en Sacaba. El 19 de noviembre, en cercanías de Senkata, otros 11 civiles perdieron la vida y 78 heridos. Un total de 37 personas perdieron la vida y se sumaron centenares que recibieron lesiones de consideración tanto físicas como psicológicas”.

Me pregunto cómo se sienten ahora los que se arrodillaron en los cuarteles pidiendo sangre y lo más trágico es que los complacieron, me pregunto qué siente el líder que andaba con un rosario y entro al palacio con una biblia acompañado de sus colaboradores que se encargaron de matar y saquear el Estado.

Como comprender la figura de la mujer que mira en su rol de víctima por las ventanas de su prisión, como entender a la hija que disfrutó del poder mientras miles perdían sus empleos y seres queridos, esto no solo fue una dictadura fue un asalto a los bienes del pueblo.

 Al escuchar al pupilo de Banzer defender la dictadura y a un dictador más a su haber, comprender que este personaje de la intolerancia encarnada en el cinismo, donde manejar el poder es dominar al otro sin medir las consecuencias para favorecer a ciertos grupos sociales, este agente de la miseria que vomita su mentira en los micrófonos del amarillismo, esté que apoyó de manera contundente a las logias que consumieron como polillas el dinero del pueblo.

Enarbolaron la biblia como en la inquisición, juzgaron por el color de la piel, luego saciaron sus gargantas con la sangre del pueblo, llenaron sus bolsillos y negociaron con el temor del invisible virus que andaba suelto cobrando sus víctimas, mientras ellos cobraban sus cheques.

Rescato el texto  del director de la obra teatral “Con las botas bien puestas”, que es un documento histórico que retrata cualquiera de las dictaduras vividas en los 70 en la región, que considero que es la mejor descripción cuando la razón solo despierta a los monstruos de la soberbia y la ambición de regímenes basados en la codicia. “Desde la mirada de los reprimidos, de los detenidos, de los que sufrieron la represión, se habla de la necesidad y la fuerza por mantener una consecuencia, continuar una lucha, no personal, por el contrario, colectiva”.

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